Las recientes elecciones parlamentarias en Reino Unido y Francia han puesto de manifiesto el enorme poder de las corrientes populistas. 

Estas elecciones comparten varias características clave: tanto el sistema de votación francés como el británico tienden a contrarrestar las tendencias contrarias al poder establecido; ambas se han celebrado en un contexto de descontento de los votantes con los gobiernos actuales; y en ambos casos, los partidos populistas han influido significativamente en los resultados.

Sin embargo, los resultados han sido muy distintos, y las implicaciones a largo plazo para los inversores se refleja en la evolución divergente de los mercados de renta variable en Reino Unido y Francia desde que el presidente Macron tomara la decisión de convocar elecciones anticipadas. 

En el caso de Francia, la victoria de la Asamblea Nacional (RN, Rassemblement National) en las elecciones europeas generó ciertas inquietudes sobre la posibilidad de que un gobierno dividido pudiera afectar negativamente al funcionamiento de la UE y provocar una crisis presupuestaria en Francia. En respuesta, el diferencial entre el bono francés y el alemán a 10 años pasó de 47 puntos básicos (0,47%) antes de las elecciones a casi 82 en la recta final de la primera vuelta de votación. En el momento de redactar este informe, los diferenciales se acercaban a los 65 puntos básicos. 

¿Por qué los diferenciales de rendimiento franceses no han vuelto a su nivel anterior a las elecciones? En parte, se debe a la división sin precedentes entre tres bloques electorales, ninguno de los cuales puede alcanzar la mayoría por sí solo. Dado que la elección del primer ministro recae en el Presidente Macron, actualmente no está claro a quién elegirá y si un gobierno de coalición sería viable. 

Esta incertidumbre refleja las implicaciones a largo plazo de los resultados electorales y la dificultad de alcanzar un consenso para una política fiscal más saneada. Sin consenso, es probable que los diferenciales de rendimiento franceses aumenten con el tiempo. 

A diferencia de Francia, las elecciones en Reino Unido reflejan la experiencia previa con el populismo, como el voto del Brexit en 2016. Desde entonces, ha habido un crecimiento económico menor al esperado, intentos fallidos de recortes fiscales no financiados que provocaron una crisis financiera, y una incapacidad persistente del Partido Conservador para lograr un sistema de gobernanza financiera competente. 

No es de extrañar que los conservadores hayan obtenido el peor resultado electoral de su historia. Hay dos factores clave que explican por qué los rendimientos de la deuda pública británica se han mantenido estables y por qué la renta variable ha superado a la francesa. Primero, el voto a los partidos más radicales apenas alcanzó el 14%, beneficiando a los partidos de centro tras la caída de los conservadores. Segundo, el nuevo gobierno laborista se ha fijado como prioridad la creación de riqueza. En su primer discurso, la nueva canciller del Exchequer (un cargo similar a ministra de Economía y Hacienda), Rachel Reeves, se comprometió a acelerar la aprobación de proyectos de infraestructuras y a suavizar las restricciones a la construcción de nuevas viviendas. Esta estrategia de crecimiento, respaldada por objetivos fiscales similares a los del gobierno anterior, parece mucho más atractiva para los inversores. 

El populismo es un riesgo cada vez más importante que los inversores deben tener en cuenta. Por lo general, se suele traducir en un crecimiento menos sólido, una divisa más débil y una rentabilidad inferior de los mercados de renta variable. En algunos países, el populismo puede llegar a afianzarse, pero en las democracias más sólidas, los fracasos populistas pueden revertirse a través de las urnas. Aunque la recuperación puede ser lenta y propensa a sufrir contratiempos, teniendo en cuenta las perspectivas a corto plazo para Reino Unido y Francia, creemos que está claro cuál es el mayor potencial alcista en los próximos años. 

Claves de la próxima semana 

En la zona euro, es probable que la reunión del BCE (Banco Central Europeo) transcurra sin grandes repercusiones. La presidenta del BCE, Christine Lagard, ha indicado que el BCE no dispondrá de suficiente información para valorar si conviene o no un nuevo recorte de tipos en la reunión de este mes. También en la zona euro, se publicará la balanza por cuenta corriente y la última encuesta sobre el sentimiento de los inversores del ZEW. 

En EE.UU., es probable que las ventas minoristas continúen la racha de datos de consumo poco alentadores. También es probable que los datos sobre la vivienda sigan siendo poco alentadores, mientras que la producción industrial debería ralentizarse tras la fuerte subida de mayo. 

En Reino Unido, los datos del IPC de junio serán los más influyentes, ya que el Banco de Inglaterra juzgará si se ha avanzado lo suficiente como para empezar a eliminar parte de su endurecimiento monetario, cuyos efectos se han hecho cada vez más evidentes en el mercado laboral. Esperamos que en junio se observen señales de una mayor suavización de las ofertas de trabajo y de la tasa de desempleo. 

En Japón, se analizará el IPC de junio para considerar si el enfoque pausado del Banco de Japón en cuanto a la normalización de la política monetaria puede seguir adelante a finales de mes. Por último, es probable que el PIB suizo del segundo trimestre experimente una moderación del ritmo de crecimiento tras un fuerte primer trimestre. 

Esperamos que las opiniones populistas tengan menos fuerza durante la próxima semana, así que disfrutemos de este respiro antes de que se reanuden los desafíos más adelante en el año. 

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