Naciones Unidas prevé que el mundo alcanzará su nivel máximo de población en torno a 2086, pero creo que esta cifra es demasiado optimista. Una de las razones es que la reducción de la tasa de nacimientos que se ha producido en algunos países a causa de la pandemia podría haber agravado la tendencia de caída de la población, y el problema, además, podría prolongarse en el tiempo. Incluso en algunos países de África y América Latina, donde las tasas de natalidad han sido siempre elevadas, el número de nacimientos se ha reducido hasta acercarse a la tasa de reemplazo de 2,1 hijos por mujer. Si tenemos en cuenta estas tendencias, la población mundial podría alcanzar su nivel máximo en torno al año 2050.

El crecimiento de la población podría alcanzar su nivel máximo antes de lo esperado

Fuente: Capital Group, División de Población de Naciones Unidas. Las cifras reflejan las previsiones de población de Naciones Unidas para 2023 a fecha de julio de 2022. El escenario de fertilidad baja refleja una tasa de fertilidad inferior en 0,5 nacimientos por mujer a la del escenario de fertilidad media.

Un punto demográfico de no retorno

¿Qué consecuencias tiene para la sociedad un planeta con menos habitantes? Es algo a lo que el mundo moderno no se ha tenido que enfrentar hasta ahora, por lo que estaríamos cruzando el Rubicón demográfico.

Los factores demográficos influyen en lo que la gente compra y en el potencial de ingresos de una compañía. Desde una perspectiva económica, contribuyen a determinar la política monetaria y, en última instancia, al bienestar de las sucesivas generaciones.

Prefiero analizar los países de manera individual, ya que presentan numerosas idiosincrasias, relacionadas tanto con el contexto cultural como con la política. En Estados Unidos, las tendencias demográficas son favorables al crecimiento en comparación con el resto de las economías desarrolladas, aun cuando la tasa de natalidad ha caído con rapidez desde la década de 1960 al nivel actual del 1,7%. Puede parecer un porcentaje bajo, pero es mayor al de Europa, Japón y otras economías desarrolladas. En mi opinión, la caída de la población en Estados Unidos podría ser menos acusada que en otros países, en parte porque las políticas de inmigración son más liberales. Los datos muestran que los inmigrantes tienden a tener más hijos.

Es probable que Japón sea el ejemplo más estudiado de reducción de la población. El país lleva varias décadas registrando un descenso de habitantes, y su experiencia demuestra la rapidez con la que dicho descenso puede generar un efecto bola de nieve. Japón declaró una reducción de 20.000 habitantes en 2008, cifra que se disparó a los 831.872 en 2023. Su primer ministro, Fumio Kishida, calificó esta tendencia como «la crisis más grave a la que se enfrenta el país».

La mayoría de las personas viven en países con tasas de fertilidad inferiores a la tasa de reemplazo

Fuente: Capital Group, División de Población de Naciones Unidas. Las tasas de fertilidad reflejan las previsiones más recientes para 2023, publicadas en julio de 2022.

En China, el descenso de la población no ha hecho más que empezar, pero sospecho que el país habrá de enfrentarse a retos parecidos a los de Japón. Será importante ver cuál es la reacción del gobierno chino en términos de medidas de estímulo económico y expectativas de productividad. En cierto modo, China podría mostrarse más vulnerable, ya que su nivel de desarrollo económico es muy inferior al que tenía Japón cuando empezó a registrar un descenso de su población. China puso fin en 2016 a la política que imponía un único hijo por familia, y desde entonces ha introducido incentivos financieros para que las parejas tengan varios hijos, algo que, de momento, no ha servido de mucho.

No diré que es imposible revertir las tendencias de población, pero muchos países nórdicos lo han intentado y han fracasado a la hora de frenar el descenso demográfico. Han ofrecido de todo, desde incentivos financieros a programas de cuidado de los hijos, pero estas medidas no han supuesto prácticamente ningún cambio.

 El descenso de la población china podría provocar que los países cuyo comercio depende de China, como Australia y los países del Sudeste asiático, registren una ralentización de su crecimiento económico. Pero también ofrece oportunidades, ya que algunos de estos mercados emergentes presentan un contexto demográfico más favorable y podrían ofrecer incentivos para atraer las cadenas de suministro.

El descenso de la población afecta al crecimiento

A los economistas les preocupa el contexto demográfico por una razón, y es que la tasa de crecimiento a largo plazo de un país depende en gran medida del crecimiento de la población. La otra pieza del puzle es la productividad, que mide la eficiencia de los trabajadores. Es decir, si la población de un país crece a una tasa del 2% y la productividad en torno al 1%, el producto interior bruto del país en cuestión se situará alrededor del 3%.

El crecimiento sostenido acaba traduciéndose en un incremento de la renta per cápita, que constituye un importante indicador de la salud general de una economía. En las últimas generaciones, el nivel de renta ha aumentado en la mayoría de los países del mundo, junto a la calidad de vida.

La consecuencia obvia del descenso de la población es la reducción de trabajadores a medida que se va jubilando más gente, lo que puede provocar un desequilibrio ante la caída de los ingresos públicos procedentes de los impuestos y el aumento de los gastos de jubilación. Cuando esto ocurre, los jóvenes tienden a abandonar el país, agravando aún más el problema.

La innovación puede aumentar la productividad

Fuente: Capital Group, Oficina de Estadísticas del Mercado Laboral de Estados Unidos. Datos actualizados a 21 noviembre 2023.

También hay consecuencias de amplio alcance en los distintos sectores, desde los bienes de consumo a la sanidad y la vivienda. En el caso del sector inmobiliario, la escasez de oferta podría agudizarse, ya que la escasez de mano de obra y el hecho de que las personas prefieran envejecer en sus casas en lugar de venderlas han provocado que los precios de la vivienda se hayan mantenido en niveles elevados. Las compañías tendrán que seguir adaptándose. Por ejemplo, cuando los tipos hipotecarios pasaron del 3% al 8% a raíz de la subida de tipos de la Reserva Federal de Estados Unidos iniciada en marzo de 2022, la constructora Lennar ofreció a sus clientes grandes recortes iniciales del tipo de interés, lo que contribuyó a impulsar la capacidad de compra.

 Los inversores han mostrado especial interés por el sector sanitario como un segmento especialmente abierto a la innovación para hacer frente a la reducción de las tasas de natalidad, el aumento de la esperanza de vida y el incremento de los costes laborales. CVS Health ha respondido a estas tendencias demográficas con servicios como las clínicas sin cita previa y los programas que rebajan el precio de los medicamentos. La empresa también ha tratado de reducir costes con la integración de su cadena de suministro, incluida la adquisición de compañías aseguradoras y entidades de negociación de los precios de los fármacos.

Desajustes de los precios

Puede parecer ridículo escribir sobre la deflación, dada la batalla que han entablado estos últimos años los bancos centrales de todo el mundo contra los rápidos aumentos de los precios. Sin embargo, Japón es un buen ejemplo de por qué la deflación, o la caída de los precios, puede ser el resultado de los cambios demográficos.

El escenario es sencillo: en Japón hay cada día menos habitantes y menos demanda de bienes y servicios, lo que ejerce una presión a la baja sobre los precios. Cuando esto ocurre, hay más posibilidades de que se produzcan caídas o recesiones económicas, y las herramientas típicas de los bancos centrales para combatirlas, como las bajadas de tipos de interés, resultan menos eficaces. En 2016, el Banco de Japón puso en marcha una política de tipos de interés negativos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida no ha llegado a tener éxito, ya que el PIB ha mantenido su debilidad desde principios de la década de 1990.

La deflación es un problema al que ningún banco central se quiere enfrentar. La caída de los precios se relaciona con el estancamiento del crecimiento, la debilidad del gasto y la escasa confianza general en el futuro.

Japón es solo un ejemplo. Algunos destacados economistas consideran que el descenso de la población podría provocar un aumento estructural de la inflación, ya que la reducción de la mano de obra impulsa al alza los salarios y los costes de producción.

¿Robots al rescate?

En la actualidad asistimos a la colisión involuntaria de dos fuerzas: la demografía y la inteligencia artificial. Estas dos megatendencias cambiarán el futuro del trabajo en los sectores de la sanidad, la fabricación, el comercio y muchos otros.

Algunos piensan que las actuales tendencias demográficas van a afectar al mundo de manera negativa. Otros señalan que el descenso de la población implicaría menos estrés para el medioambiente. Hay una relación directa entre el crecimiento de la población y las emisiones de dióxido de carbono: cuando aumenta la actividad económica, también lo hace el nivel de emisiones de CO2.

La inteligencia artificial podría marcar una nueva era de aumento de la productividad, así que a lo mejor no necesitamos tanta gente como antes para crecer.

Aún es demasiado pronto, pero espero que la inteligencia artificial pueda suplir las carencias provocadas por las tendencias demográficas para que no tengamos que asistir a algunos de los peores escenarios previstos. En su lugar, tendremos una sociedad sólida y muy adaptable a posibles crisis.