En el cuarto trimestre de 2019 los resultados financieros comenzaron a ser destacables por primera vez en mucho tiempo, después de llevarse a cabo ciertas reestructuraciones en medio de un entorno de tipos ultra negativos. Incluso en el primer trimestre de 2020 los resultados fueron positivos. Pero en marzo se produjo la debacle y con ella el hundimiento en la curva de tipos.
El BCE actuó inyectando dinero y comparando bonos de forma masiva hasta que, llegado el 2021, comienza a repuntar la inflación y el escenario se torna mucho más favorable para el sector bancario, no exento de dificultades.
Sabadell-BBVA
Ya desde 2020 se empiezan a ver las primeras intenciones de reducción de gastos vía fusiones. Buen ejemplo de ello fue la frustrada entre Banco Sabadell y BBVA. “El hecho de que Sabadell tenga parte de su negocio en Reino Unido probablemente no ha contribuido de manera positiva”, comenta Nuria Álvarez, analista de Renta 4.
Además, Sabadell está haciendo todo lo posible por seguir operando de manera independiente. Se ha visto recientemente con la renovación en su cúpula directiva: nuevo CEO, César González-Bueno, y nuevo CFO, Leopoldo Alvear, ex Bankia.
Las condiciones de BBVA también serían reseñables en caso de que hubiera trascendido la cifra ya que, finalmente, “apretaron mucho la ecuación de canje y los accionistas de Sabadell han preferido arriesgar antes que regalarse”, piensa José Lizán, gestor de Magnum Sicav Solventis.
Caixabank-Bankia
Lizán considera que el claro ganador a nivel nacional, no solo de la situación actual sino también desde 2008, es Caixabank. “Compró Banca Cívica, Banco de Valencia y ahora se ha fusionado con Bankia. Creo que Caixabank ha culminado con esta operación su proceso de reordenación nacional, tanto geográficamente como por volumen de negocio”, explica.
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