Tras un repunte de más del 40% en 2021, casi el doble del rendimiento medio del mercado de renta variable europeo en el mismo periodo, los bancos europeos vuelven a verse envueltos en la agitación de otra gran crisis europea, la de Ucrania. Esta crisis, que en un principio parecía ser una crisis política, se ha convertido en un gran conflicto armado en Europa. Como resultado, tras un inicio considerablemente bueno en 2022, el sector bancario europeo volvió a perder casi una cuarta parte de su valor de mercado entre el 10 de febrero y el 1 de marzo.
Una gran sacudida para las finanzas rusas
Las medidas internacionales contra Rusia, incluida la prohibición de ciertas instituciones del sistema interbancario Swift, tendrán importantes consecuencias para las finanzas rusas. Swift es un sistema internacional de mensajería de pagos al que están conectadas 11.000 entidades financieras de 200 países. La exclusión de este sistema aísla a las instituciones afectadas al impedirles recibir o enviar transferencias internacionales.
Dado que la mayor parte de las exportaciones rusas están denominadas en moneda extranjera, esta decisión tendrá graves consecuencias para toda la economía rusa, más allá del sector bancario. Lo mismo ocurre con las empresas europeas que exportan productos a Rusia. Tendrán grandes dificultades para recibir el pago de sus productos.
La respuesta del Banco Central de Rusia es un nuevo golpe para la economía rusa. Ha subido su tipo de interés principal del 9,5% al 20% y ha introducido un mecanismo de control de capitales con la esperanza de limitar, en la medida de lo posible, la depreciación de su moneda. El choque de confianza para el sistema financiero ruso es considerable: es probable que se produzca una importante fuga de depósitos, como ocurrió en 2014.
La exposición de los bancos internacionales se estima en 100.000 millones de euros
¿Se trata de un hecho sistémico? Hasta la fecha, la transparencia de la exposición de cada banco europeo a la economía rusa sigue siendo relativamente limitada y todavía es demasiado pronto para poder hacer una estimación precisa de las consecuencias financieras para cada institución. Sin embargo, según datos del Banco de Pagos Internacionales (BPI), la exposición de los bancos internacionales a Rusia es del orden de 100.000 millones de euros. Esta exposición se concentra principalmente en Francia, Italia, Estados Unidos, Países Bajos, Japón y Alemania.
Dadas las sumas en juego, la adecuación del capital y las reservas de liquidez de los bancos europeos, nos parece hoy que estas instituciones están en condiciones de superar las dificultades que surgirán de las sanciones económicas impuestas a Rusia. Por un lado, la cifra de 100.000 millones de euros de exposición probablemente sobreestima la dotación máxima de riesgo, y por otro lado hay que señalar que, durante la gran crisis financiera de 2008, el sistema financiero internacional tuvo que hacer frente a casi un billón de dólares de pérdidas realizadas. Hasta la fecha, los valores bancarios europeos han perdido 100.000 millones de euros de capitalización bursátil desde mediados de febrero como consecuencia de la crisis ucraniana, una
cantidad que puede parecer exagerada, ya que corresponde a toda la exposición de los bancos internacionales a la economía rusa, y no sólo a los bancos europeos.
Caídas también ligadas a los tipos del mercado de bonos
Sin embargo, la exposición de los bancos europeos a Rusia no es el único factor a tener en cuenta para explicar la caída bursátil del sector. Otros dos elementos contribuyen a la amplitud de este movimiento.
El primero es un posible riesgo de recesión causado por las sanciones económicas decididas contra Rusia. Sin embargo, este riesgo parece bajo: recordemos que el crecimiento es actualmente fuerte en la mayoría de las economías, especialmente en Europa y Estados Unidos. Aunque la recesión parece inevitable en Rusia, no es el caso de otros países del mundo.
El segundo factor que ha pesado en el sector bancario es, sin duda, la caída de los tipos del mercado de bonos desde el estallido del conflicto (24 de febrero). Anticipando que los bancos centrales podrían ralentizar su endurecimiento monetario a pesar de la inflación, pero también porque algunos valores son considerados como "refugio seguro", los inversores han favorecido las inversiones en bonos de bajo riesgo en los últimos días. Como resultado, los tipos soberanos han bajado fuertemente: el tipo del Bund a 10 años.
Por ejemplo, el tipo de interés alemán ha vuelto a ser negativo, tras haberse recuperado desde principios de febrero. Sin embargo, las acciones del sector bancario europeo están fuertemente correlacionadas con los tipos de interés: la teoría económica dicta que cuanto más altos son los tipos de interés, más altas son las perspectivas de beneficios para los bancos. El rendimiento del sector bancario entre el 1 de enero y el 10 de febrero, en comparación con el resto del mercado bursátil y, en particular, con los principales valores de crecimiento, estuvo pues vinculado al repunte de los tipos de interés. No es ilógico que el descenso de los tipos haya tenido esta vez un impacto negativo en estos valores.
Esto plantea una cuestión fundamental sobre las perspectivas del sector bancario: ¿el conflicto ruso-ucraniano pone en jaque las perspectivas de subida de tipos que prevalecían hace sólo unas semanas? En muchos aspectos, la respuesta parece ser no.
Hay que tener en cuenta que la crisis de Ucrania probablemente se sumará a las ya fuertes presiones inflacionistas en todo el mundo. El aumento de los precios de la energía ya es evidente, dada la reciente subida de los precios del petróleo (a nivel mundial) y del gas (en Europa). En términos más generales, la interrupción repentina de algunos flujos comerciales con Rusia podría volver a provocar una escasez temporal, que se sabe que ha influido en la subida de los precios tras los confinamientos relacionados con la crisis sanitaria.
Ante un nuevo aumento de la inflación, los bancos centrales tendrían que reaccionar subiendo sus tipos de interés oficiales, tal y como se habían planteado antes de los acontecimientos en Ucrania. Si este conflicto no se prolonga, los bancos centrales podrían incluso tener que actuar más rápidamente de lo previsto.
Así, la perspectiva de una reanudación de las subidas de tipos en el mercado de bonos sigue siendo un escenario probable en el transcurso del año. Por tanto, este movimiento reactivaría sin duda la "rotación sectorial" que imperaba a principios de año en favor de los valores cíclicos de calidad, que suelen estar infravalorados y positivamente correlacionados con la subida de los tipos.
En resumen, el declive del sector bancario europeo ya ha permitido el "peor escenario", en el que los bancos internacionales perderían gran parte de sus compromisos en Rusia. Al mismo tiempo, el sector se ha visto impulsado por la caída de los tipos de interés, que han vuelto a niveles anormalmente bajos frente a las cifras de inflación. Podrían volver a subir a lo largo del año bajo el impulso de los bancos centrales. Por lo tanto, nos parece que la hipótesis preferida es que el sector bancario vuelva a tener mejor suerte en los próximos meses.