La actitud frente al cáncer: una herramienta clave en la lucha contra la enfermedad

El día mundial contra el cáncer nos invita a reflexionar sobre las múltiples formas de abordar esta enfermedad. “Si bien los avances médicos han transformado el tratamiento del cáncer, la investigación también apunta a factores psicológicos que pueden influir en la evolución de la enfermedad” apunta Virginia Mª Parrado Suárez, psicóloga de Quirónprevención. La actitud del paciente, ya sea positiva o negativa, tiene un impacto medible no solo en su bienestar emocional, sino también en el funcionamiento de su sistema inmunológico y en los resultados clínicos.

Evidencia científica sobre la actitud y su impacto en el cáncer

Diversos estudios han explorado la relación entre la actitud psicológica y la progresión del cáncer. Una revisión publicada en Psycho-Oncology (Lutgendorf et al., 2012) destacó que los pacientes con una actitud positiva, caracterizada por esperanza, optimismo y una perspectiva de lucha activa, suelen presentar una mejor calidad de vida y, en algunos casos, una mayor supervivencia. Esto puede estar vinculado a una menor producción de hormonas del estrés, como el cortisol, que en niveles elevados pueden suprimir el sistema inmunológico.

Por el contrario, una actitud negativa, como la desesperanza o el pesimismo, se ha asociado con una mayor producción de citoquinas proinflamatorias, que pueden contribuir al avance de ciertos tipos de cáncer. Según un estudio de Andersen et al. (2008), las emociones negativas prolongadas pueden generar un estado inflamatorio crónico que afecta negativamente al pronóstico del cáncer.

El papel de los neurotransmisores y el sistema inmunológico

El eje cerebro-sistema inmunológico es un puente clave entre el estado emocional y la salud física. Neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y las endorfinas juegan un papel crucial en la modulación del estado de ánimo y también tienen efectos sobre el sistema inmunitario. De la mano de la especialista de Quirónprevención, profundizamos sobre cada uno de estos neurotransmisores:

  1. Serotonina: Este neurotransmisor, asociado con la regulación del estado de ánimo, también puede influir en la actividad de las células inmunitarias, como los linfocitos T. Un estudio en Brain, Behavior, and Immunity (Haroon et al., 2012) sugiere que niveles adecuados de serotonina pueden ayudar a reducir la inflamación sistémica.
  2. Dopamina: Este neurotransmisor, relacionado con la motivación y el placer, también desempeña un rol inmunorregulador. Según Sarkar et al. (2010), la dopamina puede mejorar la respuesta de las células asesinas naturales (NK), que son clave en la lucha contra las células tumorales.
  3. Endorfinas: Liberadas durante actividades placenteras o ejercicio, las endorfinas no solo mejoran el estado de ánimo, sino que también tienen propiedades inmunomoduladoras, fortaleciendo la respuesta inmunitaria innata y adaptativa.

Reforzar una actitud positiva

Aunque no siempre es fácil mantener una actitud positiva frente a un diagnóstico de cáncer, existen estrategias respaldadas por la ciencia que pueden ayudar a los pacientes:

  1. Terapias psicológicas: La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser efectiva para reducir la ansiedad y la depresión en pacientes oncológicos. Estas intervenciones pueden ayudar a identificar pensamientos negativos y reemplazarlos por perspectivas más constructivas.
  2. Técnicas de manejo del estrés: La meditación, el yoga y la respiración consciente han mostrado reducir los niveles de cortisol y mejorar el bienestar emocional. Un estudio de Carlson et al. (2015) encontró que la meditación basada en la atención plena mejoró significativamente la calidad de vida en pacientes con cáncer de mama.
  3. Apoyo social: Mantener una red de apoyo de familiares, amigos y grupos de pacientes puede proporcionar un sentido de pertenencia y esperanza, lo que favorece una actitud positiva.
  4. Actividad física moderada: El ejercicio no solo mejora la liberación de endorfinas, sino que también fortalece el sistema inmunológico. Según Schmitz et al. (2010), los pacientes oncológicos que realizan actividad física moderada muestran menos fatiga y una mejor respuesta al tratamiento.

Conclusión

La conexión entre la mente y el cuerpo es innegable, especialmente en el contexto del cáncer. Si bien una actitud positiva no puede garantizar la curación, puede mejorar significativamente la calidad de vida del paciente y potenciar la eficacia de los tratamientos médicos. Promover estrategias que refuercen una perspectiva optimista y un equilibrio emocional es, sin duda, una herramienta poderosa en la lucha contra el cáncer.