Este problema de salud, tal y como reconoce la OMS, surge como consecuencia del estrés laboral crónico. Afecta, además, a las personas trabajadoras a distintos niveles. Por supuesto a nivel laboral, pero también puede lastrar mucho a nivel personal y de salud.
Tal y como reconoce Juan Carlos Fernández Arias, especialista en psicosociología en Quirónprevención, entre los principales síntomas del síndrome del burnout se encontrarían en primer lugar el agotamiento físico y mental generalizado; así como el descenso en la productividad laboral y la desmotivación; además de la despersonalización y el cinismo.
En cuanto al agotamiento físico y mental generalizado mantiene este especialista que en estos casos la persona trabajadora sufre una pérdida de energía en todos los niveles de salud:
- Señales de agotamiento físico: fatiga crónica, aumento de peso, pérdida de apetito, aparición de alteraciones psicosomáticas como dolores musculares, migrañas, problemas gastrointestinales y, en el caso de las mujeres, desregulación del ciclo menstrual.
- Señales de agotamiento mental: el estrés y la ansiedad son los principales protagonistas que preceden al síndrome del trabajador quemado, es más, el burnout se alimenta de ambos, además de tener relación con la aparición de trastornos adaptativos, relacionados con el estrés, con la ansiedad, con la depresión, y con el insomnio.
Despersonalización y cinismo
A su vez, como indica Fernández Arias, es frecuente en el síndrome del trabajador quemado el que se produzca un cambio en el comportamiento de la persona trabajadora que lo sufre.
“Adopta una actitud de indiferencia y de desapego, reduciendo claramente su compromiso hacia el trabajo. Esto se manifiesta también en sus relaciones en el ámbito laboral, tanto con compañeros/as, como con los clientes”, señala.
Aparte, indica que la irritabilidad y el endurecimiento del trato se convierten en tónicas habituales dentro de la forma de actuar de un trabajador quemado, con los clientes, usuarios o personas con las que interaccionan y perciben este cambio de actitud, pero también con la familia y con su entorno social.
Descenso en la productividad laboral y desmotivación
“Los dos puntos anteriores derivan en una bajada de la productividad laboral y en una desmotivación que genera frustración y evidencia, así como una ausencia de realización personal en el trabajo”, advierte el especialista.
Es más, sostiene que en estas situaciones hay falta de atención hacia las tareas, así como olvidos frecuentes, y una desidia generalizada que nace de la dificultad para concentrarse. “Todo ello forma parte de un círculo vicioso que se retroalimenta constantemente (nunca consigue ser el trabajador que era antes de quemarse, y ello el genera mayor sufrimiento), ya que la incapacidad de cumplir con el trabajo, concentrarse, de gestionar sus actividades, etc., no deja avanzar en la cada vez mayor lista de tareas pendientes", asevera.
Frecuente de cara al público
Respecto a esto, la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (OSHA, por sus siglas en inglés) subraya que, en sus orígenes, el síndrome del trabajador quemado fue identificado en mayor medida en aquellas profesiones que están en relación con el trato al público y clientes (denominado también riesgo psicosocial por exposición social).
Sin embargo, dice que puede darse en cualquier ocupación, ya que hay un mayor riesgo de padecer el síndrome de burnout cuando existe una gran discrepancia entre las expectativas laborales de la persona trabajadora, y la realidad de las tareas a las que se enfrenta día a día, o existe un ambiente laboral con exceso de tensión, degradado, y/o con relaciones laborales manifiestamente conflictivas.
Pautas para afrontarlo
A este respecto, la persona experta de Quirónprevención subraya que el síndrome del trabajador quemado es fruto de distintas causas: “Suele brotar cuando coinciden factores de riesgo personales (baja tolerancia a la frustración, a la exposición al estrés, o circunstancias vitales estresantes como cuidado de enfermos, enfermedades graves, pérdidas, etc.) y aquellos relacionados con la organización (lagunas en las tareas asignadas al puesto de trabajo, sobredimensionamiento de funciones y responsabilidades, ambiente laboral complicado, fallas en el liderazgo en la empresa, sobrecarga de trabajo sostenida, presión asistencial, falta de apoyos y recursos, etc...).
Las medidas preventivas frente al síndrome de burnout son similares a aquellas necesarias para manejar situaciones de estrés laboral, según prosigue, de manera que para conseguir revertir una situación de "trabajador quemado" es a su juicio crucial el identificar y modificar las condiciones de trabajo que lo han producido, y en casos de exposición prolongada puede ser necesaria una reubicación del trabajador, un asesoramiento psicológico, o incluso un acompañamiento en el puesto para rectificar los hábitos adquiridos.
“Si analizamos, evaluamos, y protegemos a la persona trabajadora con síntomas de estar quemándose podremos evitar daños a la salud y recuperar sus niveles de eficiencia, motivación y salud, por lo que todo el entorno laboral, social y familiar se beneficiará de ello. La prevención es posible y además se puede prevenir, minimizar, y eliminar el riesgo, ésa es nuestra misión”, resalta Fernández Arias.
En resumen, considera que, dado que el síndrome del trabajador quemado hace referencia a la cronificación del estrés laboral, y como se ha visto, se manifiesta a través de un estado de agotamiento físico y mental que se prolonga en el tiempo, y que llega a alterar la personalidad y autoestima de la persona trabajadora, es necesario tener en cuenta que se trata de un proceso en el que progresivamente sufre una pérdida del interés por sus tareas y va desarrollando una reacción psicológica negativa hacia su ocupación laboral. “Ponerle remedio a tiempo es importante”, asegura el especialista de Quirónprevención.