No obstante, logró mantenerse por encima del significativo umbral de los 2.000 dólares por onza troy. Mientras que a mediados de enero aún se esperaban recortes de los tipos de interés en EE.UU. de casi 170 puntos básicos para 2024, en los mercados futuros sólo se descuentan algo menos de 80 puntos básicos. Los sólidos datos del mercado laboral estadounidense, unas cifras de inflación superiores a las previstas y algunos comentarios restrictivos de los miembros de la Reserva Federal (Fed), habían frenado la euforia de los inversores. La consiguiente subida de los rendimientos de la deuda pública estadounidense a 10 años en casi 50 puntos básicos y la apreciación del dólar estadounidense son malas noticias para el oro. Esto también se observa en las tenencias mundiales de ETFs de oro, que siguen registrando constantes salidas y ya son un 25% inferiores a las de hace dos años. La perspectiva de tipos de interés elevados durante un periodo de tiempo más largo hace que el oro parezca poco atractivo en competencia con otras clases de activos, por lo que está siendo rechazado por los inversores.
Aunque el precio del oro se ha visto sometido a cierta presión debido a la evolución macroeconómica, la corrección del precio del 3% desde principios de año puede considerarse más bien menor. Las elevadas compras de oro físico influyen cada vez más en la evolución de los precios. Los bancos centrales siguen realizando importantes compras de oro debido a los riesgos geopolíticos y a la creciente necesidad de diversificar las carteras. Los países en desarrollo y emergentes en particular, como China, India y Turquía, intentan cada vez más alejarse de las reservas de dólares estadounidenses en favor del oro. Este apoyo debería seguir siendo notable en los próximos años, ya que los bancos centrales citados disponen todavía de cierto margen de diversificación en comparación con los países industrializados. También las compras de joyas y el consumo privado en China apoyan en la actualidad la cotización del oro. En China, la preocupación por el sector inmobiliario y los mercados bursátiles ha llevado a los particulares a invertir parte de sus considerables ahorros en oro, considerado un refugio seguro.
Actualmente, los riesgos a la baja para el oro son limitados. Si al elevado volumen de compras físicas se suman las entradas de capital en los fondos cotizados (ETF), el oro podría dar un salto al alza. En este contexto, la trayectoria de los tipos de interés de la Reserva Federal estadounidense sigue siendo la fuerza motriz. Si la Fed inicia su ciclo de recorte de tipos en verano, los metales preciosos serán sin duda uno de los mayores beneficiarios.