Existe un consenso razonable sobre las perspectivas para 2025. Estanflación en el Reino Unido, estancamiento en Europa y ricitos de oro en Estados Unidos. Esta semana analizaremos lo que esto significa y nos preguntaremos en qué se equivoca el consenso.  Al fin y al cabo, lo importante para los mercados financieros suelen ser las sorpresas económicas, más que los propios resultados.

Empecemos por el Reino Unido. Los lectores habituales sabrán que he dado un giro de 180 grados, pasando del optimismo al pesimismo desde las elecciones. No todo es culpa del nuevo Gobierno. La economía de la eurozona, de lejos nuestro mayor socio comercial, ha sido débil. Los precios de la energía iban a bajar, pero ahora están subiendo. Y no es el petróleo lo que importa aquí, sino el gas natural. El año pasado por estas fechas esperábamos que la factura energética de los hogares bajara este invierno, pero en realidad ha subido un 10%. También esperábamos que los precios siguieran bajando en 2025, pero ahora lo más probable es que suban. Esto ha afectado a la confianza de los consumidores. Pero el nuevo gobierno ha empeorado las cosas con grandes subidas de impuestos, gastos y préstamos, además de aumentar los salarios del sector público y el salario mínimo. No me malinterpreten, el aumento del salario mínimo es bienvenido desde una perspectiva social, y la política ha funcionado bien hasta hace poco. Pero la magnitud del cambio parece ahora destinada a dañar la economía. Tras incrementos cercanos al 10% en los dos últimos años, el salario mínimo subirá un 6,7% en abril. Con ello, el aumento acumulado desde 2021 será del 37%. Para algunos de los trabajadores más jóvenes, se aproxima al 50%. El aumento masivo de las cotizaciones patronales a la seguridad social, que también se producirá en abril, ha empeorado mucho más la situación. Sin un aumento de la productividad -notablemente ausente en el Reino Unido en los últimos tiempos-, esto conducirá a una reducción del empleo, una mayor inflación y el cierre de empresas. Las más afectadas serán las empresas intensivas en mano de obra y las situadas en regiones deprimidas. No todo es malo. Los consumidores británicos tienen grandes ahorros y pueden gastar más. Los que cobran el salario mínimo gastarán cada libra extra que consigan. El nuevo ministro ha mantenido los generosos incentivos a la inversión introducidos por el gobierno anterior y deberíamos ver un impulso a la productividad. Pero creo que la economía británica registrará una mayor inflación y un crecimiento más débil en 2025.  Esto planteará un dilema al Banco de Inglaterra: tendrá que mantener los tipos de interés altos para contener la inflación, pero se verá presionado a seguir recortándolos dada la debilidad de la economía. El gobernador Andrew Bailey ha sugerido que el tipo de interés bancario podría bajar un 1% este año. Yo creo que habrá menos recortes.

La economía estadounidense es, por supuesto, la más importante, en muchos sentidos más que la propia británica para los mercados financieros del Reino Unido. Y estoy de acuerdo con el consenso de que los EE.UU. seguirán funcionando bien. El crecimiento no es lo suficientemente cálido como para impedir la caída de los tipos de interés, ni lo suficientemente frío como para arriesgarse a una recesión.  Mientras que nosotros nos enfrentamos a grandes subidas de impuestos, en EE.UU. está ocurriendo lo contrario, ya que gran parte de los beneficios fiscales y las subvenciones de las leyes IRA y CHIPS aún no se han gastado. La confianza de los consumidores es fuerte. Sí, parece que la inflación se mantendrá por encima del objetivo en 2025, pero sólo marginalmente, y el mercado sólo espera modestos recortes de los tipos de interés; podrían llevarse una grata sorpresa.  Las políticas del presidente electo son la gran incertidumbre, por supuesto, pero el enfoque en las medidas del lado de la oferta es bienvenido y los aranceles pueden hacer más daño a sus socios comerciales que a los propios EE.UU.

En cuanto a Europa, el consenso del mercado es tan pesimista que creo que veremos un mejor crecimiento. El gasto de los consumidores ha sido débil y existen graves problemas estructurales en el sector manufacturero, sobre todo en Alemania. Pero las finanzas de los consumidores están saneadas, la confianza mejora y los tipos de interés son bajos y están bajando. Así pues, creo que Europa tendrá este año un comportamiento algo mejor de lo esperado.

Mi última previsión es más bien una esperanza y se refiere a los terribles conflictos en Ucrania, Oriente Medio y gran parte de África, que han causado miseria a millones de personas. Algunos de estos conflictos deberían terminar o, en todo caso, disminuir en 2025. Si acierto una sola previsión en 2025, que sea ésta.