Hay fechas que a los inversores y participantes del mercado se nos quedarán grabadas para el resto de nuestra vida y que quedarán sin duda para la historia como puntos de inflexión en el devenir económico y político global. Si nos situamos en el arranque del s XXI, la primera que nos viene a la mente es marzo del 2000 con el estallido de la burbuja de las “puntocom”; todavía con el susto, septiembre de 2001 y las Torres Gemelas; avanzando en el siglo, pero no mucho, septiembre de 2008, estallido de la crisis financiera y quiebra de Lehman Brothers, ahí es nada; febrero de 2020 el giro vino desde el lado sanitario, la pandemia de COVID-19 que yo incluso diría que nos marcó como civilización; llegó después febrero de 2022 y Rusia invadió Ucrania; y llegamos a abril de 2025 y ya el día 1 Trump hizo temblar el sistema financiero global con el anuncio de aranceles desorbitados, arbitrarios y caprichosos. Cierto que el 9 de abril la cosa se calmó con la tregua del presidente norteamericano a ese paquete de aranceles, pero será una tregua temporal y no va a ser posible una vuelta al punto de partida, el mal ya está hecho.
El 1 de abril por tanto lo sitúo a la altura de las otras grandes fechas, espero que no tanto por la intensidad del impacto de los acontecimientos, como por el hecho de que marcará un antes y un después de muchas cosas en torno a lo económico, a lo financiero, a lo político, geopolítico, y yo diría que en torno a la confianza que el mundo depositaba en la, por ahora, todavía primera economía mundial. Tenemos 90 días para negociar y habrá negociaciones, pero la desconfianza general tanto a nivel político, como a nivel empresarial ya se ha instaurado. No me extenderé en cuanto a lo primero y me centraré en lo segundo.
A nivel empresarial, si hasta ahora se podían establecer planes estratégicos más o menos estables, con previsión de escenarios en base al establecimiento de rangos para las distintas variables de las que depende el negocio de cada sector, a día de hoy esto se antoja más que complejo. Nos quedan meses de incertidumbre, de inestabilidad, de niebla en la capacidad de predecir variables tan relevantes como inflación, consumo, riesgos, costes del crédito, costes de financiación, evolución de la demanda, cadenas de suministro, regulación, …, y sin un mínimo de certidumbre los planes no saldrán bien y eso impactará de lleno en las cuentas de resultados. Y como digo, después de este impás, cundo por fin podamos hacer previsiones consistentes, cuando resulte más sencillo hacer proyecciones para la senda de inflación, de tipos, de consumo, los gestores de las compañías no van a caer en el mismo error, no van a confiar en Trump y sus políticas. Ha arrancado ya la búsqueda de nuevos mercados, la búsqueda de diversificar geográficamente su demanda objetivo, también diversificación de sus proveedores, sus rutas de aprovisionamiento, el destino de sus productos,… Un cambio estructural diría yo y transversal en todos los sectores. Eso no quiere decir que nos vayamos a olvidar directamente del mercado norteamericano, no es factible ni aconsejable, es un mercado muy jugoso e interesante, pero no será una apuesta a ciegas.
A nivel empresarial habrá reestructuración de planes estratégicos, habrá reorientación de políticas comerciales, de políticas financieros y habrá profit warnings. Los resultados del primer trimestre que conoceremos a partir de ahora no podremos proyectarlos a futuro, estarán obsoletos incluso antes de hacerse públicos. Habrá que revisar previsión de resultados y volver a estimar. El campo de juego ha cambiado, las reglas han cambiado, todavía no sabemos cuáles serán, pero han cambiado.
El shock ha sido brusco e intenso, pero si ponemos el foco en el largo plazo hay oportunidades. Compañías con calidad fundamental, flexibles, con negocios potentes, bien gestionadas, buenas generadoras de cash Flow, con balances robustos, con buena diversificación tanto geográfica como de negocio, que han sabido gestionar situaciones de estrés y que sabrán hacerlo ahora. Y si añadimos que tras la tormenta se han quedado a buenos precios, es hora de crear cartera. Con precaución, con stops de protección, con una buena definición de nuestra estrategia, pero es hora de ir creando cartera con el foco en el largo plazo.
En mi opinión, son oportunidades de inversión compañías como Amadeus, Iberdrola, Indra, Logista, Mapfre, Naturgy, también Reig Jofre, Nicolás Correa, Viscofan, INSUR, Técnicas Reunidas, Atresmedia, Prosegur, son algunos ejemplos. También por crecimiento hay oportunidades para incluir en carteras de largo plazo, como Arteche, Vytrus, Alquiber, Izertis, con menor liquidez y menor tamaño, por tanto, con mayor riesgo.
Es tiempo de análisis, redefinición de estrategias y creación de carteras. Nuevos tiempos, nuevas oportunidades.
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