2024 ha estado marcado por altibajos en múltiples aspectos. Sin embargo, 2025 podría ser un punto de inflexión en el que todos los stakeholders adopten un pragmatismo necesario para impulsar las iniciativas (y la financiación) necesarias para avanzar hacia una transición económica global más sostenible, con la vista puesta en 2030 y más allá.

A continuación, destacamos cinco cuestiones clave a considerar de cara al próximo año.

Matt Christensen, responsable global de Inversión Sostenible y de Impacto de Allianz Global Investors

Aspectos clave
•    Las temperaturas extremas y la intensidad sin precedentes de los huracanes acentuarán la necesidad urgente de elaborar planes consistentes destinados a la transición climática.
•    La entrada en vigor en 2025 de una serie de normativas, en su mayoría europeas, pondrá a prueba el interés por alcanzar la transición.
•    En el marco del Acuerdo de París, los estados ya se han comprometido a alcanzar objetivos climáticos durante la próxima década, pero los verdaderos desafíos estarán en lograr esas metas y en cómo materializarlas. 
•    Los conflictos actuales y los posibles cambios en las prioridades de EE.UU obligarán a replantear cómo financiar de manera responsable el sector global de la defensa.
•    El mercado laboral global está cambiando, lo que conlleva riesgos y oportunidades: será clave adaptar nuestra forma de pensar y abordar la mano de obra moderna.

1. Del impacto climático a la transición climática

El verano de 2024 ha sido el más caluroso de la historia, ya que el 22 de julio se alcanzó la temperatura media diaria más alta del planeta . En otoño, el huracán Milton y la tormenta Boris superaron los récords por su intensidad. Estos acontecimientos confirman nuestra previsión del año pasado de que en 2024 la atención global pasaría de los costes a largo plazo del cambio climático a los efectos inmediatos del impacto climático. De cara al futuro, a pesar de las continuas divergencias políticas, esperamos que en 2025 se dé el siguiente paso en el camino que va del impacto climático a la transición climática.

Lo que parece sencillo es en realidad complejo: esta transición requiere un marco coordinado que oriente e incentive de manera creíble a todos los actores involucrados en el camino hacia una economía global descarbonizada. Si bien muchos continúan centrados en la transición energética, la eficiencia energética sigue siendo el "primer combustible"  cuando hablamos de la transición climática.

Para que el próximo año se logre un plan de transición claro y creíble, será fundamental avanzar en el análisis de escenarios, los marcos de riesgos climáticos, y en los marcos financieros y regulatorios. Además, será clave definir con claridad quién financiará esta transición y cómo se garantizará que sea equitativa.

2.     La hora de la verdad

El próximo año se producirá una auténtica oleada de nuevas normativas, directrices y supervisión, lo que supondrá nuevas exigencias a las empresas, justo cuando la UE está revisando su competitividad. En nuestra opinión, este será un "momento de la verdad", en el que se definirá si estas mejoras son un coste adicional o si, por el contrario, fomentarán la asignación de capital hacia la tan necesaria transición climática.

En 2025, las empresas europeas estarán obligadas a cumplir con unos mayores requisitos de divulgación y a un mayor análisis de sus cadenas de valor. Los inversores esperan posibles cambios en las regulaciones de divulgación y en las normativas europeas sobre sostenibilidad. Este proceso probablemente coincida con la implementación de nuevos sistemas de etiquetado oficial (tanto en Europa como en Reino Unido), la adopción de la nueva norma de Bonos Verdes, posibles nuevas directrices sobre planes de transición, y el impacto continuo de las legislaciones que regulan a los proveedores de calificaciones ASG.

Aunque gran parte de este desarrollo normativo se centrará en Europa, el resto del mundo estará muy pendiente de estos cambios. Las empresas y los inversores se sienten abrumados por las constantes modificaciones en las expectativas regulatorias de los últimos años, y los reguladores corren el riesgo de generar señales confusas en el mercado en lugar de fomentar las finanzas sostenibles y la transición.

3.     La soberanía del clima

El papel de los gobiernos en el ámbito climático se centrará cada vez más en sus propios objetivos, con lo que esperan de la respuesta de las empresas. Según el Acuerdo de París, 196 países tienen hasta febrero de 2025 para actualizar sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), en las que detallan cómo cada país contribuirá a los objetivos globales de temperatura. ¿Qué impacto podría tener una posible segunda retirada de EE. UU. del Acuerdo de París en la ambición climática de los países soberanos?

El Acuerdo de París de 2015 ha dado resultados, pero la ambición y la financiación públicas siguen siendo insuficientes para mantenernos dentro del escenario menos impactante de 1,5 ºC. Es probable que el segundo Global Stocktake  del próximo año sugiera que nos dirigimos hacia un rango de 1,9-2,1°C, donde los riesgos climáticos son considerablemente mayores que en el escenario de 1,5°C. Si los gobiernos están buscando limitar el aumento de temperatura a 2°C, ¿qué implica eso para los compromisos empresariales de alcanzar los 1,5°C?

Con una inversión global estimada en 6,2 billones de dólares al año para alcanzar el objetivo de cero emisiones , la financiación climática representa una gran oportunidad para que los mercados de capitales innoven en nuevas estructuras y normativas. Los países soberanos tienen un papel clave en esta financiación.

4.     El caso de la defensa

Existen diferentes opiniones sobre si la defensa debe considerarse una «necesidad social» o un “bien social”. Sin embargo, la guerra en Ucrania y los conflictos en Oriente Próximo han puesto en evidencia la urgente necesidad de alcanzar un consenso sobre cómo financiar el sector de la defensa, que lleva varias décadas sufriendo un periodo continuado de falta de inversión en varios países. Los riesgos son especialmente altos para Europa, y podrían aumentar si la nueva administración estadounidense decide replantearse su enfoque y prioridades en cuanto a defensa.

El gasto en defensa seguirá en aumento y deberá ser financiado de manera conjunta por los diferentes países y los inversores. Es esencial establecer directrices claras y una alineación estratégica sobre cómo se debe integrar el sector de la defensa en las inversiones, especialmente cuando se trata de lo que se considera socialmente perjudicial.

En 2025 esperamos varios acontecimientos importantes:

- Los Estados miembros de la Unión Europea cumplirán los compromisos de la OTAN de aumentar el gasto en defensa hasta el 2% del PIB.
- Se darán nuevos pasos en la colaboración dentro de la UE en relación con las inversiones y los proyectos de defensa.
- Habrá un mayor alineamiento normativo sobre cómo evaluar las contribuciones positivas o negativas de las distintas categorías de defensa dentro de las carteras de inversión. 
- Mejorará la transparencia en la divulgación de productos, servicios y la cadena de suministro relacionados con la defensa.
Alcanzar estos objetivos facilitará que los gobiernos e inversores se alineen sobre cómo y dónde financiar el sector de la defensa. Sin embargo, este aumento en el gasto se da en un contexto de presión sobre otros presupuestos, lo que plantea el riesgo de desviar flujos de financiación de los objetivos sostenibles o de incrementar los déficits presupuestarios.

5.     Trabajar con la mano de obra moderna

Un informe del Foro Económico Mundial ha resaltado cómo las transformaciones impulsadas por la tecnología en el mercado laboral global se ven intensificadas por las alteraciones económicas y geopolíticas, así como por las crecientes presiones medioambientales y sociales . El mercado laboral mundial se enfrenta ahora a una doble realidad: un aumento del desempleo y una creciente escasez de talento. Por ejemplo, la inteligencia artificial, la automatización y otros avances tecnológicos están generando preocupación por despidos masivos.

Al mismo tiempo, el mercado laboral podría experimentar una falta de más de 85 millones de trabajadores para 2030, según Korn Ferry .
Para mitigar el impacto de esta transformación en la productividad y aprovechar al máximo las oportunidades, es necesario adoptar un enfoque estratégico y reflexivo a largo plazo en relación con la mano de obra moderna. En sectores como el aeroespacial y el del transporte, que están atravesando cambios estructurales, las interrupciones laborales están resultando caras, con un aumento de las huelgas en Europa y EE.UU. Las soluciones deberán centrarse en la formación, la inclusión, la diversidad y la localización de las cadenas de suministro.

Además, normativas como la Directiva sobre informes de sostenibilidad empresarial exigirán una mayor transparencia sobre los factores sociales. Todo esto, sumado al creciente coste de las interrupciones laborales, pondrá aún más el foco en la mano de obra en 2025.

[3] United Nations Climate Change, Global Stocktake, 2024

[4] The Climate Policy Initiative estimates that USD 6.2 trillion of climate finance is required annually between now and 2030 to deliver net zero. Between now and 2050, an annual USD 7.3 trillion a year is required. Allen & Overy, Climate Policy Initiative, How-big-is-the-Net-Zero-financing-gap-2023.pdf, 2023

[5] WEF, Future_of_Jobs_2023.pdf, 2023

[6] Korn Ferry, The $8.5 Trillion Talent Shortage, 2018