Hasta hace unas décadas, el precio del oro estaba fuertemente ligado a los tipos de interés reales. La relación era sencilla: cuando los rendimientos reales caían, el oro brillaba; cuando subían, el oro perdía atractivo. Sin embargo, esta relación se ha desdibujado en los últimos años. La guerra entre Rusia y Ucrania, las tensiones en Oriente Medio y los intentos de desdolarización han convertido al oro en un activo con dinámicas propias, desvinculadas parcialmente de los tipos de interés.

A esto se suma un actor clave: los bancos centrales. Desde 2022, han acelerado sus compras de oro, alcanzando niveles históricos. China, India y Turquía han sido protagonistas en este fenómeno, con el claro objetivo de reducir su dependencia del dólar estadounidense y consolidando su papel como uno de los motores principales del mercado.

Fuente: Carlos Arenas Laorga con datos de World Gold Council

Históricamente, el oro ha sido un refugio en tiempos de incertidumbre. Y en un mundo donde la incertidumbre es la nueva normalidad, su papel como activo defensivo cobra relevancia. El conflicto entre Rusia y Ucrania, o la inestabilidad en Medio Oriente son dos ejemplos. Los inversores buscan seguridad, y el metal dorado sigue siendo una de las opciones más sólidas en este sentido. Pero no es solo la incertidumbre política lo que impulsa su valor. En China, la crisis del sector inmobiliario ha hecho que los hogares vean en el oro una alternativa de inversión más segura que el ladrillo. En India, donde el oro es parte integral de la cultura financiera, la demanda sigue siendo grande, especialmente en momentos de crecimiento económico. En Estados Unidos y Europa, la narrativa es distinta. Mientras los inversores asiáticos acaparan el mercado, los inversores occidentales han optado por activos con rentabilidad. Sin embargo, con las bajadas de tipos, podría haber un regreso del interés por el oro en los mercados occidentales.

En 2025, el oro ya ha superado los 2.880 dólares por onza, y algunas estimaciones lo colocan en los 3.000 dólares en los próximos meses. Este repunte podría verse respaldado por la continuidad de las compras de los bancos centrales, un posible resurgimiento de la inflación y un escenario de mayor endeudamiento en EE.UU. Las políticas fiscales expansivas, sumadas a una incertidumbre global persistente, podrían consolidar la tendencia alcista.

Fuente: Carlos Arenas Laorga con datos de World Gold Council

Los mercados de futuros también juegan un papel clave. Los contratos de futuros sobre el oro han ganado peso en la última década, haciendo que el precio del metal precioso sea más volátil. En el pasado, el oro era una inversión pasiva, almacenada por bancos centrales y fondos soberanos. Hoy, es también un activo altamente negociado por toda clase de inversores. A través de muchos productos, como ETFs, se puede comprar oro, como ya vimos recientemente

Muchos analistas argumentan que el oro sigue siendo un componente clave en cualquier cartera diversificada. Su capacidad para actuar como refugio en tiempos de crisis lo convierte en una cobertura contra riesgos macroeconómicos. A lo largo de la historia, ha mostrado una baja correlación con otros activos, lo que le permite mitigar la volatilidad de las carteras de inversión.

Fuente: Carlos Arenas Laorga con datos de World Gold Council

El oro es un activo que no deja indiferente. Para algunos, es un refugio infalible; para otros, una materia prima con ciclos especulativos. Lo que es innegable es que sigue desempeñando un papel clave en la economía global. Y en un mundo donde la incertidumbre parece la única certeza, el oro tiene garantizado su lugar en las carteras de inversión. La demanda así lo dice.

La pregunta no es si el oro seguirá siendo relevante, sino cuánto brillará en los próximos años.