La lógica es sencilla: si el US Dollar Index bajaba, Asia —especialmente los países fuera de Japón— solía responder con subidas en sus mercados financieros. Y no es una casualidad ni una impresión subjetiva. Una parte de la deuda emitida por estos países está denominada en dólares, lo que implica que una caída de la divisa estadounidense abarata automáticamente esa deuda en términos locales. Sobre todo, en aquellos países con déficit por cuenta corriente. Y si pagar la deuda es más fácil, los gobiernos y empresas pueden redirigir sus recursos a crecimiento, inversión o incluso estímulos. Un dólar débil, además, ha ido tradicionalmente asociado a un entorno de tipos de interés más bajos en Estados Unidos, lo que empuja a los inversores globales a buscar mayor rentabilidad en regiones emergentes. El capital fluye, los mercados suben. Así funcionaba el engranaje. Pero este eco del dólar parece que se ha perdido con los aranceles.

Fuente: Carlos Arenas Laorga

Basta con observar el gráfico que compara la evolución del US Dollar Index con el rendimiento agregado de Asia ex Japón desde 2018. Hasta casi finales de 2024, la correlación inversa es clara: cuando el dólar sube, Asia cae, y viceversa. Pero desde entonces, esa sincronía se rompe. El dólar cae y Asia no reacciona.

Para poner cifras al fenómeno: el coeficiente de correlación entre ambos indicadores en el periodo completo (de 2018 a abril de 2025) es de -0,2817, lo que ya sugiere una relación inversa moderada. Sin embargo, si medimos esa correlación solo hasta finales de 2024, el dato es más fuerte: -0,34668. Es decir, durante años la relación negativa entre dólar y Asia fue más clara, pero ahora se está debilitando. No es que haya desaparecido del todo, pero sí ha perdido mucha fuerza, lo suficiente como para que cualquier gestor o analista con visión global se lo tome en serio. Una caída en la descorrelación del 17,6%. Pero como estamos midiendo 7 años y esto se ha producido en apenas 4 meses, estamos hablando de una caída de la correlación inversa de un 63%.

Hay varias hipótesis que se me ocurren. Una de ellas es que las economías asiáticas han ganado cierta autonomía respecto al dólar. Algunas han emitido más deuda en moneda local, han diversificado fuentes de financiación o cuentan con colchones de reservas más sólidos. Por ejemplo, China ha venido reduciendo su deuda americana y aumentando sus reservas de oro, como India. Otra explicación plausible es que los factores internos están pesando más que los externos. China atraviesa un momento delicado: debilidad en la demanda interna, problemas estructurales en el sector inmobiliario, regulaciones impredecibles... todo ello resta brillo al conjunto de Asia, incluso en un contexto de dólar débil. Y, por último, una explicación casi de manual: puede que el mercado ya hubiese descontado la caída del dólar, y que gran parte del potencial alcista asociado a esta se haya consumido incluso antes de que ocurriera. Es decir, lo típico de buy the rumor, sell the fact.

Sea cual sea la causa predominante, o el conjunto de ellas, el resultado es evidente: el viejo reflejo de comprar Asia cuando cae el dólar ya no funciona igual. Y esto tiene implicaciones prácticas muy importantes. Como inversores, no podemos seguir actuando con mapas antiguos en un terreno que está cambiando. Si estamos construyendo una cartera con exposición a renta fija o renta variable asiática, ya no basta con mirar la trayectoria del dólar para prever parte de su posible evolución. Hay que ir más allá: evaluar las dinámicas internas de cada país, entender el peso real de China dentro de los índices, valorar si los fondos están cubiertos en divisa o no, y prestar atención a la calidad de gestión de los vehículos de inversión que seleccionamos. Fondos con enfoque flexible, gestión activa y análisis profundo a nivel regional pueden marcar una diferencia crucial en este entorno más incierto y menos predecible.

La caída del dólar ha sido históricamente una buena noticia automática para Asia. Hoy, no lo es tanto. Los datos lo muestran, el gráfico lo confirma, y el mercado lo percibe. La pregunta ahora no es solo si el dólar va a seguir cayendo, sino si Asia volverá a reaccionar como antes. Porque a veces, el viento sopla… pero el barco ya no avanza.

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