1) Se retrasan los recortes de tipos. Ya hemos cumplido dos meses de 2024 y no parece que los bancos centrales estén listos para hacer cambios en los tipos de interés, o al menos no tan pronto como pensaban los mercados en diciembre. A finales del año pasado, los inversores pronosticaban que el primer recorte de tipos de interés se produciría en las próximas semanas, con la Reserva Federal a la cabeza. A finales de febrero, los mercados habían descartado tres de los recortes previstos, y ahora esperan que la Reserva Federal empiece a reducir los tipos de interés oficiales como muy pronto en junio.

Aunque la inflación haya tocado techo y siga una trayectoria descendente, los bancos centrales quieren asegurarse de que se vuelva al 2%. De momento, los indicadores económicos se mantienen fuertes, lo que pone de manifiesto que aún no se ha generado una pérdida de capacidad significativa en la economía mundial. Las actas de la reunión del FOMC de enero revelaron cierta preocupación ante la posibilidad de recortar los tipos con demasiada agresividad, debido al riesgo de un aumento de la inflación. En una entrevista con el Financial Times a principios de febrero, Isabel Schnabel, del BCE, fue explícita sobre los riesgos de recortar los tipos demasiado pronto: "debemos ser pacientes y cautos porque sabemos por experiencia que la inflación podría volver a dispararse". Al igual que en Estados Unidos, los mercados prevén que se retrase el inicio de los recortes de tipos en la zona euro.

2) Las economías se (re)aceleran. El prudente optimismo que rodea a la economía mundial parece justificar el aplazamiento de los recortes de tipos. Los mercados emergentes siguen creciendo y es probable que los mercados desarrollados hayan superado el punto más bajo del ciclo tras la ralentización de la segunda mitad del año pasado, en la que varios países evitaron por poco o entraron en una recesión técnica muy superficial. La resistencia del consumidor estadounidense en 2023 permitió que la economía siguiera creciendo pese al significativo ciclo de subidas. Sin embargo, el crecimiento ha empezado a ralentizarse, y tanto el ISM manufacturero como el de servicios se debilitaron el mes pasado, hasta 47,8 y 52,6 respectivamente. Esto coincide con las expectativas del mercado de un aterrizaje suave, hasta el punto de no descartar en este momento un escenario de "no aterrizaje" (en el que EE.UU. evita por completo una recesión) dentro de los posibles resultados.

Los inversores siguen de cerca la evolución de Europa, que está experimentando lo que parece un cambio de tendencia con respecto al año pasado. El Reino Unido sigue creciendo en un contexto de oferta negativa (el desempleo está en su nivel más bajo en 50 años), con un PMI de servicios de 53,8 y una política fiscal que se espera se relaje aún más antes de las elecciones de este año: esto tiene implicaciones significativas para el Banco de Inglaterra y demás actores del mercado. En la Eurozona, a pesar de la creciente divergencia entre Alemania y el resto del bloque, los informes económicos son cada vez más optimistas, y el Índice de Sorpresa Económica de Citi (Citi’s Economic Surprise Index) ha pasado a ser positivo este mes por primera vez desde el segundo trimestre del año pasado, lo que significa que los datos publicados están siendo mejores de lo esperado.

3) Ralentización en China. El Año Nuevo Lunar chino, el 10 de febrero, marcó el inicio del Año del Dragón, y esta festividad suele estar marcada por una gran actividad de consumo y viajes a nivel nacional. Este año también fue el primero que no se vio afectado por las restricciones de COVID, pero los datos decepcionaron un poco, ya que el consumo per cápita se quedó por debajo de los niveles de 2019 a pesar de haber registrado un número récord de personas que viajaron por todo el país.

El malestar de los inversores en torno al crecimiento chino continuó a lo largo del mes, y el Banco Popular de China (BPoC) recortó su tipo de interés preferencial para préstamos a 5 años en 25 puntos básicos, hasta alcanzar el 3,95%, una medida destinada a aumentar el apoyo a los asediados sectores de la vivienda y la construcción. Al margen, esta medida reduciría el coste total de la construcción anticíclica apoyada fiscalmente, que se complementa con préstamos comerciales. Al mismo tiempo, probablemente presionará los márgenes de interés neto de los bancos y el impacto en el sector de los hogares puede resultar limitado. Ya hemos visto una revalorización de las hipotecas en todo el sector, dirigida por el PBoC en 2023, con un impacto moderado en el gasto de los consumidores y las ventas de viviendas. Los rendimientos de la deuda pública china siguieron cayendo durante el mes de febrero, mientras que los diferenciales de crédito chinos se estrecharon.

4) Aterrizaje suave y crédito. Pese al crecimiento más lento pero positivo en EE.UU. y el alza de  sorpresas en Europa, los mercados de crédito han registrado un continuo estrechamiento de los diferenciales en febrero, respaldados por unos sólidos beneficios y una mejora del panorama macroeconómico. Para poner esto en contexto, los diferenciales globales investment grade han vuelto a los niveles de finales de 2021, antes del comienzo del ciclo de subidas; sin embargo, los rendimientos totales se mantienen en niveles que sólo se vieron por última vez en 2009, lo que significa que los niveles récord de emisiones de empresas podrían, de hecho, ser cubiertas por la creciente inversión en fondos de crédito.

5) Japón. El Banco de Japón, tema recurrente del año pasado, parece estar a punto de poner fin a su política de tipos de interés negativos tras más de 8 años. La inflación se ralentizó por quinto mes consecutivo, pero sigue estando muy por encima del objetivo, con un IPC subyacente interanual que terminó enero en el 3,5%. El Banco de Japón ha mantenido su política ultralaxa para ganar credibilidad en la generación de inflación tras experimentar periodos prolongados de baja inflación/deflación desde principios de los años noventa. El descenso de la inflación se debe a una menor inflación en los precios de los bienes, lo que indica una expansión de los márgenes y un cierto poder de fijación de precios. El aumento previsto de los salarios tras las negociaciones sindicales anuales probablemente mantendrá la inflación nacional por encima del 2%. Todo apunta a que el Banco de Japón pondrá fin su política de tipos de interés negativos en marzo o abril.

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