"Los inversores no deberían esperar que todo «vuelva a la normalidad»" en 2023, afirma Melda Mergen. La mayor inflación y el deterioro de la coyuntura económica implicarán que no todas las compañías prosperarán
A medida que la economía se fue reabriendo tras la pandemia de COVID-19, presenciamos muchos catalizadores puntuales de la inflación, aunque también han surgido catalizadores a más largo plazo. Así pues, estamos asistiendo a cambios en las cadenas de suministro —las compañías se relocalizan y crean nuevas redes— y en la geopolítica, que no se resuelven con rapidez. Vaticino que la inflación caerá, si bien no llegará hasta los niveles anteriores a la pandemia. Cuando se produce una anomalía como esta, nunca se vuelve al punto de partida, y dónde acabaremos se perfila como una de las cuestiones clave para 2023.
Por lo general, la inflación implica un retroceso en las valoraciones de la renta variable, un hecho que constatamos a lo largo de 2022, pero en todo el conjunto del mercado. Creo que seremos testigos de una mayor dispersión en las valoraciones en 2023, y la más fustigada será la renta variable de mayor duración, a saber, las compañías que exhiben expectativas de crecimiento en un periodo más lejano en el futuro.
Los inversores tendrán que hacer gala de una mayor cautela respecto de lo que están dispuestos a pagar por obtener beneficios futuros, algo que vendrá precedido por las exigencias de rentabilidad. Todo esto se traduce en que las compañías que no sean capaces de cosechar beneficios tendrán más visos de ver cómo el mercado rebaja su valoración.
Disponer de efectivo revestirá cierta importancia
Muchos inversores piensan en la valoración en términos de múltiplos precio-beneficios (PER) y, aunque ese parámetro resulta útil, no es la única medida del valor de una compañía. A mi parecer, el flujo de caja libre constituirá un parámetro más relevante, dado que se perfilará como un buen indicador de cuán resiliente puede ser una compañía en un entorno de deterioro económico en que la inflación presenta una trayectoria alcista. Disponer de efectivo también puede espolear la recompra de acciones, algo que puede sustentar la cotización de una compañía. Resultará mucho más caro financiar recompras por medio de deuda, por lo que el flujo de caja libre y el crecimiento de los dividendos (más que el nivel de rendimiento absoluto) representan parámetros que podrían denotar una compañía de mayor calidad.
Oportunidades relativas, compañías resilientes
Si bien el crecimiento económico se va ralentizando, en estos momentos no parece que se vaya a producir una recesión muy profunda en Estados Unidos. Por el contrario, las economías europeas están sometidas a notables tensiones y parece probable que tenga lugar una recesión de mayor calado en el Viejo Continente. En los mercados emergentes, las economías se han visto sometidas a presión por las políticas chinas de «covid cero», la fortaleza del dólar y la situación geopolítica.
Al pensar en las oportunidades a escala mundial, a grandes rasgos, Estados Unidos resulta más atractivo que otras regiones. También considero que los valores de pequeña capitalización podrían proporcionar más oportunidades que los valores de gran capitalización, sobre todo si se tiene en cuenta que las compañías de mayor capitalización suelen exhibir una mayor exposición a los ingresos generados fuera de Estados Unidos y obtener cerca del 35% de ellos fuera del país. Asimismo, sigo pensando que cobra sentido decantarse más por el valor que por el crecimiento. Hay ciertos segmentos de valor —el industrial o la energía, por ejemplo— que seguirán cosechando beneficios en 2023. Dicho esto, el crecimiento se está tornando más interesante.
Muchas compañías de crecimiento presentaron un comportamiento inferior en 2022. Sin embargo, sabemos que sus modelos de negocio no han quebrado y somos conscientes de que siguen teniendo una ventaja competitiva. Ahora bien, la subida de los tipos de interés en 2022 trajo consigo un descenso en las valoraciones de estas compañías, que se vieron sujetas a revisiones de su calificación. Si cree que eso ya se ha materializado, opino que el crecimiento también se revelará un segmento muy atractivo.
Sin embargo, en cualquier caso, si queremos cosechar buenos resultados en 2023, se precisará ir más allá de las observaciones generales, lo que implica sopesar un enfoque activo, compañía por compañía.
Los índices pasivos, en especial en los mercados internacionales, pueden integrar concentraciones implícitas que podrían menoscabar la rentabilidad de las carteras. La consecución de buenos resultados en 2023 estribará sin duda en saber distinguir entre las compañías que muestran una mayor resiliencia y las que no.