En estos momentos, el país gobernado por Trump cotiza a un ratio PER (precio/ beneficios) de 16,6 veces, cuando su media de 15 años es de 14,8 veces. Aunque el resto de áreas geográficas también superan esta media lo cierto es que la diferencia es menor.
La cuestión principal es si la renta variable no estadounidense puede registrar buenos resultados independientemente de lo que haga la estadounidense debido al liderazgo y a la influencia que ejerce Wall Street en el mercado financiero global. Nosotros creemos que sí, en términos relativos, ya que en muchos mercados no estadounidenses encontramos valoraciones menos ajustadas.
La renta variable no estadounidense resulta atractiva, gracias al estable crecimiento económico de Europa y Japón, las medidas de estímulo de los bancos centrales y las reducidas valoraciones en comparación con el mercado estadounidense. Además, tras las elecciones del año pasado, la estabilidad política está volviendo a la Unión Europea. Es posible que la confianza de los inversores continúe aumentando, ya que el presidente francés Emmanuel Macron y la canciller alemana Angela Merkel trabajan para consolidar una base de poder destinada a dominar la UE tras la salida del Reino Unido en marzo de 2019.
La política monetaria expansiva se mantiene activa en Europa y Japón, a pesar de las medidas adoptadas recientemente encaminadas a la normalización. El Banco Central Europeo pretende poner fin a su programa de estímulos este mismo año, pero no prevé subir los tipos de interés hasta mediados o finales de 2019, y el Banco de Japón no ha establecido plazos aún. Es decir, que es posible que la etapa del «dinero fácil» se prolongue en los mercados no estadounidenses. Además, ambas economías han mostrado signos de ralentización, lo que podría traer consigo nuevas medidas de estímulo.
En opinión de expertos de Capital Group como Lisa Thompson, gestora de renta variable, uno de los sectores en el que se pueden encontrar oportunidades especialmente atractivas es el denostado sector financiero europeo.
La crisis financiera que se desató hace ahora una década azotó con dureza a este sector. No sólo por el impacto de la crisis sobre sus balances, cargados en muchos casos con toneladas de créditos impagados de diversa índole. En España el principal problema tras la crisis fue el crédito inmobiliario y promotor que ha obligado a una fuerte restructuración en el sistema.
Pero, además, los bancos europeos se han tenido que enfrentar recientemente al endurecimiento de la normativa y a un entorno de tipos bajos. Un cóctel especialmente nocivo para un negocio que necesita que los tipos sean algo más altos para recuperar sus márgenes. Nosotros pensamos que ante el crecimiento de la economía y la previsión de subida de tipos, el próximo año ciertos bancos resultan relativamente atractivos.
Álvaro Fernández Arrieta y Mario González Pérez, Responsables de Desarrollo de Negocio para España, Portugal y Andorra de Capital Group