Con la llegada del invierno, miles de trabajadores deben enfrentarse a condiciones laborales adversas que no solo generan incomodidad, sino que pueden comprometer gravemente su salud y seguridad. Oficios como la construcción y la agricultura, o tareas que se realizan en cámaras frigoríficas, exigen medidas preventivas efectivas para evitar problemas como la hipotermia, la congelación, o complicaciones respiratorias.

Como señala Alberto Cabrero, especialista en Higiene Industrial de Quirónprevención: “Protegerse del frío en el trabajo no es opcional, es una responsabilidad esencial para garantizar la salud y mejorar el bienestar en el trabajo".

Riesgos para la salud

Según los estudios más consistentes, recogidos en la Nota técnica de estrés por frío, del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, los efectos negativos del frío comienzan a sentirse a temperaturas moderadamente bajas, entre 4 y 8 °C, y se agravan a medida que disminuye el termómetro. En ambientes de trabajo expuestos a estas condiciones, se han observado reducciones significativas en la productividad, con pérdidas globales estimadas en un 0,2-0,5% del PIB, debido a las inclemencias climáticas y su impacto en la actividad económica.​

Más allá de los efectos inmediatos como la sensación de frío y dolor, la exposición prolongada a bajas temperaturas afecta directamente a la destreza manual, los reflejos y la resistencia física. En casos extremos, puede derivar en hipotermia, una condición grave que pone en riesgo la vida. Las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, como la bronquitis, también muestran un incremento durante los meses del año más fríos.

Prepararse para las condiciones invernales es esencial para evitar la aparición de los efectos adversos mencionados En exteriores, por ejemplo, disponer de refugios calefactados para establecer pausas regulares, no solo ayuda a mantener la temperatura corporal, sino que también reduce el riesgo de complicaciones graves durante exposiciones prolongadas. En tareas interiores como en cámaras frigoríficas, la aclimatación de las personas trabajadoras al entorno, así como la utilización de equipos de trabajo calefactados, resultan unas buenas prácticas para minimizar los riesgos derivados de la exposición a frío. 

Más allá de la prevención individual

La elección de la ropa adecuada es otro aspecto clave. Las prendas deben facilitar el aislamiento térmico suficiente, evitar la acumulación de humedad y permitir la movilidad. Cambiar la ropa mojada de inmediato y consumir bebidas calientes son prácticas básicas que deben implementarse.

Controlar el ritmo de trabajo también es esencial para evitar el agotamiento, especialmente en condiciones climáticas adversas. Los empleadores deben garantizar que los trabajadores tengan acceso a formación específica para identificar los primeros signos de congelación o hipotermia y sepan cómo actuar en caso de emergencia.

El impacto del frío en el trabajo no solo tiene un coste humano, sino también económico y social. La formación y las medidas preventivas no han de verse como un gasto, sino como una inversión que permite a las personas trabajadoras identificar los riesgos y protegerse frente a los mismos, disminuyendo los accidentes y enfermedades derivadas de la exposición a ambientes fríos y redundado por tanto en una mejora de la productividad.  En un mundo cada vez más afectado por el cambio climático, aprender a gestionar el frío en el entorno laboral es una prioridad. Como señala un estudio reciente de la Comunidad de Madrid, incluso con la disminución de las olas de frío en ciertas épocas del año, el frío sigue siendo un factor de riesgo determinante para la salud y el desempeño laboral.​

El experto de Quirónprevención lo resume con claridad: “La prevención no solo combate el frío, sino que promueve un entorno laboral más seguro y eficiente para todos”.