Muchos analistas de mi edad se acuerdan de los años 70 y 80, cuando las autoridades estadounidenses perdieron el control tanto de la inflación como del déficit presupuestario. El rendimiento de los bonos se disparó, la economía estadounidense entró en recesión y la inflación y los tipos de interés se desplomaron. O eso es lo que se cree. Ed Yardeni, uno de los principales economistas de Wall Street, acuñó la expresión «Bond Vigilantes», que se tomaban la justicia por su mano cuando las autoridades competentes no mantenían el orden. En el Reino Unido ocurrió algo parecido, con la complicación añadida de la crisis de la libra esterlina.

Pues bien, los “Bond Vigilantes” han vuelto. Pese a que la inflación es mucho menor hoy en día, los déficits presupuestarios son mayores, no sólo en EE.UU. sino en todo el mundo. Con un 6,3% del PIB, el déficit presupuestario estadounidense supera ahora cualquiera de las cifras de los años 70 y 80, incluso en años de recesión.  Dada la fortaleza de la economía estadounidense, debería ser mucho menor. La deuda pública estadounidense está aumentando rápidamente y se prevé que supere el 100% del PIB este año, frente al 30% en 2010. La nueva Administración tiene planes ambiciosos para recortar el gasto con un flamante Departamento de Eficiencia Gubernamental, dirigido por Elon Musk. Me gustaría que me sorprendiese la magnitud de su éxito, pero por ahora soy escéptico. El próximo presidente Trump tiene una agenda de recortes fiscales y a los mercados no les gustan sus planes de incrementar drásticamente los aranceles. La subida de los rendimientos de los bonos ha afectado a la renta variable a pesar de los buenos resultados.

El Reino Unido se ha visto especialmente afectado y el aumento de los rendimientos de los bonos del Estado ha supuesto un duro golpe para las reglas fiscales del Canciller Reeves. Ahora bien, cualquiera que siga los mercados de bonos sabrá que alrededor del 75% de las subidas y bajadas de los bonos británicos vienen determinadas por el mercado de bonos estadounidense. En este sentido, estamos atrapados en el fuego cruzado de los “Bond Vigilantes”.   Sin embargo, el otro 25% es responsabilidad nuestra, y las decisiones del gobierno entrante de permitir grandes aumentos de los salarios mínimos y del sector público y de aumentar los costes de la Seguridad Social han agravado mucho la situación.

¿Dónde va a terminar todo esto? En lo que respecta a Estados Unidos, creemos que la inflación seguirá bajando a lo largo de 2025 a pesar de la fortaleza de la economía estadounidense. También creemos, aunque con menos confianza, que la nueva administración estadounidense recortará el déficit presupuestario. Ello debería traducirse en un descenso de los rendimientos de los bonos del Tesoro. En cuanto al Reino Unido, los próximos meses serán especialmente difíciles. Las empresas subirán los precios y recortarán plantilla antes de los grandes aumentos de los costes salariales previstos para abril. La demanda podría ser firme, ya que los trabajadores gastarán sus compensaciones salariales por encima de la inflación y los compradores de viviendas se apresurarán a realizar transacciones antes de que suba el impuesto de actos jurídicos documentados. Los mercados esperan que el Banco de Inglaterra recorte los tipos de interés cuando se reúna el mes que viene, aunque yo creo que deberían mantener los tipos. Además, es probable que el informe de marzo de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria muestre que el endeudamiento supera los límites fiscales del Gobierno, lo que hace temer más subidas de impuestos y la necesidad de tomar decisiones de gasto políticamente complejas. No todo es malo. Las generosas retribuciones del sector público han puesto fin a la mayoría de las huelgas, al menos por ahora. El sector de la construcción parece optimista, sin contar con el mercado de la construcción de viviendas. Si los rendimientos bajan en Estados Unidos, el Reino Unido hará lo mismo. Los “Bond Vigilantes” podrán volver a jubilarse y los activos de riesgo podrán repuntar de nuevo.