Los objetivos de la COP29

Las negociaciones sobre el cambio climático de la COP29 tendrán lugar en Bakú (Azerbaiyán) del 11 al 22 de noviembre. El objetivo principal es acordar un nuevo objetivo para la financiación de la lucha contra el cambio climático en los países en desarrollo, que sustituya al fijado en 2009 de aportar 100.000 millones de dólares anuales hasta 2030.

Desde que se acordó esa meta, las estimaciones sobre la magnitud de la financiación necesaria se han disparado, sobre todo porque los riesgos climáticos físicos han golpeado más fuerte y rápido de lo esperado. Las estimaciones varían mucho, pero un análisis del Grupo Independiente de Expertos de Alto Nivel sobre Financiación Climática sugiere que las necesidades de los países en vías de desarrollo (excluida China) rondan los 2,4 billones de dólares anuales de aquí a 2030. Estas necesidades financieras abarcan el apoyo a la transición hacia energías limpias, la adaptación al cambio climático y la compensación de pérdidas y daños derivados de los crecientes fenómenos meteorológicos extremos.

Las charlas sobre este objetivo, el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado sobre Financiación Climática (NCQG), se centrarán no sólo en la escala global de financiación necesaria, sino también en la medida en que debe contribuir el sector privado. Las perspectivas de un aumento importante de las transferencias de fondos públicos de los países desarrollados a los países en desarrollo parecen difíciles, dadas las condiciones fiscales. El FMI estimó recientemente que la deuda pública mundial superará los 100 billones de dólares por primera vez en la historia a finales de 2024, y muchos países desarrollados se están viendo afectados por los costes de la escalada en la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos en sus propios países, lo que deja aún menos espacio para la financiación exterior.

La reunión también se celebra justo cuando los países están ultimando sus Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDCs, por sus siglas en inglés) actualizadas, en el tercer ciclo quinquenal desde el acuerdo climático de París de 2015. Estos planes climáticos nacionales, que se presentarán a principios de 2025, ampliarán por primera vez el plazo actual de 2030 hasta 2035. Los representantes debatirán tanto el contenido como el nivel de ambición de estos planes en las conversaciones de Bakú. Además de los NDCs, por primera vez se exige a los países que presenten informes bienales de transparencia (BTR, por sus siglas en inglés), en los que se hace un seguimiento de los avances respecto a los compromisos.

La perspectiva de Columbia Threadneedle sobre la transición energética

Creemos que el camino hacia la descarbonización del sistema energético mundial está remodelando la economía y transformando muchos sectores. Nuestras décadas de investigación independiente y compromiso con los emisores sobre el tema nos permiten comprender cómo empresas y sectores específicos están abordando una serie de riesgos y oportunidades financieramente importantes relacionados con la transición energética.

Las políticas gubernamentales, como los mecanismos de fijación de precios del carbono, las subvenciones y la regulación, pueden desempeñar un papel importante a la hora de determinar la viabilidad económica relativa de las distintas tecnologías energéticas e influir en la forma en que los inversores asignan el capital.

¿Qué medidas de la COP29 impulsarían mayores flujos de financiación de la transición?

Los Gobiernos tienen la oportunidad de ofrecer a los inversores una mayor transparencia y claridad sobre la orientación a largo plazo de las políticas climáticas a través de las nuevas NDCs que se están ultimando, sobre todo teniendo en cuenta su ampliación hasta 2035 y la presentación de informes bienales de transparencia. En estos documentos nos gustaría que se abordaran dos cuestiones clave:

- ¿Cómo planifican los gobiernos que los objetivos a largo plazo de alto nivel se traduzcan en medidas sectoriales? Los inversores valorarían la información sobre la planificación de la transición en los principales sectores de altas emisiones, como la electricidad, el transporte y la industria pesada, incluidos los niveles de ambición y las principales herramientas políticas, para que podamos tenerla en cuenta en nuestra investigación. Históricamente, las NDCs han sido poco detalladas en este sentido, por lo que resultan menos útiles para los inversores.

- ¿Qué estrategias de adaptación existen? Dado que las repercusiones económicas de las condiciones meteorológicas extremas son cada vez más frecuentes, hemos centrado nuestros esfuerzos de investigación en las implicaciones del cambio climático para nuestras inversiones; consideramos que la planificación de la adaptación por parte de los gobiernos es cada vez más relevante, junto con las medidas de mitigación.

También vemos especialmente necesario que las negociaciones de la COP reconozcan y aborden las preocupaciones de los inversores por la falta de reglas claras sobre el proceso, las normas y las garantías en algunos mercados emergentes para asegurar la ejecución de los proyectos. La financiación climática debe complementarse con políticas, normativas y marcos financieros que estimulen las inversiones, y muchos países emergentes carecen de ellos. Las NDCs de alta calidad pueden ser una vía para aportar mayor claridad; también hay margen para que organizaciones internacionales como los bancos de desarrollo desempeñen un papel más activo a la hora de ayudar a crear un entorno más favorable a la inversión internacional, entre otras cosas reforzando la gobernanza y los marcos jurídicos.

El camino a Brasil

La próxima reunión de la COP, que se celebrará en Brasil el año que viene, marcará el décimo aniversario de la firma del histórico Acuerdo de París, y en ella se hará balance de cómo se comparan las nuevas NDCs con los objetivos acordados por los gobiernos en 2015. Las NDCs de buena calidad y relevantes para los inversores ayudarán a preparar el terreno para esta cumbre decisiva.