Creemos que unos buenos resultados en el próximo año dependerán de lo bien posicionadas que estén las carteras para aprovechar los tipos más bajos, al tiempo que se protegen de la posible volatilidad económica y del crédito. En nuestra opinión, el tema clave en 2025 será la forma en que los inversores logren sortear con éxito la mayor dispersión entre los sectores de renta fija.
Un aterrizaje suave favorece la rentabilidad de la renta fija; pero ¿durará?
Hasta ahora, la Fed parece haber logrado un «aterrizaje suave», con un retroceso de la inflación acompañado de una ralentización gradual del crecimiento. Sin embargo, cabe recordar que, en términos históricos, así es como empiezan la mayoría de los aterrizajes forzosos. El reto al que se enfrentarán los inversores en renta fija en 2025 será si la actual desaceleración económica continúa sin sobresaltos o si desemboca en un bajón más importante. El mercado laboral podría representar un factor clave. Si persiste la debilidad en la creación de empleo, las perspectivas económicas podrían deteriorarse aún más.
Creemos que la inflación seguirá descendiendo hacia el objetivo del 2% de la Fed, y que la institución acabará bajando los tipos de interés hasta situarlos por debajo del tipo neutral del 3% a finales de 2025. Esta previsión se basa en nuestra opinión de que el mercado laboral y la demanda de los consumidores seguirán debilitándose.
Sin embargo, dos factores clave podrían inducir a la Fed a ajustar su enfoque:
1. Un enquistamiento o rebote de la inflación. Si la inflación repunta —sobre todo la de los servicios básicos—, la Fed podría tener que detener su ciclo de recortes y estabilizar los tipos en una horquilla del 3%-4%.
2. Una perturbación importante de la demanda. Una perturbación de la demanda, especialmente acompañada de la fragilidad del mercado laboral, podría llevar a la Fed a recortar los tipos de forma más contundente, por lo que los situaría muy por debajo del nivel neutral, como sucede en los ciclos tradicionales de bajadas de tipos.
Independientemente de cómo evolucionen las cosas, la hoja de ruta de la Fed para 2025 sigue siendo flexible, y se espera que los recortes graduales de los tipos reflejen la evolución de la situación económica.
Oportunidades en un entorno de recortes de tipos
En nuestra hipótesis de base, creemos que el ciclo de bajada de los tipos debería crear un entorno favorable para los bonos de alta calidad de EE. UU., en particular los de titulización hipotecaria y los municipales. Estos sectores, que ya parten de unos niveles de rendimiento atractivos, están bien posicionados para ofrecer unas buenas plusvalías a medida que bajen los tipos. Adoptamos una postura ligeramente más defensiva en el crédito corporativo, dado el nivel actual de las primas de riesgo.
Para quienes buscan unas mayores rentabilidades, los bonos de alto rendimiento de vencimientos más cortos y los préstamos bancarios ofrecen unas oportunidades interesantes, a pesar de unos puntos de partida más caros. Si tenemos en cuenta unos rendimientos que rondan el 7%, estos valores podrían proporcionar unas rentabilidades atractivas si se gestionan cuidadosamente los impagos.
En caso de un aterrizaje más brusco, los mercados de renta fija podrían experimentar una mayor volatilidad. Un escenario de este tipo debería de beneficiar a los valores de renta fija de alta calidad y con vencimientos más largos, ya que los inversores buscan activos refugio en periodos de tensión económica.
A escala mundial, a medida que la Fed converge con otros bancos centrales que ya han comenzado a relajar su política monetaria —entre los que se cuenta el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra—, también podrían surgir oportunidades asíncronas en los mercados de crédito europeos y asiáticos. Unas condiciones económicas divergentes entre regiones podrían presentar unos puntos de entrada interesantes para los inversores a escala mundial.
Sortear la dispersión crediticia con una selección activa
Habida cuenta de las valoraciones, nos parece que el mercado aún no está descontando plenamente la posibilidad de que se produzca una caída importante del crédito en todo el mundo. Por lo tanto, creemos que está justificado un enfoque prudente ante el crédito.
Asimismo, anticipamos que la dispersión del crédito aumentará en 2025. Si bien resulta probable que los bonos de alta calidad revelen un buen comportamiento, cabría esperar que algunas industrias experimenten unas elevadas tasas de impago, potencialmente superiores al 10% en algunos sectores en los próximos dos años, mientras que otros podrían permanecer más cerca del 1%. Esta divergencia se debe a la diferente situación de los balances en los distintos sectores; las compañías muy apalancadas, especialmente las de alto rendimiento, afrontan unas mayores dificultades. A medida que aumente el potencial de volatilidad económica, estas compañías más débiles son más vulnerables a un deterioro del crédito. Esta disparidad crea un entorno en el que la selección activa del crédito —el principal punto fuerte de Columbia Threadneedle Investments— resulta esencial para evitar baches y aprovechar las oportunidades más atractivas.
Conclusión: la renta fija, posicionada para cosechar buenos resultados en 2025
Los inversores en renta fija arrancan 2025 con una base sólida. Con los rendimientos en unos niveles atractivos y la Fed en un ciclo favorable de recorte de los tipos, la renta fija se halla en una buena posición para generar unas sólidas rentabilidades. Y lo que es más importante, con el llamado «put de la Fed» —la convicción de que la Fed intervendrá para apoyar la economía en periodos de dificultades—, los bonos están recuperando su papel fundamental como elementos de diversificación de la cartera. Esta salvaguarda implícita debería dar a los inversores la confianza de que, incluso si las condiciones económicas se deterioran, los mercados de renta fija seguirán bien respaldados.
El hecho de que no va a hacer falta un cambio macroeconómico radical para que la renta fija se comporte bien resulta algo alentador. Los rendimientos de partida se encuentran actualmente por encima de su media de 20 años en la mayoría de los sectores. El viento a favor procedente de las bajadas de los tipos impulsará aún más las rentabilidades totales.