Extensos arrozales verdes, majestuosos templos, paisajes de ensueño y sociedades agrícolas. Es probablemente lo primero que se nos viene a la cabeza al hablar del Sudeste Asiático. Incluso casi podemos oler las especias, como la pimienta, el jengibre, el clavo y la nuez moscada, que atrajeron a comerciantes de todo el mundo desde épocas remotas.

Una posición geográfica y comercial privilegiada, en medio de los dos gigantes asiáticos –India y China–, hicieron de esta una región codiciada por los imperios colonialistas europeos y un campo de enfrentamientos durante siglos. Esta ubicación entre dos mundos también la ha convertido en una de las regiones con mayor diversidad lingüística y étnica, cuna de una riqueza cultural incalculable.

El año 1967 es una fecha importante en su calendario. Ese año se funda la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN por sus siglas en inglés) con el objetivo de fortalecer los lazos entre los países de la región con dos mandatos muy claros: hacer crecer sus economías y crear mecanismos para la estabilidad regional y el fomento de la paz. Diez de los once países del Sudeste Asiático forman la ASEAN: Indonesia, Malasia, Tailandia, Singapur, Vietnam, Filipinas, Laos, Camboya, Birmania (Myanmar) y Brunéi, con Timor Oriental como Estado observador.

En estos 50 años de vida, la asociación se ha convertido en un actor de vital importancia para el progreso de esa zona de Asia y ha colocado al Sudeste Asiático en el mapa económico mundial. Las cifras le acompañan: su economía conjunta ocupa el séptimo lugar del mundo en importancia y el tercero de Asia en términos del PIB (2.500 billones de dólares en 2016) y representa el tercer mayor mercado del mundo después de China e India.

 

Una región en crecimiento

No cabe duda, el Sudeste Asiático es una importante región para el futuro económico mundial. Optimismo económico, un fuerte desarrollo tecnológico y una población creciente y joven han convertido a esta región en un campo fértil de crecimiento para las compañías de todo el mundo y, por supuesto, para el sector energético. Así, bajo el paraguas de la ASEAN, el bloque atrajo en 2015 el 7% de la inversión global extranjera, según datos oficiales.

“La región de Asia-Pacífico muestra constantemente un mayor crecimiento económico que la mayoría de las regiones del mundo, con una creciente población y urbanización de las ciudades asiáticas y un aumento constante de la necesidad de acceso a la electricidad y de la demanda de energía para el transporte. De hecho, Asia dominará el crecimiento de la demanda de energía en un futuro previsible, en particular China e India”, nos cuenta Amelia Jalleh, Gerente de Desarrollo de Negocios del Pacífico Asiático de Repsol.

 

 

Ella es quizás una de las personas del equipo Repsol que mejor conoce la región, ya que entre sus responsabilidades está la implementación de la estrategia de crecimiento de la compañía en Upstream (Exploración y Producción) en esta parte del mundo. “La región también es un atractivo destino de inversión, con indicios de que algunos gobiernos están considerando mejorar los términos fiscales para competir por las inversiones a nivel mundial”, agrega.

Repsol en el Sudeste Asiático

Una región rica en recursos energéticos, sobre todo gas, y de gran consumo. Así es Asia, un continente formado por países con una gran densidad de población que se traduce en altas tasas de consumo de energía. Se trata de una región con una industria del petróleo y gas muy competitiva y donde tiene que estar una compañía energética como Repsol.

“Antes de la adquisición de Talisman Energy, Repsol tenía pocos activos en Asia-Pacífico. En consecuencia, nuestra cartera actual en la región se compone principalmente de los activos heredados tras esa operación, que se sitúan en Indonesia, Malasia, Vietnam y Papúa Nueva Guinea. Como es lógico en estas situaciones, en estos dos años de integración nos hemos dedicado a tomar el control de los activos y a llevar a cabo una racionalización de la cartera”, explica Amelia.

En cifras, la producción total de Repsol en la región de Asia-Rusia en 2017 es de cerca de 90.000 barriles equivalentes netos de petróleo al día, 77% de los cuales son gas. En conjunto, la región aporta aproximadamente un 13% de la producción total de la compañía en todo el mundo.

 

 

Así, tras la integración, viene la fase de consolidación del negocio, y este equipo está preparado para crecer: “Tenemos una presencia significativa en Asia-Pacífico, experiencia y un sólido equipo de personas; todo ello nos hace estar bien posicionados para aprovechar las oportunidades que ofrece la región. Estamos atentos a las oportunidades de crecimiento que puedan surgir, tanto en la exploración de nuestros activos como en otros que se ajusten a la estrategia y las habilidades de Repsol”, detalla la Gerente de Desarrollo de Negocios del Pacífico Asiático.

Más de un 5% prevé el FMI que crezcan los países de la ASEAN en 2017

Una marca internacional

Repsol, en su camino hacia el crecimiento del negocio de Upstream en Asia, no es una desconocida. Al reconocimiento por sus pares en el sector del petróleo y gas, gracias a la actividad desarrollada en todo el mundo, se une el conocimiento popular por el binomio Repsol Honda en los Grandes Premios de motociclismo.

Es un excelente escaparate y un ingrediente fundamental para la internacionalización de la marca. "Las motocicletas con la marca Repsol son muy populares en la región. De hecho, y sobre todo teniendo en cuenta la enorme cantidad de motocicletas en Indonesia, ¡no me sorprendería que fuese el país con más motocicletas Repsol del mundo!”, relata Amelia.  

El mejor reflejo de ello es la venta de lubricantes Repsol en más de 70 países del mundo; lubricantes fabricados en las 11 plantas de producción de Repsol en el mundo: el 80% en el complejo industrial de Puertollano (España) y el resto en las otras diez factorías que nuestra compañía tiene en diferentes países, algunas en Asia, como en China, Japón, Indonesia o Malasia.

Un ejemplo de integración

Hay una constante en Amelia que se repite en todas las personas que trabajan en esta región: la satisfacción y el orgullo que manifiestan cuando hablan de los equipos de trabajo, del ejemplo de integración que suponen, de su multiculturalidad y de cómo han sabido darle valor a las diferencias. “Muchos de los equipos de Repsol en la región son herederos de Talisman. Esto también significa que, tal vez más que en cualquier otro lugar, ¡muchos de nosotros no hablamos español!”, cuenta sonriendo Amelia. Pero las diferencias van más allá: juntos suman 26 nacionalidades de los cinco continentes, con sus propias costumbres y su cultura.

Somos un equipo diverso de unas 1.100 personas de 26 nacionalidades, 9% expatriados y 91% empleados locales

“Una de las cosas que más disfruto de mi trabajo es la diversidad de personas con las que tengo la suerte de trabajar, tanto en Repsol como con nuestros socios y compañías petroleras nacionales, con nacionalidades, antecedentes y conocimientos técnicos diversos. He visto que constantemente somos capaces de capturar los beneficios que la diversidad aporta para producir grandes resultados, ya sea en forma de una oportunidad de desarrollo comercial para la compañía o como mejoras operativas”.

“Mi propio equipo es un ejemplo de ello: un grupo pequeño pero que está creciendo. Tenemos juventud y energía, y cada uno proviene de orígenes diferentes pero complementarios. Está Raj, un ciudadano de Singapur formado como ingeniero; recientemente se unió a nosotros desde Santos (Brasil) Rene, indonesio con formación económica y en la cadena de suministro; y yo misma, australiana y abogada. Cada uno de nosotros aporta diferentes perspectivas, experiencias y conocimientos, ¡y estoy muy orgullosa de que nuestro equipo pruebe que el todo es mayor que la suma de nuestras partes!”.

Como el de Amelia, el grupo de personas de Repsol en el Sudeste Asiático es nuestra principal ventaja competitiva y garantizan el futuro de la compañía. Es un equipo muy profesional, flexible y comprometido, compuesto por unos 1.100 empleados unidos por una visión y unos valores compartidos; un equipo que, estamos seguros, es capaz de lograr todos los retos que se proponga.

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