La Fed tiene varias herramientas a su disposición, pero ninguna tan poderosa como los federal funds rate, es decir, los tipos de interés a corto plazo. Cuando la Fed los sube, de forma resumida: el crédito se encarece, las empresas y los consumidores gastan menos, y la economía se enfría. Cuando los baja, sucede lo contrario y los mercados suelen celebrarlo.
Pero no siempre es así. Hay contextos y contextos. Una bajada de tipos no siempre es una buena noticia si viene acompañada de una economía al borde de la recesión. Hemos visto en numerosas ocasiones cómo el mercado se tomaba mal una bajada de tipos porque el mensaje de la Fed venía a decir que la bajada era necesaria porque los datos de la economía eran malos. Y una subida de tipos no tiene por qué ser negativa si refleja un crecimiento sano con inflación controlada.
Las bolsas estadounidenses, lógicamente, son las primeras en reaccionar a cualquier insinuación de la Fed. Los tipos de interés afectan directamente al coste de financiación de las empresas y, sobre todo, a la valoración de las compañías growth. Estas empresas, cuyo atractivo radica principalmente en sus beneficios futuros, ven cómo su valoración cambia drásticamente cuando se modifican los tipos. A tipos bajos, sus flujos de caja futuros valen más en términos presentes; a tipos altos, el descuento es mayor y, por tanto, su cotización puede verse afectada.
Ejemplo claro: en 2022, cuando la Fed inició su ciclo de subidas más agresivo en décadas para combatir la inflación, el Nasdaq sufrió una caída del 30%, mientras que valores defensivos, como los ligados al consumo básico y la salud, resistieron mejor el embate.
Pero no todo es renta variable, ni mucho menos. Si hay un mercado que reacciona de inmediato a los movimientos de la Fed, ese es el de la renta fija. Cuando los tipos suben, los bonos existentes pierden valor porque sus cupones quedan por debajo de las nuevas emisiones con tipos más altos. Cuando bajan, ocurre lo contrario.
Pero más allá de la reacción mecánica, lo interesante es lo que ocurre con la curva de tipos. Una curva invertida (cuando los bonos a corto plazo ofrecen más rentabilidad que los de largo plazo) suele anticipar una recesión, porque indica que los inversores están preocupados por el crecimiento económico futuro.
Otro impacto fundamental de las decisiones de la Fed es en el mercado de divisas. Unas tasas de interés más altas atraen capitales hacia EE.UU., fortaleciendo el dólar frente a otras monedas. No puede ser de otor modo. Si el euro paga menos, me voy a comprar dólares, con tipos más elevados, porque me dan más. Esto tiene un efecto dominó: las economías emergentes, que suelen tener deuda en dólares, ven cómo sus costes de financiación aumentan, lo que puede desencadenar problemas en estos mercados. Por otro lado, un dólar fuerte perjudica a las grandes multinacionales estadounidenses, ya que encarece sus exportaciones y reduce sus ingresos en el extranjero. Y no me extrañaría que sea el propio Trump quien esté haciendo méritos para que las bolsas caigan, a fin de que sea la “independiente y contraria a Trump” Fed quien baje motu proprio los tipos de interés, estimulando así un dólar menos fuerte, favoreciendo las exportaciones, y creando un nuevo impulso a los mercados.
Pero cuando hablamos de lo que dice o no dice la Fed no todo es matemática. En los mercados, la percepción es tan importante como la realidad. Por eso, cada palabra que sale de la boca de Powell es analizada con lupa. A veces, ni siquiera hace falta que la Fed suba o baje tipos para que los mercados reaccionen; basta con que insinúe cuál será su próximo movimiento.
El famoso pivot es un ejemplo perfecto. En 2023, tras un año de subidas agresivas, el mercado comenzó a descontar bajadas de tipos para 2024, incluso antes de que la Fed confirmara que estaba lista para relajarse. Esta anticipación generó un rally en los mercados, aunque la Fed aún no había movido un solo punto porcentual a la baja. Y cuando parecía que finalmente no iba a bajar tanto, los mercados frenaron en seco.
Para los inversores, hay varias reglas que considero importantes cuando habla la Fed.
1. No reaccionar en caliente. Los mercados suelen exagerar sus movimientos iniciales ante cualquier comunicado de la Fed. Espera a que el polvo se asiente antes de tomar decisiones.
2. Diversifica. No pongas todos los huevos en la misma cesta. Empresas growth, bonos a largo plazo y mercados emergentes son más sensibles a los cambios en tipos, mientras que sectores defensivos y renta fija a corto plazo ofrecen más estabilidad.
3. Sigue la macroeconomía. La Fed no suele actuar dando palos al aire. Sus decisiones dependen de la inflación, el empleo y el crecimiento económico. Estar al tanto de estos indicadores te ayudará a anticipar sus movimientos.
Lo importante no es predecir qué hará la Fed, sino cómo posicionar tu cartera para estar preparado ante cualquier escenario.