En esos momentos, el imperativo para el equipo Clinton era tratar de no recordar en nada a la administración demócrata previa, la dirigida por Jimmy Carter. Los años Carter fueron ampliamente considerados infelices, marcados por una mala economía y situaciones embarazosas en el extranjero, y coronados por una humillante derrota en las urnas. Hoy la situación es bastante diferente. Los años Clinton se vieron marcados por una impugnación y un sinnúmero de controversias, pero Clinton dejó el cargo con un buen historial económico, un presupuesto en el terreno positivo y una gran popularidad. Recordar los tiempos de Clinton es algo aceptable - en algunos casos deseable - para Obama.
"La cuestión es que tienen algo que no teníamos en el 92 y el 93, es decir un pasado utilizable", dice William Galston, un profesor de política que formó parte de ese equipo Clinton. "Sería tonto no utilizarlo". Así que Obama lo está utilizando, empezando por Gore. Aunque la influencia del ex vicepresidente puede ser la que reciba la menor atención, puede ser la más marcada. Debido a que la economía y las guerras en Irak y Afganistán acaparan la mayor atención, no se ha prestado mucha atención a cuánto los equipos de energía y medioambiente de Obama quieren hacer por cambiar el status quo - y al alcance de la influencia de Gore en su pensamiento.
Esta empieza por la mujer que será la "zar" de la energía y medio ambiente, Carol Browner, quien adquirió experiencia en la oficina del entones Senador Gore antes de estar a cargo de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) durante los años Clinton. La nueva jefa de la EPA, Lisa Jackson, y la nueva directora del Consejo de Calidad Medioambiental de la Casa Blanca, Nancy Sutley, trabajaron para Browner en la EPA.
Más aún, el elegido por Obama como Secretario de Energía, Steven Chu, un científico de la Universidad de California ganador del Premio Nóbel, pone un énfasis parecido al de Gore en el cambio climático y los carburantes alternativos. En economía, el impacto de Rubin es fácil de percibir, sencillamente al mirar a los elegidos por el nuevo presidente para lidiar con la recesión. (El propio Rubin podría bien ser una de las personas al lado del presidente si no fuera por el tiempo que pasó como ejecutivo muy bien remunerado de Citigroup, firma que ha tenido mucho que ver en el colapso del mercado financiero en los últimos meses.
Los protegidos de Rubin han sido elegidos para llenar los cargos económicos más importantes: Timothy Geithner, elegido como Secretario del Tesoro, el líder del Consejo Nacional Económico, Lawrence Summers, el futuro director del presupuesto Peter Oszag y el asesor de la Casa Blanca Jason Furman trabajaron todos con Rubin en el Tesoro de la administración Clinton. Es difícil determinar cuánto la política económica de Rubin se plasmará en las políticas de Obama. La piedra angular del desempeño de Rubin - atacar el déficit federal - está muy alejado de la era actual en la que el déficit para fomentar el crecimiento es considerado una virtud. Pero la influencia de Rubin podría significar que el equipo Obama, en el fondo, tiene genes anti-déficit que podrían emerger más tarde.
Es deja al ex presidente Clinton, cuya conexión más clara con el equipo Obama es su esposa, la Secretaria de Estado entrante, Hillary Clinton. De manera más amplia, preparó a muchos de los centristas - como el Jefe de Personal de la Casa Blanca Rahm Emanuel - que ahora ostentan cargos importantes con Obama.
Pero la influencia de Clinton es más profunda. Como Galston hace notar, el ex presidente llevó a los demócratas al centro en dos asuntos sociales con fuerte carga racial - la delincuencia y la reforma del seguro social - y prácticamente anuló la controversia entorno a esos temas. Eso liberó a Obama para centrarse en otros asuntos. ros dos legados de Clinton en materia de política - el presupuesto equilibrado y el libre mercado - no están muy en boga. Sin embargo, hay una lección de Clinton más amplia que Obama parece haber absorbido: el pragmatismo y un poco de centrismo son buenas armas para ayudar a un presidente demócrata a tener éxito.