El Banco Central Europeo seguirá subiendo los tipos de interés en un futuro próximo, pero es poco probable que sea tan grande como la subida de tipos de la semana pasada de 75 puntos básicos, ha dicho esta mañana el miembro del Consejo de Gobierno del BCE, Edward Scicluna. Un resumen que ya dejó entrever Lagarde en la rueda de prensa en la que mostró que hará lo necesario para controlar la inflación.
La pregunta es cuánto será necesario para conseguir su objetivo. Lagarde confirmó que habrá dos subidas de tipos más antes de acabar el año y la cuantía dependerá de la inflación, para la que elevó hasta el 8,1% sus previsiones este año. El mercado estima que los tipos de interés en la Eurozona acabarán el año entre el 2-2,5%.
Una subida de tipos de interés que tendrá consecuencias en ahorradores e inversores y ,por ende, en la economía. El efecto que tiene la subida de los precios sobre la inflación no es inmediato. De hecho, se estima un plazo de de 3-6 meses, en el mejor de los casos, de desfase entre la subida de los tipos y la reducción de la inflación. Pero la rueda ya ha empezado a girar. Cuando los intereses que pagan los bancos por los préstamos del banco central aumentan, éstos lo trasladan a sus clientes y suben los tipos de interés de los préstamos: invertir se vuelve más caro, eso frena la demanda y, por tanto los precios.
El primer efecto ya lo hemos tenido con el Euríbor que rebasó, el pasado viernes, el nivel del 2% por primera vez desde 2011. Un incremento que pesará sobre los hipotecados a tipos variable. Según la Asociación Hipotecaria Española, de los 5,5 millones de préstamos vivos que existían a cierre de 2021, 4,1 millones son a tipo variable y la mayoría vinculados al euribor a 12 meses. Se estima que las hipotecas a tipo variable es encarezcan entre 1200-2000 euros al año. Y, aunque la subida de tipos solo afecta a las hipotecas variables, lo cierto es que el que quiera una hipoteca a tipo fijo también tendrá que asumir un mayor tipo de interés que el que venían ofreciendo las entidades en los últimos años.
Y cuando se habla de financiación, el crédito al consumo, financiación de empresas…etc también verá cómo se incrementan sus gastos financieros. Además, la subida de los tipos de interés del BCE de julio ya hizo que los bancos endureciesen las condiciones para acceder a financiación, en vista de la incertidumbre y la inestabilidad económica. Todo apunta a que, con este nuevo incremento, los requisitos se volverán todavía más estrictos. Esto con el objetivo de reducir el riesgo de impago de los clientes.
A nivel corporativo, por el momento parece que el mercado puede haber puesto en precio las recientes subidas de tipos, pero no parece que haya descontado los efectos que este rápido endurecimiento monetario tendrá en las cuentas de las empresas cotizadas.
Todo esto deriva en un daño mayor al consumidor. Y es el que el incremento en la mensualidad de la hipoteca y la mayor dificultad para acceder a financiación, conllevará a una reducción del gasto y las inversiones de particulares y empresas, en un intento de mantener el mismo nivel económico que con los tipos al 0%.
Evidentemente "aquellos que estén endeudados o que estén pensando en hacerlo, no se trata de una buena noticia… En la situación actual vuelven a estar de actualidad los comentarios que hacíamos, meses atrás, sobre la posibilidad de vivir una situación de estanflación (decrecimiento económico en un entorno de elevada inflación). Para los consumidores es una situación muy compleja, ya que por efecto de la inflación pierden valor adquisitivo y por el efecto de la subida de tipos de interés, cualquier circunstancia que les suponga una necesidad de financiarse, les va a costar más", asegura Antonio Castelo, de iBroker.
Esto provoca que la demanda caiga, el consumo se reduce y también lo hace los precios, que al final es el objetivo principal del BCE. La reducción de la demanda y el consumo provocaría una caída del coste de la vida y la inflación se reduciría, pero provocaría una desaceleración económica que culminaría en una recesión al incrementarse el desempleo por la menor actividad productiva.
La parte positiva de todo esto es que los ahorradores o inversores más conservadores que llevan casi una década sufriendo la represión financiera generada por los bancos centrales vuelven a obtener algo de rentabilidad por sus inversiones. Es previsible, como parece que ya está comenzando a suceder, que los bancos comiencen una “guerra de precios” por llevarse los depósitos de los ahorradores, el producto estrella para los españoles. De hecho, a cierre de julio - y a pesar de los tipos de interés - había casi un billón de euros en este tipo de producto. Un gran incentivo para los bancos.
La explicación ortodoxa de la economía dice que ante una subida de tipos de interés el precio de los activos baja… "En lo que va de año hemos visto fuertes bajadas en los precios de los bonos y las bolsas, unas más y otras menos, pero presentan un saldo negativo. A corto plazo, podemos ver movimientos como los de los últimos días en los que las bolsas han repuntado al conocerse la subida de tipos… (...) A pesar de los rebotes de estos días, creemos que todavía los mercados (que es lo mismo que decir los inversores), tienen que asumir las consecuencias del endurecimiento monetario y de la inflación para las empresas. La recuperación de la renta variable y del euro puede durar muy poco en un contexto de vulnerabilidad energética y aversión elevada al riesgo", asegura Castelo.