La inmigración en EE.UU. se ha disparado en los últimos años. Hay distintas opiniones sobre el tamaño exacto de esta oleada pospandémica, pero teniendo en cuenta las estimaciones de la Oficina del Censo y de la Oficina Presupuestaria del Congreso, yo situaría entre 7 y 10 millones el número de inmigrantes que han entrado en EE.UU. desde 2021. El aumento medio anual en la década anterior fue de menos de un millón al año, por lo que estas estimaciones sugieren que el ritmo se ha duplicado como mínimo.
Este aumento impulsó la oferta de mano de obra estadounidense, contribuyendo a enfriar el mercado laboral y a frenar la inflación al ralentizar las subidas salariales. Asimismo, estimuló un crecimiento medio anual de la población activa del 1,8% en 2022 y 2023, lo que contribuyó a un mayor crecimiento económico y a afianzar la desinflación.
Sin embargo, gran parte del aumento de la inmigración se debió al incremento de los inmigrantes indocumentados, que pusieron a prueba las finanzas de las ciudades y los Estados afectados y aumentaron drásticamente la oferta de mano de obra en los niveles salariales más bajos, mermando el poder de negociación de los trabajadores en activo al aumentar la competencia.
El Gobierno de Biden respondió con una política de inmigración más restrictiva y, aunque no ayudó en las elecciones estadounidenses, frenó el flujo de inmigrantes. Es demasiado pronto para decir con precisión cuándo se reflejará esta ralentización en los datos del mercado laboral, pero espero que el crecimiento de la población activa se ralentice sustancialmente a lo largo de este año.
Ahora, la cuestión es hasta dónde llegará Trump con sus políticas de inmigración, que podrían acelerar en gran medida el endurecimiento del mercado laboral. Las tasas de participación en la población activa ya han descendido algo, quizá como reflejo de la decisión de algunos trabajadores de pasar desapercibidos ante la amenaza de un mayor escrutinio gubernamental.
Con estimaciones que sugieren que hay aproximadamente entre 11 y 14 millones de inmigrantes indocumentados en EE.UU. (5% - 7% de la población activa), sería un reto logístico y de recursos significativo para la administración Trump llevar a cabo rápidamente las deportaciones a gran escala prometidas. Aun así, se calcula que hasta tres millones de inmigrantes indocumentados podrían acabar abandonando Estados Unidos en los próximos años. Muchos entraron en libertad condicional temporal (por ejemplo, con programas de libertad condicional humanitaria) o bajo la condición de una «notificación de comparecencia» ante un tribunal de inmigración. La historia sugiere que más de la mitad de estos solicitantes de asilo serán rechazados en los tribunales y es probable que la administración Trump adopte una postura dura con los que sean rechazados.
Trump ha declarado la emergencia en la frontera entre EE.UU. y México (como en 2019) y ha emitido diversas órdenes ejecutivas, aunque es probable que los tribunales paralicen algunas de estas medidas en las próximas semanas y meses. Incluso en el espacio de la inmigración cualificada, que cuenta con algunos partidarios dentro de la administración Trump, los estudiantes e inmigrantes de ciertos países (por ejemplo, China) pueden enfrentarse a un mayor escrutinio, al menos al principio. Esto puede significar que las empresas que traten de hacer frente a la escasez de mano de obra cualificada probablemente recurran más a la deslocalización, lo que podría repercutir en un menor crecimiento en EE.UU.
Mi hipótesis de partida es que emplear la mano dura contra la libertad condicional humanitaria y otros programas reducirá el número de inmigrantes hasta en 75.000 al mes. Espero que gran parte de este cambio se produzca en los próximos dos o tres años.
Entre las implicaciones que preveo está un cambio en el nivel de equilibrio del aumento del empleo necesario para mantener estable la tasa de desempleo: el aumento de la inmigración ha permitido a EE. UU. incrementar el empleo en unas 200.000 personas al mes durante los dos últimos años, sin que la tasa de desempleo descendiera a un nivel que provocara un aumento de la inflación. A medida que disminuya la inmigración, la economía tendrá que ralentizarse hasta un punto en que el aumento del empleo no supere las 100.000 personas al mes.
Si mis suposiciones son correctas, cabría esperar que un mercado laboral tenso presionara al alza los salarios reales de los trabajadores actuales y fomentara la automatización, ya que las empresas se ven obligadas a innovar y a ampliar sus operaciones para ahorrar en costes laborales. Desde el punto de vista de la industria, la agricultura, la construcción, el procesado de alimentos, la asistencia sanitaria a domicilio y las actividades de ocio son algunos de los sectores que dependen en gran medida de los inmigrantes indocumentados y que podrían sufrir nuevas presiones salariales. La vivienda también puede sufrir el impacto, ya que la tasa de vacantes de alquiler podría aumentar un poco a medida que la gente abandone el país.
Por último, cabe destacar la importancia de la inmigración para el crecimiento de la población activa estadounidense, dado el envejecimiento demográfico del país. El crecimiento de la población fue de sólo el 0,1% en 2020, pero aumentó hasta el 1% en 2024, con un 80% de aumento procedente de la inmigración. Las proyecciones actuales sugieren que el crecimiento de la población se ralentizará hasta el 0,3% - 0,4% anual en 2030, y que la inmigración representará dos tercios del aumento. Esto significa que unas políticas de inmigración específicas y oportunas que reconozcan la necesidad de mano de obra pueden ser esenciales para el crecimiento económico del país.
La capacidad y disposición de EE.UU. para absorber inmigrantes ha sido durante mucho tiempo una ventaja económica competitiva. Aunque la política reciente puede haber planteado retos al país, encontrar un marco sólido para la inmigración legal será fundamental a futuro.