En Argentina, el triunfo abrumador de Alberto Fernández sobre Mauricio Macri en la primera vuelta de las presidenciales tenía un fuerte impacto en los mercados: el peso se devaluó un 15% de golpe; la bolsa de Buenos Aires vivió el lunes su mayor caída de la historia (-37%) y el riesgo de impago de la deuda argentina se disparó hasta un 75%, desde el 45% anterior. ¿Cuál es el mensaje de los mercados?
Quizá es muy mediático lo que ha ocurrido en Argentina porque esos tres factores, bolsas, probabilidades de default, divisas y, la última, la subida de la rentabilidad de los bonos que fue espectacular no es más que el reflejo del miedo a una vuelta a un sistema que no lleva a nada bueno. A la historia hay que remontarse.
Digo lo de desde el punto de vista mediático, porque Argentina hoy en día el peso que tiene dentro de la economía mundial y los mercados financieros en los índices y las carteras, es pequeño. Y días así, que quizás hace 15 o 20 años cuando Argentina tenía un peso mucho mayor, más allá de compañías como Prosegur qué sí tiene una exposición significativa, para el resto el impacto real que pueda tener probablemente va a estar mucho más limitado.
Pero sí que es verdad que parecía que Argentina estaba haciendo los procesos de reformas estructurales, pero no duran dos años. Si realmente queremos darle la vuelta a una economía y que tenga continuidad son periodos de transformación que llevan entre 4 y 8 años.
¿Pero el préstamo del FMI se va a tener que pagar igual sea el Gobierno que sea, no?
Eso es lo que en teoría se debería de hacer porque sino entramos en las probabilidades de impago, que tiene una economía como la Argentina ahora mismo ha subido hasta el 80% hacia los próximos cinco años. Y cuando un país impaga las probabilidades que tienes de que alguien le vuelva a prestar en el corto y medio plazo son prácticamente inexistentes y empiezas a entrar en una espiral destructiva pero cuyo final es difícil de prever.
El paro es probablemente uno de los primeros efectos de los programas de austeridad y también tiene que venir todo auspiciado por programas de inversión, programas de devaluación de la divisa para que se haga una economía más copetitiva. Y ese movimiento en ‘U’ de las economías cuando se produce un rescate o una reestructuración son procesos largos. En economía 3 años es muy poco tiempo. Esos programas para que tengan una implementación sólida y duradera estamos hablando de 5 a 8 años. Una vuelta a lo anterior es estar abocados al fracaso.
Argentina en estos últimos 20 años nos tiene acostumbrados a idas y vueltas con un ruido mediático muy significativo. Esperemos que esta vez sea un susto, la respuesta la vamos a tener en dos meses.
¿Cómo puede repercutir esto en el comercio internacional y los mercados financieros?
El peso de Argentina en los mercados financieros a nivel global es muy pequeño. Como todo lo ocurrido con Venezuela en los últimos años. A efectos globales el impacto es menor. El peso así de las transacciones comerciales, el peso de la economía en el comercio mundial, los activos financieros argentinos en los grandes índices mundiales tanto de renta fija como de renta variable es muy pequeño.
Con lo cual, por mucho que haya oscilaciones muy significativas el impacto real en los mercados internacionales es pequeño.
Existe ese impacto. Lo hemos visto en estos días con una caída pequeña en los índices de renta variable y fija, pero está más limitado. Si esto mismo que hemos visto en Argentina pasase en Brasil, con una economía con muchísimo más peso, el efecto sería muchísimo más devastador.
Creo que el impacto va a ser muy relativo o pequeño.
Qué diferencia entre los mercados de bonos. En Europa estamos viendo el ahorrador tiene que pagar por prestarle dinero a un país. ¿No es una aberración financiera? ¿Consecuencias?
Es algo sin duda novedoso. Llevamos ya un tiempo en el que nos estamos acostumbrando a algo que, efectivamente, desde un punto de vista de cualquiera que haya estudiado economía no había visto nada parecido de tipos nominales negativos en los libros. De tipos nominales negativos, porque sí ha habido otros momentos de la historia donde sí ha que habido tipos reales negativos. Es decir, descontada la inflación que la rentabilidad real fuera negativa.
Y yo creo que ahí es dónde está el quid de la cuestión. Los bancos centrales, tras la crisis financiera, salieron con programas muy fuertes de activación, de crecimiento de la deuda. Hemos visto en estos últimos 10 años que prácticamente no ha habido un incremento significativo de crecimiento de la deuda de los hogares, pero lo que estamos viendo de una manera generalizada es un crecimiento de la deuda pública. Y eso tiene un riesgo, porque esa deuda hay que pagarla.
Es decir, puedes hacer tres cosas con la deuda:
-No pagarla. Desde un punto de vista político es incorrecto
-Pagarla, que en una situación como la actual lleva a medidas de austeridad
-Pagarla o no pagarla por la puerta de atrás. Es decir, disminuir el valor real de esa deuda. ¿Cómo? Teniendo los tipos de interés por debajo de los niveles de inflación.
¿Se pueden seguir llamando activos refugio con las rentabilidades que tienen?
Obviamente, ahora mismo, activos refugios que den rentabilidad y que en a corto plazo voy a recuperar mi inversión es difícil encontrarlo.
Ya tenemos ejemplos de otros países dónde por tener depositado dinero en el banco cobran un tasa de interés. Eso es algo que si sigue la tendencia de rebaja de tipos en Europa, no sería de extrañar que se cobrara al particular por tener dinero en el banco, algo que ya ocurre a gestoras, fondos instituciones y grandes fortunas.
En esta política monetaria el gran perjudicado es el ahorrador. Han desaparecido las fuentes tradicionales de rendimiento. El gran problema de esta situación es que se está favoreciendo al endeudado y el ahorrador, sin embargo, no encuentra ningún activo.
Habrá mucho ahorrador acostumbrado a la renta fija que nos esté viendo. ¿Tiene opciones a día de hoy?
Cada vez menos. Y el problema es que para obtener esos retornos que históricamente habíamos obtenido en renta fija soberana o corporativa de alta calidad, una de dos:
O nos vamos a activos de renta fija con una calidad crediticia mucho menor, bonos high yield, o ampliamos el vencimiento de estos bonos a muy largo plazo con el riesgo de que si los tipos suben el valor caiga.
Es un entorno extraordinariamente complicado y no hay atajos.
Creo que lo mejor es asumir que tenemos que buscar otras fuentes de ingresos, no en la renta fija sino probablemente en otros activos aunque tengan más riesgos.
Y si no quieres asumir más riesgo, más vale asumir que no voy a obtener una rentabilidad a meterme en activos dónde la probabilidad de obtener retornos negativos es más alta.
Algo que está ocurriendo estos últimos dos o tres años, tanto a nivel particular como institucional, es que el perfil de riesgo está aumentando de manera significativa en busca de esa rentabilidad.
En general, los puntos de equilibrio de riesgo se han ido a carteras con más riesgo en las mismas. Una de dos: o amplio mi horizonte temporal y estas dispuesto a asumir más rentabilidad con la esperanza de obtener retorno (que el tiempo juega a nuestro favor), o, lo más importante, quien no quiera asumir riesgos no va a asumir rentabilidad.
Así de duro y así de sencillo. Porque no hay activos ahora mismo que den rentabilidad sin riesgo. Hay que eliminarlo de nuestra cabeza, muy probablemente para los próximos cinco años, mínimo. No me extrañaría que los tipos de interés y por ende, los activos libres de riesgo, estén en rentabilidades cercanas al cero.