La combinación de recortes de los tipos de interés, relajaciones de las normas que rigen la compra de viviendas e inyecciones de liquidez ha hecho que por fin la bolsa china salga del marasmo, pero ha sido el tono franco de los dirigentes del país lo que ha impulsado a la renta variable hasta territorio de mercado alcista. El politburó aprovechó su habitualmente anodina reunión de septiembre para reiterar la determinación de China de alcanzar su objetivo de crecimiento del PIB de alrededor del 5% y abordar los “eslabones débiles” de la economía, lo que constituyó la señal más clara hasta ahora de que harán lo que sea necesario para dinamizar el crecimiento.
El optimismo de los inversores se sustenta en la mayor predisposición de las autoridades a poner en funcionamiento el balance del banco central, por ejemplo abriendo líneas de liquidez para apuntalar la bolsa. También se ha planteado la posibilidad de que el gobierno central utilice su posición relativamente sólida para aliviar el lastre de deuda de las administraciones locales. A diferencia de la crisis financiera mundial, cuando China estímulo masivamente la oferta mediante la construcción de infraestructuras, la demanda de consumo parece ser la preocupación de Pekín en 2024.
La prueba del gasto público
Lo que los mercados están descontando, pero todavía tiene que materializarse, es un gasto público estimado en varios billones de yuanes. En lo que llevamos de ciclo, China ha recurrido a medidas en el plano de la oferta (eliminar restricciones, reducir los costes de financiación) para impulsar la actividad económica. Los recortes de tipos en EE.UU. darán a China más margen para relajar su política monetaria, pero hasta ahora las rebajas de los intereses han tenido un efecto limitado en los precios al consumo, que se han movido prácticamente planos.
Por ese motivo, China está dando nuevos pasos con medidas de estímulo de la demanda que pondrán dinero directamente en los bolsillos de los consumidores. En septiembre, China realizó una emisión de deuda pública especial por valor de 300.000 millones de yuanes (42.500 millones de dólares) con el fin de financiar subvenciones a los consumidores para cambiar y modernizar equipos y bienes, desde electrodomésticos hasta automóviles. Otras ciudades podrían sumarse a Shanghái y repartir cupones de consumo para impulsar los servicios.
Una cosa que no ha cambiado - todavía - es el papel de los inmuebles. La vivienda representa casi el 70% de la riqueza de los hogares, de ahí que los precios de las casas sigan siendo cruciales para la confianza de los consumidores a corto plazo, y alguna mejora en este frente podría potenciar el posible “efecto riqueza” derivado del giro al alza de las bolsas.
Para que los consumidores sientan que sus finanzas mejoran, los precios de la vivienda deben estabilizarse, pero no deben volver a máximos históricos. China sigue queriendo acabar con la dependencia de los inmuebles como principal motor de crecimiento y actuaría contra una reflación total del mercado de la vivienda. Aunque es audaz, creemos que esta misión de “estabilización controlada” (amortiguar la economía para que realice un “aterrizaje suave”) sigue siendo posible.
Gran divergencia
Nuestro reciente viaje de análisis a ciudades de menor tamaño de China nos dio una idea de lo que se avecina. En el puerto oriental de Qingdao, nos sorprendió la gran afluencia a los centros comerciales en un día normal entre semana. Aunque los precios de la vivienda de esta ciudad han seguido cayendo y, en general, la renta es más baja que en las ciudades de nivel 1, como Pekín y Shanghái, las hipotecas también se llevan un mordisco más pequeño de la renta disponible de los consumidores. También nos pareció muy alentador ver que abrían nuevas tiendas algunas marcas de consumo muy conocidas, incluidas las internacionales.
Lo que está claro es que el discurso de que los consumidores gastan menos admite muchos matices. Es cierto que los consumidores chinos están gastando con más cautela, pero también están más dispuestos a ahorrar para comprar un pequeño número de artículos caros muy deseados. Una empresa textil ha captado este patrón de gasto bipolar adquiriendo marcas extranjeras de gama alta para complementar las baratas que forman parte de su cartera. Los negocios adaptativos como este, junto con los beneficiarios directos de las medidas de gasto público, van a sentir los efectos de la recuperación del consumo.
Lo que se espera es que este consumo después se note en los beneficios y propulse la siguiente fase de la recuperación bursátil, que encuentra apoyo en unas valoraciones extremadamente bajas. La dinámica del mercado dependerá de la eficacia de las políticas de estímulo durante los próximos meses y de si los precios inmobiliarios pueden encontrar un suelo, lo que, a su vez, estimulará la confianza de los consumidores. De cualquier manera, las políticas de China ha alcanzado un hito. Los inversores esperarán más.