Johnson recordó que, tradicionalmente, el precio de las materias primas ha actuado como estabilizador automático de las economías cuando se encuentran en proceso de ralentización, ya que la demanda de las mismas retrocede, lo que conduce a un descenso de los precios y de la inflación que da margen a las autoridades monetarias a aplicar recortes de tipos de interés si es necesario, y a incrementar el gasto fiscal en el caso de los gobiernos.“Pero los precios de las materias primas en la actualidad están aumentando más que retrocediendo”, advierte Johnson, que recuerda que están creando presiones inflacionistas en muchos países en un momento en que deberían aplicarse “políticas contracíclicas”.Además, el también consejero económico del FMI recalca que los más afectados por esta escalada de precios son los países más pobres y señala como causas de la misma a varios factores.Los biocombustibles, culpablesEl primer lugar, los mayores precios del crudo y alimentos obedecen a las políticas de las economías avanzadas incluidas EE UU y la UE, que intentan impulsar los biocombustibles a través de subsidios y “desafortunados grados de proteccionismo”.“El vínculo con la subida de precios es que los productores sienten que los biocombustibles hacen su futuro más incierto, lo que desalienta la inversión”, recalca Johnson, que señala que el efecto directo sobre los alimentos es muy “simple” ya que la tierra se usa para producir combustibles para las máquinas en vez de tener como destino el consumo por parte de las personas.Además, Johnson afirma que los movimientos de las divisas también están influyendo en la escalada de precios, ya que el precio del petróleo sube a medida que se deprecia el dólar. En este contexto, la reciente llamada del G-7 a los mercados de divisas extranjeras para que eviten la volatilidad perjudicial “podría ayudar”.