La recuperación inicial de la pandemia en 2021 provocó un repunte de la inflación a medida que la economía mundial se reabría. El fuerte desequilibrio en la recuperación económica ejerció una intensa presión sobre las cadenas de suministro, provocando cuellos de botella y escasez de bienes esenciales. Posteriormente, la guerra en Ucrania impulsó aún más las materias primas y puso en jaque los suministros ya establecidos de productos básicos, entre los que se encontraban el petróleo, el gas y los productos agrícolas. 

Lo que había comenzado como un aumento transitorio de la inflación parece tener ahora el potencial de alargarse en el tiempo.

Para contextualizar, los ciclos inflacionistas del pasado han mostrado tres etapas: la primera es la monetaria, definida por un crecimiento excesivo del dinero y la monetización de la deuda y/o la devaluación de la moneda. La segunda es la de las materias primas, en la que hay demasiado dinero para muy pocos bienes producidos, lo que da lugar a una inflación de los precios de las materias primas/productores. La tercera etapa es la de la inflación incorporada, con expectativas de inflación a largo plazo, así como efectos de segunda ronda e inflación salarial arraigada.

En lo que respecta a la situación actual, la globalización ha permitido bajar los precios en una época de baja inflación, pero tiene vulnerabilidades que se han puesto de manifiesto en los últimos años. El retorno de las tensiones geopolíticas y los conflictos armados ha puesto de relieve las vulnerabilidades en lo que respecta a la seguridad del suministro y el comercio mundial (algo que no se veía desde hace décadas).

De cara al futuro, estamos entrando en la era del 3D Reset (descarbonización, desglobalización y demografía), con riesgos crecientes de nuevas oleadas de inflación y profundización de los conflictos geopolíticos. Esto podría afectar a la economía mundial, a la volatilidad de los mercados y al modo en que los inversores activos deberían asignar sus activos. Los países emergentes están bien posicionados para el 3D Reset, ya que se encuentran entre los principales destinos de nearshoring (externalización de servicios y/o producción a compañías de países extranjeros cercanos al territorio de consumo), forman algunas de las principales naciones productoras de minerales y muestran indicios de liderar la innovación.

Además de esta ventaja, las economías emergentes, que ya han absorbido importantes impactos en los últimos años, parecen estar preparadas para superar a sus homólogas desarrolladas. Muchos países emergentes ofrecen actualmente un valor atractivo en forma de elevados rendimientos reales y divisas con fuertes descuentos. 

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