Soplan vientos de cambio en Japón. La reforma empresarial, el crecimiento salarial y la revolución digital están poniendo fin a varias décadas de deflación e impulsando el mercado hacia máximos que no veíamos desde 1989. Los responsables políticos instan a las compañías a priorizar a sus accionistas y el gobierno ha creado una agencia digital para reducir la brecha de innovación que existe en relación con otros países.

La digitalización es una cuestión clave para superar los problemas demográficos e impulsar la productividad. Este enfoque está favoreciendo la demanda de los productos de ciertas compañías, como la empresa de soluciones de software OBIC y la compañía especializada en la formación a distancia JustSystems.

Por otra parte, el bajo coste que tiene hacer negocios en Japón está atrayendo inversión extranjera directa. El sector de los semiconductores sigue repuntando en el país: a pesar de que no ofrece fabricantes avanzados ni fundiciones globales, algunas compañías como Tokyo Electron fabrican materiales que resultan esenciales para la cadena de suministro. Por su parte, algunas compañías internacionales están instalando fábricas en Japón, como es el caso de la planta de Kumamoto de TSMC.

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