«La mayor parte de las principales economías europeas están creciendo con fuerza», señala Lind, «impulsadas por la liberación de la demanda acumulada, la mejora de la confianza de los consumidores y el auge de la actividad industrial».
Además, Lind considera que no se trata de un repunte temporal, sino más bien de un cambio significativo en el comportamiento de los consumidores y en el clima político, que podría provocar un fortalecimiento del crecimiento económico europeo, y también un aumento de la inflación, en los próximos años.
A pesar de estas previsiones, nos enfrentamos a un entorno económico muy incierto, y la nueva variante ómicron podría provocar una ralentización del crecimiento en los primeros meses del año.
La renta variable europea también podría resultar atractiva. Las compañías europeas están cotizando a unas valoraciones más bajas que las estadounidenses. Los ratios precio-beneficio (PER) de las compañías europeas están en 15,3 veces (según la previsión a 12 meses), frente a las 18,4 veces del índice MSCI ACWI y las 21,5 veces de la renta variable estadounidense [i].
Las compañías estadounidenses han liderado la recuperación de los beneficios, reflejando así el fuerte repunte económico, pero ahora comenzamos a ver que las previsiones de ganancias están aumentando con fuerza en la UE y en el Reino Unido, impulsadas por los sectores de las finanzas, la energía y los materiales.
A medida que vayan aumentando las cifras de beneficios empresariales, los mercados europeos, y especialmente el británico, podrían superar de forma notable a otros mercados regionales.