Tras un intenso debate en los mercados a lo largo del verano, parece que este ciclo de subidas -uno de los más rápidos y agresivos de las últimas décadas- ha llegado a su fin, en lugar de tomarse una pausa. A lo largo de este otoño, cinco bancos centrales de mercados desarrollados mantuvieron los tipos sin cambios, mientras que el Bank of Japan (BoJ), el Banco Central Europeo (BCE), el Reserve Bank of Australia (RBA), el Reserve Bank of New Zealand (RBNZ) y el Bank of Canada (BoC) no los subieron. Si nos fijamos en la primera mitad de noviembre, la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra también se mantuvieron sin cambios.

Por un lado, este panorama se enmarca en un entorno poco habitual. La inflación sigue lejos del objetivo, e incluso ha aumentado en algunos países. En EE.UU. se produjo un sorprendente repunte hasta el 3,7%, con lo que la inflación casi duplica el objetivo declarado del 2%. Asimismo, la tasa de desempleo sigue siendo baja (3,8%), muy por debajo de la NAIRU o tasa de paro no aceleradora de la inflación (4,5%).

Por otra parte, la inflación ha descendido desde su nivel máximo y estamos asistiendo a una desaceleración significativa en varias economías, lo que hace que la disyuntiva crecimiento-inflación esté en el punto de mira de los responsables políticos de todo el mundo. Los tipos siguieron subiendo y continuaron la tendencia al alza observada en septiembre y comienzos de otoño, con los bonos a largo plazo cediendo más que la parte delantera de las curvas.

Se trata de un difícil ejercicio de equilibrio para los bancos centrales, cuyo mensaje parece haber pasado de la lucha contra la inflación a toda costa a un mensaje mucho más matizado centrado en no dañar innecesariamente el ciclo económico.

Los mercados parecen estar atrapados en el mismo paradigma, ya que prevén un entorno de tipos más altos durante más tiempo y, al mismo tiempo, predicen recortes de tipos ya en el primer semestre de 2024, como se observa en el gráfico siguiente. Creemos que esto conducirá a una mayor volatilidad y divergencia, ya que los distintos responsables políticos enfocan el dilema de manera diferente.

Algunos se centrarán más en conseguir que la inflación vuelva al objetivo, mientras que otros serán especialmente sensibles a los indicadores de crecimiento y a los datos de desempleo.

Los mercados apuestan claramente por recortes en 2024, pero para nosotros sigue sin estar claro si es lo correcto, teniendo en cuenta el cambiante panorama macroeconómico en el que nos encontramos. Si no se controla la inflación, los beneficios a corto plazo pueden causar perjuicios a largo plazo.

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