La deuda estadounidense de alto rendimiento repuntó a principios del cuarto trimestre gracias a unas cifras de beneficios empresariales superiores a lo esperado y a los indicios que apuntaban a que la Reserva Federal podría ralentizar el ritmo de subidas de tipos ante la desaceleración de la inflación.

El volumen reducido de nueva emisión redujo la oferta y las entradas de capital en el sector también favorecieron a la clase de activo. Aunque el discurso de la Reserva Federal frenó el repunte del mercado hacia finales del trimestre, el Bloomberg US Corporate High Yield registró una rentabilidad del 4,2%, con una caída anual del 11,2%.

La rentabilidad total registrada por la deuda de alto rendimiento en 2022 ha sido la segunda peor de su historia, por detrás de la registrada durante la crisis financiera mundial de 2008 (-25,9%). La deuda de alto rendimiento nunca ha generado una rentabilidad negativa durante dos años seguidos. Además, históricamente, la clase de activo ha registrado una sólida rentabilidad media anual tras un año de rentabilidad negativa. No obstante, se recomienda a los inversores que mantengan la prudencia con respecto a la clase de activo.

El mercado ya ha descontado la preocupación en torno a una ralentización de la economía mundial y el universo de deuda en dificultades (distressed) se ha acercado a sus medias históricas.  A su vez, se prevé que los impagos alcancen también sus medias históricas en los próximos 12 a 24 meses. No todos los bonos en dificultades incurrirán en impago, lo que ofrece un entorno propicio para la selección de títulos.

El crecimiento de los beneficios empresariales se ha ralentizado, aunque los fundamentales se mantienen, en gran medida, intactos. El apalancamiento bruto sigue estando por debajo de los niveles previos al covid, y la capacidad de servicio de la deuda es elevada, ya que muchas compañías se refinanciaron cuando los tipos estaban en niveles reducidos.

Los ratios de apalancamiento y de cobertura por intereses mantienen su solidez, pero podrían debilitarse si la economía entrara en recesión. No obstante, la calidad crediticia del sector es hoy superior a la de recesiones anteriores.

Las entradas de capital se han reducido tras el fuerte inicio del trimestre. El volumen de flujos se ha concentrado en los ETF, lo que apunta a una estrategia táctica y no a cambios de tendencia a largo plazo en la asignación de activos de clientes particulares o institucionales. Aunque existe un equilibrio entre los factores técnicos de la oferta y la demanda, el volumen reducido de deuda próxima a su vencimiento podría favorecer al segmento de la oferta durante al menos los próximos doce meses.

El optimismo con respecto al mercado se ve respaldado por la duración relativamente corta del sector, con un rendimiento inicial próximo al 9,0% y unos diferenciales cercanos a sus medianas históricas. Las cifras de beneficios que se registren en los próximos dos trimestres tendrán un fuerte impacto en los movimientos idiosincrásicos de los precios, lo que ofrecerá un entorno favorable para que los gestores puedan generar valor mediante la selección de títulos.

Los diferenciales de la deuda estadounidense de alto rendimiento podrían aumentar ante la ralentización de la economía

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Aumento de la deuda en dificultades. Los impagos también podrían aumentar

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