El 26 de julio de 2012, Mario Draghi  pronunció las famosas palabras  “Cueste lo que cueste”, que con el  tiempo se interpretarían como el inicio del fin de la crisis de deuda soberana en la eurozona. Ahora, esa misma expresión ha sido reutilizada  por Friedrich Merz, un destacado  político alemán y posible futuro canciller, para marcar el fin de la debilidad en las capacidades de  defensa de Alemania y Europa. Con ello se refería al reciente paquete de gasto en defensa e infraestructuras aprobado por el parlamento alemán y financiado con deuda. Pero la gran pregunta es: ¿qué opinan los  inversores de esta estrategia?

Uno de los principios clave de la  política de "cueste lo que cueste" es  la disponibilidad teóricamente  ilimitada de recursos. Esto se aplica  tanto a las compras de bonos del  BCE como al gasto de defensa  actual de Alemania, incluyendo su  apoyo a Ucrania. De hecho, este  último ya no está limitado por las  normas constitucionales de endeudamiento. Además, se ha  aprobado un plan de inversión en  infraestructuras por 500.000 millones  de euros, también financiado con  deuda. Si a ello sumamos otros 500.000 millones destinados a  defensa en la próxima década, el  estímulo total podría alcanzar 1  billón de euros en un plazo de 10 a  12 años, lo que representa aproximadamente el 23% del PIB  alemán.  

¿Qué consecuencias tendrá esto para la relación deuda/PIB de  Alemania y para su crecimiento  económico? Para responder, es  necesario hacer algunas hipótesis  clave, especialmente sobre el  multiplicador fiscal, los pagos de  intereses futuros y la inflación. Se espera que el multiplicador fiscal  sea positivo, aunque probablemente  inferior a 1. Al realizar un cálculo algo  más prudente, un multiplicador fiscal de 0,5 sugiere que cada 1.000  millones de euros de gasto público  generarían 500 millones adicionales  en PIB. Es probable que el gasto en  infraestructuras tenga un mayor  impacto que el gasto en defensa, ya  que este último no siempre se traduce  en un crecimiento económico  inmediato. La eficacia del gasto  público también depende del nivel de  utilización de la capacidad productiva. 

Sin embargo, si se anticipa un aumento de la demanda a largo plazo, es  posible que tanto Alemania como sus vecinos europeos  incrementen su capacidad productiva para afrontar esta  inversión. En cuanto al coste de la deuda, actualmente el  tipo de interés medio de los bonos alemanes es algo  superior al 1,5%, pero es probable que aumente  gradualmente con el tiempo. Alemania pase del 66% del PIB actual a entre el 75% y el  80%. Para llegar a esta estimación, se asume un  multiplicador fiscal de 0,5, una inflación del 2% (según el  objetivo del BCE) y que el tipo de interés medio se  duplique, alcanzando el 3%.

En definitiva, este aumento de la deuda seguiría siendo manejable para Alemania, lo que refuerza la idea de que  su apuesta por el gasto en defensa e infraestructuras no  representa un riesgo elevado para la economía del país. 

Proyección esquemática del coeficiente de  endeudamiento alemán en función de la tasa de  inflación, el multiplicador fiscal y el tipo de interés medio de la deuda total

graficoallianz

Claves de la próxima semana

La próxima semana, los datos más importantes  probablemente serán los del mercado laboral  estadounidense del viernes y los índices de gestores de  compras para el sector manufacturero (martes) y el de  servicios (jueves). Estos índices se verán influidos por la  política arancelaria de EE. UU. y las perspectivas de  estímulo fiscal en China y Europa. Los recientes despidos  en agencias gubernamentales de EE. UU. y en empresas  que prestan servicios al gobierno podrían empezar a  reflejarse en el informe del mercado laboral del país.  Además, se publicarán las cifras preliminares de inflación  para marzo en la zona euro y en los países más  importantes de la región. También se dará a conocer la  encuesta Tankan de Japón para el primer trimestre.

En cuanto al escenario será clave el anuncio de la nueva  administración de EE. UU. sobre su política arancelaria el  miércoles. La principal cuestión será cómo EE. UU.  responderá a los aranceles y barreras comerciales de sus  socios. Se espera que el gobierno de Trump imponga  aranceles más altos a las importaciones, aunque aún hay  muchas dudas sobre cómo se implementarán.

En general, es probable que los datos y los mercados  sigan siendo algo volátiles. Sin embargo, la incertidumbre  sobre la política arancelaria de EE. UU. podría disminuir  después del 2 de abril. No obstante, parece que EE. UU.  está reduciendo la actividad económica con los aranceles  y una menor oferta en el mercado laboral, mientras que  Europa se está preparando para aumentar la demanda  en un entorno de crecimiento más moderado. A medio  plazo, esto debería generar condiciones más favorables  para los mercados financieros.