Trump ha retomado su estrategia de imponer aranceles a productos importados, particularmente a bienes procedentes de China y México. Aunque en el juego entran los BRICS, Europa y Canadá. Los nuevos aranceles propuestos elevan los costes de importación y pueden generar una reacción en cadena: subida de precios, disminución del consumo y presiones inflacionarias.
Pero aquí viene lo interesante. Las empresas no saben a qué atenerse, las cadenas de suministro se resienten y los inversores buscan refugio. Esta incertidumbre tiende a desacelerar el crecimiento económico, algo que la Fed no puede ignorar. Y de aquí al objetivo de Trump hay una delgada línea.
La Reserva Federal ha estado en modo restrictivo durante los últimos años, con tipos de interés en niveles “no bajos” para combatir la inflación pero se resiste a bajarlos tanto como a Trump le gustaría. Sin embargo, la estrategia de Trump introduce una nueva variable en la ecuación: si la incertidumbre afecta al crecimiento y las bolsas siguen cayendo, la Fed podría verse forzada a bajar los tipos. No sería la primera vez que ocurre.
Un elemento adicional en la estrategia económica de Trump es el denominado “Acuerdo de Mar-a-Lago”, una propuesta que busca reestructurar el sistema financiero global de manera similar al acuerdo de Bretton Woods de 1944. Su objetivo principal es la devaluación del dólar estadounidense para fortalecer el sector manufacturero del país. Esta medida, en teoría, haría que los productos estadounidenses fueran más competitivos en el mercado, impulsando las exportaciones y reduciendo el déficit comercial. Por un lado, Trump consigue que las empresas americanas exporten, por otro, un puente de plata para que la Fed baje tipos. Pero cuidado, porque es un equilibrio inestable.
Si este plan llegara a ejecutarse, la Fed se encontraría en un dilema: bajar los tipos de interés para incentivar el crecimiento y favorecer la política de Trump o mantener una postura firme para contener los efectos inflacionarios de una divisa debilitada.

Fuente: Carlos Arenas Laorga
En cualquier caso, esta situación está generando una incertidumbre no vista en muchas décadas. Es más, ni en la crisis de 2007 vimos a este índice en los niveles que vemos hoy, tan solo superado por la etapa COVID.
Los inversores están atentos a cada movimiento. Cualquier señal de tensiones comerciales genera inestabilidad en los mercados, y esa inestabilidad podría traducirse en caídas que, a su vez, justifiquen una respuesta de la Fed. Es un juego peligroso, pero con un objetivo político claro: Trump sabe que un mercado bajista o una economía en problemas pueden ser útiles para su fin.
Trump no solo juega en el terreno de la política, sino también en el de la economía. Los aranceles no solo son un arma comercial, sino también un mecanismo para aumentar la incertidumbre y empujar a la Fed a tomar medidas que, directa o indirectamente, puedan beneficiar su política.
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