Cada crisis económica es diferente. A menudo, la voluntad de los gobiernos de intervenir depende en gran medida del factor que ha provocado la recesión. En marzo de 2020, la pandemia de la COVID-19 se percibió como un "hecho divino", lo que dio a los gobiernos de todo el mundo rienda suelta para gastar ahora y pensar/pagar después. A principios de este año se empezó a hablar de la forma en que se iba a devolver parte de ese dinero, aunque todo cambió el 24 de febrero.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia, las sanciones impuestas al agresor y, ahora, la represalia en forma de corte del suministro de gas a Europa, han hecho que se prevea un aumento vertiginoso de la factura energética en toda Europa y que aumente el temor a que ésta se convierta en el catalizador de la recesión. Resultaba difícil creer que no habría intervención gubernamental en este asunto, en primer lugar por la gravedad del dolor previsto para los hogares y las empresas, pero también porque el dolor que Rusia está infligiendo de forma muy deliberada; si los líderes europeos hubieran permitido que esto perdurara, probablemente se vería como una pérdida significativa en la cuasi-guerra que se está produciendo.
Y así, las medidas fiscales que esperábamos llegaron la semana pasada, siendo las más importantes las del Reino Unido. El jueves, la nueva Primera Ministra, Liz Truss, anunció una congelación de los precios de la energía para los hogares durante dos años y subvenciones para la facturas de energía de las empresas durante seis meses. Para los hogares se trata de una ayuda enorme, ya que las facturas energéticas anuales se congelan en 2.500 libras, aunque se prevé que superen las 6.000 libras en abril del año que viene.
Por supuesto, esto tiene el efecto de dejar a los consumidores con mayores ingresos disponibles para apoyar a las empresas, y aunque se podría argumentar que la medida podría haber ido más dirigida a los más necesitados, lo cierto es que, al menos es algo. Se trata de un paquete de aproximadamente 150.000 millones de libras esterlinas (alrededor del 7% del PIB británico) que, según las previsiones de Bloomberg, hará que el Reino Unido evite la recesión el año que viene, mientras que JP Morgan declaró que la medida reduciría en unos 800 puntos básicos su previsión de inflación en el Reino Unido.
La semana pasada Alemania también presentó un paquete de 65.000 millones de euros que incluye, entre otras medidas, un "freno al precio de la electricidad", mientras que los Países Bajos se han comprometido a aumentar su salario mínimo y eliminar los impuestos sobre la energía. Los ministros de Energía de la UE se reunieron el viernes en Bruselas y se espera que la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, anuncie un plan coordinado de la UE en algún momento de este mes.
Por supuesto, la cuestión que se plantea ahora es cómo se van a financiar estas medidas. En Alemania y los Países Bajos se están aplicando impuestos extraordinarios a las empresas energéticas, mientras que en el Reino Unido se ha sugerido que se concederán préstamos a los proveedores de energía que deberán ser devueltos a medio plazo.
También cabe señalar que los gobiernos han actuado para reducir su dependencia de la energía rusa. Alemania, por ejemplo, ya había reducido la participación de Rusia en sus necesidades de gas desde el 55% antes de la invasión de Ucrania hasta aproximadamente el 25% este verano. El país también ha fletado cinco unidades flotantes de almacenamiento de gas natural licuado (GNL) y ha aumentado sus niveles globales de almacenamiento por encima del 80%.
La UE ya ha impulsado las importaciones de otros países como Noruega y Argelia, y el racionamiento del 15% en toda la UE debería poder alcanzarse en gran medida recortando el uso ineficiente de la energía; muchas empresas ya han incluido reducciones del consumo energético en sus últimos informes trimestrales. El Reino Unido está menos a merced de las importaciones rusas, pero Truss prometió el jueves "aumentar todas las fuentes" de suministro energético nacional.
La planificación a medio plazo de la seguridad energética es crucial, pero los aliados de Ucrania han demostrado que no dejarán que la guerra de Putin provoque una espiral descendente en sus economías y han intervenido con medidas a corto plazo. Si estos dos enfoques se conjugan, las medidas anunciadas merecerán la pena, ya que evitarán la pobreza energética generalizada, el aumento del desempleo y una considerable caída del PIB. Para el Reino Unido y Europa, la ayuda está aquí.