Usaron portátiles con códigos cifrados y otras medidas para la protección de datos, con el objetivo de ocultar sus actividades y la identidad de sus clientes, indicaron las autoridades estadounidenses. El Gobierno basó gran parte de su investigación en las revelaciones del ex banquero de UBS Bradley Birkenfeld.
El 19 de junio de 2008, Birkenfeld se declaró culpable de ayudar a estadounidenses ricos a ocultar sus bienes mediante la creación de empresas o cuentas "de fachada" en paraísos fiscales. Los estadounidenses no eran identificados como beneficiarios de esas empresas y no declaraban el dinero al fisco.
Birkenfeld explicó que esas cuentas contienen unos 20.000 millones de dólares que al banco le generan ingresos anuales de 200 millones. El UBS se comprometió a cerrar esos negocios como parte del acuerdo.
La ley estadounidense obliga a sus ciudadanos a informar de sus cuentas en el extranjero si estas superan los 10.000 dólares.
Alexander Acosta, fiscal del Distrito Sur de Florida, dijo que los directivos de UBS sabían que esas actividades violaban la ley, pero no hicieron nada por detenerlas.
"De hecho, pidieron que se aumentara el negocio. La razón era dinero, los negocios eran demasiado rentables para pararlos. Este no fue simplemente un descuido a la hora de cumplir la ley, sino un crimen deliberado motivado por la avaricia", afirmó Acosta.
Birkenfeld será sentenciado el próximo 1 de mayo. Además, el ejecutivo de UBS Raoul Weil fue acusado de supervisar el fraude y ha sido declarado un fugitivo de la ley. El fisco va ahora en busca de los titulares de las cuentas.