Se aproxima el invierno y, con él, una crisis energética que afectará a gran parte de Europa, ya que la guerra que sigue librándose en Ucrania altera gravemente el suministro de gas en la región. Los tipos  de interés de los mercados desarrollados continúan subiendo, lo que conducirá a Europa y, cada vez  más a EE.UU., hacia la recesión.

El dólar estadounidense prosigue con su escalada, absorbiendo  capitales de otras regiones, mientras que el Reino Unido entró en barrena por turbulencias en el  mercado de deuda pública provocadas por unos recortes de impuestos que aumentaban el  endeudamiento.

Las medidas directas de las autoridades para mitigar el contagio de estos sucesos son  ya una realidad. Podrían llegar buenas noticias de China, donde el impacto económico de la política  de COVID cero y las dificultades del sector inmobiliario podrían suavizarse gracias a las medidas de  apoyo del banco central y el gobierno.

Tres temáticas para el cuarto trimestre

Nuestras perspectivas para el cuarto trimestre ponen de relieve tres grandes temáticas que esperamos que dominen este periodo:

1. Aterrizaje suave, forzoso o de emergencia

Las esperanzas de que la Fed virara pronto para desviarse de su rumbo de endurecimiento monetario  han quedado en nada. En dos reuniones consecutivas, la Fed ha subido los tipos 75 pb y ha empleado  un tono sistemáticamente restrictivo desde el simposio de Jackson Hole a finales de agosto. El banco  central parece estar completamente decidido a controlar la inflación, incluso a costa de una  importante destrucción de la demanda.  

Sin embargo, los datos económicos de EE.UU. están demostrando una relativa solidez. El mercado  laboral goza todavía de buena salud y la inflación se mantiene en cotas elevadas. Nuestros indicadores  sobre la actividad futura mejoraron en agosto y el dólar estadounidense sigue revalorizándose. Hemos  retrasado nuestra previsión de aterrizaje forzoso en EE.UU. hasta mediados de 2023.

Entretanto, la recesión en Europa parece más inminente. La región se enfrenta a una grave crisis  energética que calculamos que podría reducir el PIB de la zona euro entre un 4% y un 5%. Los precios  elevados y la amenaza de agotamiento de las reservas de gas están erosionando el gasto de consumo  y lastrando la industria. El BCE ha subido los tipos de interés hasta el 0,75%, pero el margen para seguir  subiéndolos está menguando rápidamente a la vista del deterioro de las perspectivas.

2. China: todas las miradas están puestas en el Congreso del Partido Comunista

Mientras Europa y EE.UU. luchan con la recesión, la política monetaria de China se mueve en una  dirección muy diferente. China sigue flexibilizando su política monetaria cuando la mayor parte de los  mercados desarrollados la está endureciendo y tiene margen para seguir haciéndolo. Sin embargo, el  país se enfrentará a sus propios problemas este invierno. Su recuperación frente a la desaceleración  económica provocada por los confinamientos de su política de COVID cero ha sido dispar. La actividad  ha mejorado, pero los confinamientos recurrentes y el agravamiento de la crisis inmobiliaria han  hecho mella en la economía. Ante esta situación, China ha redoblado sus estímulos presupuestarios y  monetarios. Estos estímulos deberían mejorar las perspectivas de China de cara al cuarto trimestre. También esperamos que mejoren los beneficios de las empresas chinas, que empiezan a disfrutar de  la recuperación posterior al COVID y el abaratamiento de las materias primas.  

Creemos que el sentimiento debería mejorar más tras el vigésimo Congreso del Partido Comunista.  Aunque el presidente Xi probablemente conserve todos sus cargos durante un tercer mandato, algo  que no tiene precedentes, los cambios en otros puestos dirigentes podrían dar pistas sobre el rumbo  futuro de la política económica y actuar como catalizador para una política de crecimiento más  progresiva. Las expectativas de cara al Congreso siguen siendo bajas, lo que significa que cualquier  noticia positiva en torno a los puestos dirigentes o la política de COVID cero podría dar un empujón  inmediato al sentimiento.

3. De la monetización a la fiscalización

Europa se enfrenta a un duro invierno. Todo depende en gran medida de cómo los gobiernos, muchos  de los cuales se enfrentan a sus propios desafíos internos, traten de ayudar a las familias y empresas  durante un invierno con unos precios del gas disparados. El riesgo que supone aumentar el gasto  público en un entorno de inflación y tipos elevados ha quedado de manifiesto en el Reino Unido,  donde los cambios radicales propugnados por la nueva primera ministra Liz Truss provocaron un  hundimiento de la libra esterlina y una brusca subida de los rendimientos de los bonos que requirió la  intervención del Banco de Inglaterra. Por su parte, el BCE está tratando de normalizar la política  monetaria, a pesar de que la recesión se da prácticamente por segura en Europa.  

Al mismo tiempo, existen razones para no ser demasiado pesimista. Los gobiernos probablemente  redoblen su apoyo a las familias, muchas de las cuales todavía disponen de ahorros derivados de los  confinamientos a los que poder recurrir (aunque están agotándose rápidamente). La confianza en la  región está en mínimos, pero las ventas minoristas están aguantando por ahora y el paro sigue siendo  bajo, aunque parece que se avecina un deterioro de los datos.

Conclusión

Después del “gran reajuste” del trimestre anterior, un conjunto de incertidumbres ensombrece las  perspectivas para el resto del año. Se multiplican las preguntas sobre las trayectorias de  endurecimiento de los bancos centrales en los mercados desarrollados y sobre aquellos donde el  margen para subir tipos parece estar menguando, mientras que aumentan las presiones para separar  la política monetaria del suministro de liquidez. Todavía no sabemos lo frío que será este invierno, con  el consiguiente efecto sobre la demanda de gas, ni tampoco cómo la fase actual de endurecimiento  de las condiciones financieras internacionales influirá en los marcos de política monetaria en el futuro.

Algunas regiones suscitan sus propias dudas. Los “minipresupuestos” presentados por el gobierno  británico han sacudido los mercados, mientras que el resto de Europa parece seguro que entrará en  recesión. El cuadro no es tan negativo en EE.UU., aunque la probabilidad de recesión el próximo año  se mantiene. Seguiremos muy atentos a la situación en China, donde no emergerá un rumbo claro en  las políticas de las autoridades hasta que no haya concluido el vigésimo Congreso del Partido  Comunista en octubre. Tampoco perderemos de vista lo que suceda en Japón y el régimen de control  de la curva de rendimientos del banco central nipón.