Eso hizo que la Reserva Federal de EE.UU. cambiará su opinión sobre la inflación, pasando de considerarla como algo ‘transitorio’ a juzgarla más persistente, según el testimonio de su presidente Jerome Powell ante el Congreso de EE.UU. del 30 de noviembre, que cogió desprevenidos a los mercados.
Las acciones cayeron por el temor a una retirada de estímulos (tapering) para combatir la inflación mucho más rápida de lo previsto, a la que seguirían las primeras subidas de tipos desde que en marzo de 2020 se redujeran para luchar contra la pandemia. El mercado de bonos vio evaporarse los avances provocados por la nueva variante del virus Omicron, al empezar a descontar una subida más pronta de los tipos, que ahora se prevé para mayo de 2022.
El tapering se acelera
“Los mercados mundiales de bonos se enfrentan al aumento de las presiones inflacionistas y a una Fed que ahora ha abandonado el relato de la ‘transitoriedad’, lo que abre la puerta a un tapering mucho más rápido”, comenta Peter van der Welle, estratega del equipo multiactivos de Robeco.
“La curva de los futuros de los fondos federales ha aumentado tras el adelanto de la subida de tipos por los partícipes del mercado, que ahora consideran que la convocatoria del FOMC de mayo de 2022 será una reunión ‘activa’ (de fijación de tipos)”.
“Según la curva de los swaps, las expectativas de subida de tipos parecen hacer máximos en torno al nivel del 1,75% (desde el 0,25% actual). Ello conlleva un tipo final relativamente bajo en comparación con anteriores ciclos de subida, lo que ejerce una considerable atracción sobre las rentabilidades de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años”.
Golpe en la mesa
El anuncio de Omicron, la variante más contagiosa de la Covid-19, fue un jarro de agua fría para la renta variable, al provocar la prohibición de vuelos y nuevas medidas de contención en Europa, especialmente perjudiciales para las acciones de viajes y hospitalidad.
Todavía se estaba digiriendo esa noticia cuando Powell comentó que la Fed debería “quizá plantearse acelerar la reducción de nuestras compras algunos meses”, ya que “la economía está muy fuerte en la actualidad y las tensiones inflacionistas son elevadas”.
“Noviembre suele ser un mes bastante bueno para los mercados de renta variable, que por término medio suma un 1% a los rendimientos del año”, como explica Van der Welle. “En esta ocasión no ha sido así, y la renta variable mundial se ha dejado un 1,5% mensual. El testimonio de Powell ante el Congreso supuso un golpe en la mesa que cogió por sorpresa a los analistas”.
Inflación buena y mala
“Frente al mantra de que ‘inflación es transitoria’ ese giro inesperado equivale a un endurecimiento. La Fed prefiere mostrarse más rigurosa en la tesitura actual por su preocupación sobre la inflación. El nivel y ritmo de la inflación aumenta el riesgo de efectos de segunda ronda y de que la inflación se enquiste”.
“El carácter que tenga la inflación es importante. La inflación actual no es en general del tipo “bueno”, o sea, una inflación que no se acelera y que coincide con una economía que funciona en equilibrio. Antes al contrario, la economía mundial está experimentando una inflación mala provocada por problemas de suministro, que en última instancia podrían abrir la puerta a la inflación ‘problemática’”.
“Considerando la actual fortaleza del mercado laboral estadounidense, han aumentado las probabilidades de una inflación problemática derivada de una espiral de precios y salarios por el mayor poder de negociación de los trabajadores frente a las empresas”.
Nueva vuelta de tuerca con Omicron
Van der Welle señala que Powell ha admitido que la Fed estaba equivocada sobre la inflación, ya que la demanda estaba artificialmente deprimida con la pandemia, mientras que las presiones por el lado de la oferta tuvieron efectos no lineales que los modelos macro habituales no captaron.
“La nueva variante Omicron del Covid refuerza la última vuelta de tuerca de Powell”, afirma. “La OCDE ha advertido de que la inflación solo remitirá cuando pase la pandemia. Una nueva variante podría prolongar la lucha contra la Covid y, en consecuencia, la inflación”.
Pero no todo son malas noticias, después de una temporada de resultados del tercer trimestre en EE.UU. que demuestra que la capacidad de fijación de precios de las empresas sigue en aumento, lo que constituye un buen presagio para la renta variable.
También existen dudas sobre el calendario de reducción de estímulos y subida de tipos, que depende en buena medida de la tasa de participación laboral estadounidense, el tamaño de la población activa en el mercado laboral, auténtico indicador de la fortaleza de la economía.”
Tasa de participación vs tipos de interés
“Seguimos pensando que el final del tapering no anticipa un ciclo de subida de tipos sin solución de continuidad, puesto que la Fed preferirá esperar a que aumente la tasa de participación para subir los tipos oficiales”, explica Van der Welle.
“Prevemos que la inflación se contenga en 2022, lo que brindará cierto margen a la Fed para valorar si la caída de la tasa de participación es parcialmente cíclica. En última instancia, lo que importa para los mercados de renta variable no es tanto la fecha de subida de tipos como en qué medida aumenten frente al tipo final”.
“Es poco probable que la Fed endurezca demasiado su política a corto plazo, por lo que la economía estadounidense podrá absorber las primeras subidas de tipos y seguir creciendo a un ritmo desahogado en 2022”.
“Entre tanto, los brotes infecciosos y el descubrimiento de nuevas variantes de Covid podrían desencadenar fases transitorias de aversión al riesgo, con el consiguiente beneficio para la deuda pública”.