1) Los inversores se preocupan demasiado por el ganador de las elecciones
La política puede suscitar fuertes emociones y prejuicios, pero los inversores harían bien en ignorar el ruido y centrarse en el largo plazo. A pesar de que los mercados pueden mostrar volatilidad en los años electorales, el partido político que llega a la Casa Blanca apenas marca diferencias en lo que respecta a la rentabilidad de las inversiones a largo plazo.
El signo del partido en el poder tampoco ha supuesto una diferencia significativa para las acciones. Desde 1933, ha habido ocho presidentes demócratas y siete republicanos, y la dirección general del mercado siempre ha sido alcista. Salir del mercado para evitar a un determinado partido o candidato en el poder podría haber mermado gravemente la rentabilidad a largo plazo de un inversor.
La historia demuestra que la renta variable ha funcionado bien independientemente de la configuración política de Washington. Desde 1933, ha habido 44 años en los que un partido ha controlado la Casa Blanca y el Congreso al mismo tiempo. Durante estos periodos, las acciones registraron una rentabilidad media anual del 14,4%, ligeramente superior a las ganancias medias cuando el Congreso estaba dividido entre los dos partidos. Históricamente, el resultado «menos bueno» ha sido cuando el Congreso está controlado por el partido opuesto al presidente, pero incluso en este caso la rentabilidad media ha sido de dos dígitos.
Muchos analistas electorales esperan que el Senado pase a manos republicanas en noviembre. Pero los estrechos márgenes en ambas cámaras del Congreso y los cambios en las encuestas para las elecciones generales hacen que cualquier resultado sea posible. Puede que los votantes tengan una marcada preferencia por estos resultados, pero los inversores deberían consolarse con el hecho de que todos estos escenarios han producido históricamente fuertes rendimientos de la renta variable.