1. La inflación probablemente ha dejado atrás sus máximos

En todo el mundo, los factores que han estimulado la inflación tras la pandemia han cambiado de dirección en su mayor parte. Los
costes del transporte de mercancías de China a Europa y EE.UU. han descendido hasta los niveles de enero de 2021, incluso más, los
problemas de las cadenas de suministro están corrigiéndose rápidamente y las materias primas industriales están un 20% por debajo
de los máximos alcanzados tras la invasión rusa de Ucrania.

Todas las señales apuntan a que la inflación ha tocado techo y, en ausencia de una escalada importante de los precios del gas, esperamos que las lecturas en tasa general caigan en 2023. Un punto de atención clave para el mercado será la velocidad a la que descienda la inflación en las economías desarrolladas y con qué intensidad se ajusten los precios en los mercados de renta fija a consecuencia de ello.

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2. El crecimiento está frenándose

Esperamos que la dinámica del crecimiento mundial siga frenándose en 2023 a medida que el aumento de los costes y la caída de la
demanda erosionen el potencial de crecimiento del PIB. El efecto dominó de una economía que se desacelera en EE.UU. y China hará
que el crecimiento europeo probablemente defraude el próximo año.

La región ya está lidiando con el impacto de la guerra de Rusia en Ucrania, por lo que el contagio derivado de una desaceleración en otras regiones podría hacer que Europa entre en un periodo prolongado de recesión en 2023, uno más grave de lo que está pronosticando el BCE. Si se materializa esta situación, cabe esperar que los gobiernos europeos actúen y apliquen medidas de gasto para sostener sus economías y que los inversores vuelvan la vista hacia la calidad. Los dos escenarios serían beneficiosos para los activos de alta calidad de la región.

3. Las subidas de tipos del BCE son insostenibles

La realidad del deterioro del trasfondo macroeconómico en Europa debería poner freno a las aspiraciones de endurecimiento monetario
del BCE en 2023. No obstante, nada es imposible cuando hablamos de los bancos centrales y existe la posibilidad de que el BCE haga
oídos sordos a las señales que alertan de una recesión y siga subiendo tipos el próximo año.

Los precios de mercado actuales descuentan un tipo de depósito del 3% a mediados de 2023, algo que es extremadamente agresivo, en nuestra opinión, y tendría un coste enorme para la economía europea. Aunque pensamos que el ritmo actual de subidas es insostenible, es posible que el BCE siga elevando los tipos como lo ha hecho en 2022 y eso traería consigo recortes de tipos más acusados en el futuro.

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4. Las curvas en Europa están extremadamente planas

A tenor del enorme ajuste de los precios en los mercados en 2022, las curvas de Alemania y de swaps muestran o rondan en Europa
un grado de aplanamiento extremo comparado con la historia y ofrecen oportunidades de inversión atractivas. A medida que el mercado
evalúa lo que pronto podría percibirse como un error de política monetaria del BCE y, por consiguiente, se prepara para los recortes de
tipos en Europa, cabe esperar que dé marcha atrás la inversión de este año y que las curvas de rendimientos se eleven sustancialmente
en Europa.

Además, puesto que se prevé que los gobiernos den un paso al frente para ayudar a sobrellevar la crisis energética y la desaceleración económica en Europa, la demanda de deuda pública a largo plazo comenzará a repuntar, lo que alimentará aún más la elevación de la curva. Posicionarse de forma efectiva de cara a este escenario será beneficioso para el potencial de rentabilidad total.

5. Los rendimientos más altos deberían recibir flujos de inversión

Ahora que la era de los tipos de depósito negativos es cosa del pasado en Europa, los rendimientos de la deuda pública europea
parecen atractivos a los niveles actuales. A medida que los inversores se vayan enfrentando a la gran cantidad de incógnitas que se
abren en 2023, cabe esperar ver una mayor demanda de activos de renta fija de alta calidad a partir de ahora, lo que incluye la deuda
pública del núcleo europeo.

Además, por primera vez en una década los inversores se beneficiarán verdaderamente del concepto de carry en los bonos IG en euros. Los diferenciales y los rendimientos son tan altos que actúan como un buen colchón contra la volatilidad a corto plazo. Esta búsqueda de la calidad y la demanda de los inversores que tratan de protegerse frente al aumento de las incertidumbres deberían traducirse en un fuerte potencial de rentabilidad total en los activos IG en euros el próximo año.

6. La deuda corporativa IG en euros es atractiva a todas luces

Después del desajuste de 2022, la propuesta de valor de la deuda corporativa IG en euros es tremendamente atractiva, tanto desde
una óptica absoluta como relativa. Los diferenciales de esta clase de activos descuentan actualmente gran cantidad de malas noticias
y se mueven en sus niveles más amplios desde 2008, mientras que los rendimientos más elevados hacen que cada vez sea más
interesante el perfil riesgo-rentabilidad de los bonos IG en euros frente a otras clases de activos y regiones.

Desde la perspectiva de la salud empresarial, los fundamentales de los bonos IG en euros están aguantando por ahora, pero cabe esperar asistir a cierto deterioro de la calidad en algunos sectores y títulos. Por lo tanto, 2023 girará en torno a seleccionar las empresas de mayor calidad con sólidas posiciones de liquidez y balances saneados, así como las que probablemente se beneficien de las intervenciones de los gobiernos.

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