En las últimas semanas se ha producido una fuerte subida de los bonos del Tesoro con vencimientos más largos. Desde la reunión del Comité Federal del Mercado Abierto (FOMC) en septiembre, el bono estadounidense a 10 años ha subido 45 puntos básicos hasta el 4,75%, acercándose entre medias y por un tiempo muy breve al 4,90%. En el mismo periodo, el bono a 30 años ha subido 50 puntos básicos. El salto se ha centrado por completo en el largo plazo, con una inversión en el rango de los 2 a los 10 años.
Hay varios factores en juego en la parte más larga de la curva de rendimientos de los bonos Tesoro de EE.UU., por lo que es difícil determinar con exactitud los factores que la impulsan, como admitió Austen Goolsbee, miembro del FOMC, quien declaró que "todavía está tratando de procesar por qué están subiendo los tipos de interés a largo plazo" y que el reciente movimiento brusco era un "rompecabezas".
En nuestra opinión, el principal factor que explica este movimiento es el hecho de que el mercado está digiriendo las recientes predicciones extremadamente optimistas de la Reserva Federal en septiembre y la narrativa alcista que se ha derivado de este movimiento.
Sin embargo, también hay un factor técnico en juego. Se espera que el déficit público de Estados Unidos alcance el 6% este año, un nivel poco frecuente, lo que ha provocado la necesidad de una emisión adicional de bonos del Tesoro mientras la Reserva Federal lleva a cabo su ajuste cuantitativo de 60.000 millones de dólares cada mes. Esta situación quizá se haya visto agravada por la publicación de informes según los cuales los fondos que operan con valores del Tesoro a largo plazo, quemados por los repetidos movimientos al alza, están tirando la toalla, lo que se suma a las presiones vendedoras.
Y, por último, el último brote de volatilidad, con fluctuaciones intradía de dos dígitos en ambos sentidos (medidos en puntos básicos), no ha hecho sino aumentar el respaldo a la acumulación de una mayor prima por plazo en el extremo más largo de la curva de los treasuries.
Mientras se producía esta venta masiva, los datos de inflación han sido más alentadores. La cifra de gasto en consumo personal básico de la semana pasada continuó su senda descendente hasta el 3,9% interanual y sólo el 0,1% intermensual; de hecho, si anualizamos las tres últimas lecturas intermensuales, el dato alcanza exactamente el objetivo del 2% de la Reserva Federal. Esto llevó a Lael Brainard, ex miembro del FOMC, a afirmar que la inflación subyacente se encontraba actualmente en el "rango prepandémico". Sin embargo, dado que el descenso de la inflación no ayuda, parece que lo que se necesita es un vuelco de las cifras de crecimiento para detener el movimiento de la reciente curva de rendimientos.
Creemos que hay indicios que empiezan a mostrar una ralentización de la economía, tales como ciertas encuestas recientes de PMI, la reducción del gasto discrecional de los consumidores y el gran descenso del número de personas que dejan su trabajo. Además, la subida de más de 200 puntos básicos efectuada por la Reserva Federal en el último año aún no ha surtido efecto en la economía real, que ya ha erosionado el 80% de su exceso de ahorro Covid, por lo que nos parece demasiado pronto para dejarnos convencer por el discurso del aterrizaje suave.
A corto plazo, la evolución de los bonos del tesoro de Estados Unidos, al igual que ocurre con las políticas de los bancos centrales en la actualidad, dependerá de los datos que vayan llegando. Sin embargo, pensamos que a medio plazo los bonos del Tesoro ofrecen un muy excelente valor seguro y, combinados con los muy atractivos rendimientos disponibles en el crédito, pueden crear una cartera atractiva durante la incertidumbre actual.