Sabíamos que el presidente Trump sería radical, le oímos prometer que impondría grandes aranceles a los socios comerciales de Estados Unidos.  Hasta ahora el consenso en los mercados era que se trataba sobre todo de una estratagema de negociación, y que los aranceles reales serían mucho menores. La mayor parte de la retórica preelectoral se dirigía a China, pero a este país se le imponen aranceles adicionales del 10%, una cifra muy inferior a los aranceles del 25% aplicados a Canadá y México. Todo esto supone una gran sorpresa. En la actualidad, el arancel medio de Estados Unidos es del 2,3%. Con el plan del presidente Trump se multiplicaría por cuatro. 

Por supuesto, es posible que estos aranceles se negocien en los próximos días -lo discutiremos más adelante-, pero partamos de la base de que siguen adelante.

Es probable que Canadá y México entren en recesión y que Europa siga su ejemplo, suponiendo que también imponga aranceles allí. El Reino Unido también sufrirá, pero en términos relativos podría salir bien parado. El crecimiento de EE.UU. también se resentirá, pero de forma moderada, y se mantendrá lejos de la recesión.

Canadá y México no tienen que subir sus precios de exportación un 25%. El dólar canadiense ha caído un 8% frente al dólar estadounidense en el segundo semestre de 2024. El peso mexicano ha bajado un 17% sobre la misma base.  Esto atenuará el impacto sobre sus exportaciones, aunque seguirán sufriendo en términos de pérdidas comerciales. El sentimiento antiestadounidense y los aranceles de represalia impulsarán la demanda interna a expensas de las exportaciones estadounidenses, pero el efecto neto seguirá siendo claramente negativo.

La inflación estadounidense subirá, pero sólo un poco, quizá medio punto porcentual más o menos. El mercado supone que esto mantendrá a la Reserva Federal a la espera, y algunos analistas sugieren incluso que se avecina una subida de tipos. A nosotros no nos preocupa tanto. La Reserva Federal puede pasar fácilmente por alto efectos puntuales como éste. Además, es más probable que los bancos centrales de los «países víctimas» relajen los tipos. Esto beneficiaría al dólar estadounidense, pero, una vez más, no sobrestimaríamos el impacto.

Más allá de estos efectos inmediatos, las políticas de Trump amenazan con dañar seriamente las relaciones estratégicas y económicas, dando un firme impulso a una tendencia que ya estaba en marcha. La deslocalización y las sofisticadas cadenas de suministro habían recibido varios golpes en la última década aproximadamente y el comercio mundial se ha estancado. Trump amenaza con acelerar este proceso con un impacto económico negativo en todas partes.

Incluso si los aranceles amenazados se negocian a la baja o se eliminan en los próximos días, no hay nada que impida al presidente Trump volver a hacerlo. 

Antes de entusiasmarme demasiado, conviene señalar que todo esto se aplica a los bienes. Los servicios constituyen el grueso del empleo y del PIB en las economías desarrolladas, y no están expuestos a los aranceles. El mercado bursátil estadounidense, centrado en la tecnología y los servicios, sigue siendo atractivo en términos relativos. Esa era nuestra opinión antes de la agitación arancelaria y sigue siéndolo ahora.