El pasado viernes, 10 de enero de 2025, Estados Unidos y Reino Unido anunciaron una nueva batería de sanciones a Rusia, concretamente al sector energético. El objetivo sigue siendo el mismo que el de todas las anteriores sanciones, es decir, limitar la capacidad de generar ingresos para financiar la guerra contra Ucrania. Estas medidas, aunque han pasado más desapercibidas que otras, son de las más contundentes para la economía rusa, afectando esencialmente a las exportaciones de gas y petróleo. 

El foco de las sanciones ha ido dirigido hacia Gazprom y Surgutneftegas, dos de las mayores compañías energéticas de Rusia. De hecho, entre ambas compañías producen más de un millón de barriles diarios, lo que equivaldría a unos 23 mil millones de dólares anuales. Estamos hablando de unos auténticos gigantes que son capaces de mover el precio del petróleo a nivel mundial. 

Otra de las sanciones ha sido hacia la flota marítima, conocida como “flota en la sombra”. Son 183 buques petroleros. Estas sanciones van encaminadas a complicar la operativa logística de estas empresas, lo que se traduce en mayores dificultades para eludir las sanciones previas mediante intermediarios o rutas paralelas. 

También se ha sancionado a más de dos centenares de entidades y particulares que tienen relación con el sector energético ruso, afectando también a algunos vinculados con la exportación de gas natural licuado.

Estas sanciones se han hecho notar de forma inmediata en los mercados de la energía. El precio del Brent subió un 1% como consecuencia de estas sanciones, lo que ha llevado el precio del barril a sus máximos desde agosto del año pasado. 

Fuente: Carlos Arenas Laorga

No se trata solo del impacto de las sanciones sino, sobre todo, de las preocupaciones que se han suscitado en los inversores por la posible reducción de la oferta de crudo que estas sanciones pueden conllevar. Por ejemplo, India podría modificar su actual postura con respecto a los petroleros sancionados, lo cual puede ser un golpe importante en las exportaciones rusas y una contracción de la oferta mundial. 

Desde Rusia se ha calificado a esta batería de sanciones como una amenaza al mercado global de la energía. No obstante, las medidas están más encaminadas a dañar a la economía rusa que a un efecto importante en la oferta mundial, pero los riesgos han vuelto a aumentar, de eso no cabe duda. 

Resulta difícil prever las consecuencias de estas sanciones porque no se conocen oficialmente las posturas de terceros países que tradicionalmente han sido aliados comerciales de Rusia. Pero sí sabemos que son medidas que están causando -y seguirán causando- bastante revuelo en el sector energético. Veremos qué sucede con los precios energéticos, pero supone un elevado riesgo para la inflación. Si estas sanciones producen efectos de segunda ronda no deseados, contrayendo la oferta o generando más volatilidad de lo previsto, el alza de los índices de precios sería el primer golpe. De este golpe, aparentemente no tan peligroso, podrían derivarse otros mucho peores. A mayor precio de la energía, menor crecimiento europeo, mayor inflación y menores recortes de tipos en Estados Unidos (y quizá, Europa)

Unas sanciones que no van más allá de hacer daño a la economía rusa en su sector energético, pueden llegar a traducirse en una contracción mundial. No es el escenario principal, pero habrá que vigilar más de cerca este sector.