Las materias primas, la escasez de la cadena de suministro, la presión laboral y los costes de transporte han aparecido con especial frecuencia.
Estas presiones implican que probablemente ya se haya alcanzado la mayor parte de la expansión de los márgenes en este ciclo y que el futuro crecimiento de los beneficios dependerá en gran medida de las perspectivas de la demanda y de la capacidad de fijación de precios. La encuesta de la NFIB a las empresas estadounidenses confirma esta tendencia. Observamos que el número neto de empresas que planean aumentos de precios (para compensar las presiones de los costes) está máximos de más de 10 años.
En general, una inflación generalizada y un entorno de fuerte crecimiento nominal favorecen el crecimiento de los ingresos y los beneficios de las empresas. Sin embargo, la inflación que estamos experimentando ahora se centra en ciertos focos relacionados con la cadena de suministro, algunas materias primas o la escasez de mano de obra cualificada. Esto significa que el impacto inflacionista puede no estar distribuido uniformemente en el mercado.
Supervivencia frente a prosperidad
La temporada de resultados del tercer trimestre arranca en un par de semanas y sin duda escucharemos casos de empresas que no obtienen beneficios y culpan a las limitaciones de la cadena de suministro.
Las empresas que corren más riesgo son las que no pueden trasladar los aumentos de costes a sus consumidores/compradores finales. Los minoristas en mercados competitivos, las en las que los precios de los artículos no superan el dólar, algunas aerolíneas y las empresas de logística o transporte, probablemente sufrirán conforme continúa el aumento de los costes de los insumos. En el pasado, los inversores han premiado a las empresas con inventarios reducidos, entregas justo a tiempo y operaciones racionalizadas. Algunos de estos modelos pueden ponerse a prueba en el entorno actual.
Sin embargo, algunas empresas pueden prosperar en un entorno inflacionista. Las perspectivas son brillantes para aquellas que pueden repercutir los aumentos de precios y cuyos ingresos pueden crecer con más rapidez que su base de costes. Las compañías con un buen poder de fijación de precios suelen encontrarse en sectores con lealtad a la marca: las marcas de lujo o algunas de las compañías de bebidas alcohólicas pueden ser ejemplos de ello. Las firmas que cuentan con un buen poder de fijación de precios pueden aumentar sus beneficios en un entorno inflacionista. Las que tienen márgenes elevados también están en buena posición, ya que su sensibilidad al aumento de los costes de los insumos puede ser menor.
Las compañías cuyas cadenas de suministro son cortas y tienen una buena estrategia de abastecimiento también pueden salir ganando. Éstas pueden ser más pequeñas, tener presencia local y prevalecer en el mercado no cotizado.
Inflación y valoraciones
Hemos visto que algunas empresas han ajustado su combinación de ventas para conseguir mejores precios. Por ejemplo, los fabricantes de automóviles se han visto muy limitados por la escasez de componentes. Han respondido orientando su producción hacia los modelos de gama alta, que ofrecen precios más altos. En este caso, la producción puede resentirse (menos coches producidos), pero el golpe a la línea de ingresos puede compensarse con una mayor fijación de precios/una mejor combinación. Esto limita el impacto global en la línea superior (los ingresos).
La inflación generalizada no es necesariamente mala para los beneficios empresariales. El apalancamiento operativo es más potente cuando la línea superior nominal se acelera.
Es difícil comentar las valoraciones a nivel agregado. Los inversores acostumbran a reconocer factores como los márgenes elevados y el buen poder de fijación de precios, por lo que es probable que los precios coticen con una prima. Dicho esto, es probable que estas empresas sigan comportándose bien si siguen aumentando sus beneficios en un entorno en el que otras decepcionan.