Analizamos las oportunidades que surgen de un nuevo enfoque de la seguridad, impulsado por nuestra convicción de que nos encontramos en un entorno de aceleración de la competencia entre grandes potencias y de inestabilidad geopolítica. Creemos que esto llevará a los responsables políticos a dar prioridad a tres facetas diferentes de la seguridad: la seguridad nacional, la seguridad económica y la seguridad de los recursos.
Un orden mundial cambiante
El entorno geopolítico actual es el más complejo e impredecible de las últimas décadas. Es probable que los retos geopolíticos continúen durante los próximos años, ya que las guerras entre Rusia y Ucrania y entre Israel y Hamás, las tensiones entre las grandes potencias de EE.UU. y China, las crecientes tensiones climáticas y otras cuestiones de seguridad nacional repercuten aún más en la inversión mundial, la política y la macroeconomía.
En nuestra opinión, hay tres cuestiones clave que dominan el panorama geopolítico actual:
- El deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y China, que se está extendiendo por Europa y el Indo-Pacífico, y que conduce a un entorno de competencia entre grandes potencias.
- La potencial escalada de las guerras entre Rusia y Ucrania y entre Israel y Hamás u otras conflagraciones indirectas que puedan derivarse de ellas.
- Los crecientes retos para la seguridad nacional relacionados con el cambio climático.
El elevado riesgo geopolítico y la desglobalización son la nueva normalidad, lo que podría aumentar la volatilidad de los mercados mundiales y, al mismo tiempo, presentar un impulso positivo a largo plazo para determinados sectores. El resultado puede ser la perturbación y la dispersión entre regiones, países, sectores y empresas, lo que podría generar oportunidades atractivas para los inversores.
Seguridad nacional
Los gobiernos nacionales se están preparando para una competición geopolítica que durará décadas y que abarcará el comercio, la política económica, la diplomacia mundial y la política militar y de defensa. La competencia entre grandes potencias ya se perfila como un marco político estadounidense y probablemente seguirá siéndolo durante décadas. Otras potencias, en particular Japón, India, Corea del Sur, la Unión Europea, Australia y el Reino Unido, también buscan cada vez más ajustar sus posturas estratégicas a un entorno internacional más hostil.
A medida que aumenten las tensiones geopolíticas, esperamos que se acelere el gasto en defensa (Gráfico 1), lo que impulsaría la demanda a largo plazo en las empresas de "defensa tradicional" e "innovación en defensa". Por "defensa heredada" se entienden las empresas aeroespaciales y de defensa que atienden principalmente a los sectores militar y de las fuerzas de seguridad. Esto se verá acentuado por la profundización de las alianzas mundiales en materia de seguridad en los próximos meses y años.
A medida que los gobiernos traten de reforzar la seguridad nacional, invertirán en tecnología emergente. Los arsenales de defensa modernos dependen cada vez más de empresas civiles/militares de doble uso para tecnologías de semiconductores, ciberdefensa y seguridad, así como infraestructuras de telefonía móvil y comunicaciones.
Seguridad económica
Una mayor atención a la seguridad nacional debería conducir a una mayor "protección y promoción" de los sectores estratégicos a través de medidas políticas, controles específicos de las exportaciones y acciones legislativas. Entre los sectores estratégicos en los que podrían centrarse los responsables políticos figuran las tecnologías de semiconductores y la inteligencia artificial.
Es probable que, algunas empresas empiecen a tener prioridad en determinados países, convirtiéndose en campeones nacionales, es decir, empresas que gozan de una posición dominante en la economía de un país gracias a una política favorable. Las cadenas de suministro mundiales también se verán alteradas a medida que los gobiernos animen a las empresas a establecer relaciones de amistad con sus aliados en lugar de con sus rivales.
En EE.UU., la Ley de Reducción de la Inflación y las Leyes CHIPS y de Ciencia (CHIPS and Science Acts) son ejemplos de normativas destinadas a apoyar la fabricación doméstica y el aprovisionamiento de los aliados de libre comercio de EE.UU. para industrias estratégicas como la energía limpia, la sanidad y la cadena de suministro de semiconductores. La UE ha respondido del mismo modo con políticas similares, como la Ley de CHIPS europea, cuyo objetivo es ayudar a impulsar la capacidad de recuperación de las tecnologías de semiconductores.
Seguridad de los recursos
Los responsables políticos consideran que el cambio climático es un problema fundamental de seguridad nacional, que los mercados infravaloran: un "multiplicador de amenazas" que complica aún más el telón de fondo geopolítico. El cambio climático afecta sobre todo a las regiones ecuatoriales y tropicales, y amenaza con exacerbar las migraciones climáticas, la escasez de alimentos y agua, los trastornos agrícolas, las guerras por los recursos, el extremismo político y los problemas sanitarios. A largo plazo, el cambio climático en particular supone un riesgo significativo para el suministro y la seguridad alimentaria, ya que hace que los patrones meteorológicos sean menos predecibles, lo que provoca una mayor variabilidad en el rendimiento de los cultivos. También preocupa la escasez de recursos, con la pérdida de tierras cultivables debido a la urbanización, la industrialización y la reducción de la biodiversidad.
Un área de especial interés para los gobiernos es el acceso a minerales críticos, como el níquel, el cobalto y el aluminio. Se considera que estos minerales son importantes para una serie de industrias, especialmente las implicadas en la transición hacia energías limpias, y las existencias son escasas. Estados Unidos, China y Rusia ya compiten por el acceso a estos minerales en América Latina, África y en todo el mundo, y esta competencia no hará sino acelerarse.
Riesgos y oportunidades
Las perturbaciones que se avecinan ofrecen importantes oportunidades a largo plazo para encontrar ganadores a escala regional, nacional, sectorial y empresarial; sin embargo, existen, por supuesto, riesgos para nuestras perspectivas. No menos importante es el riesgo de un conflicto de gran envergadura, que probablemente tendrá implicaciones impredecibles en todos los mercados de capitales. Estos riesgos hacen pensar que el camino ideal probablemente sea en el que se realicen mejoras de la seguridad a la vez que conseguimos una relajación de las tensiones mundiales. Por otra parte, es probable que el camino aparentemente imparable del cambio climático y su impacto en la seguridad nacional -sin una cooperación intergubernamental significativa- siga creando oportunidades para las empresas alineadas con este tema.
Creemos que, con una gestión adecuada, esta tendencia estructural podría ser un viento de cola a largo plazo para determinadas industrias y empresas, que tienen potencial para beneficiarse del aumento del gasto, el apoyo de los responsables políticos y la condición de campeones nacionales.
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