En la declaración de política monetaria se introdujeron algunos cambios modestos, con un tono algo más optimista respecto a las presiones sobre los precios. Se eliminó la referencia a las elevadas presiones internas sobre los precios y, en su lugar, el BCE señaló la actual "tendencia a la baja de la inflación subyacente". En la declaración se reiteró que la fuerte transmisión de la subida de los tipos de interés a las condiciones de financiación continúa.
La atención de los inversores en esta reunión se centró en la orientación que el Consejo de Gobierno estaba dispuesto a ofrecer sobre el posible calendario de recortes de los tipos de interés. Como se esperaba en la conferencia de prensa, la presidenta Lagarde se mostró contraria a las expectativas del mercado de recortes más tempranos (abril), subrayando que el BCE sigue dependiendo de los datos, no de la fecha, y que el debate sobre los recortes de tipos sigue siendo "prematuro". El calendario de verano se guía en parte por los datos sobre salarios negociados, que no estarán disponibles en su totalidad hasta finales de abril, a tiempo para la reunión de junio. Lagarde afirmó que se está observando cierta estabilización en el seguimiento de los salarios, pero que se necesitan más datos para tener una visión completa: el BCE esperará a tener más información antes de avanzar en el debate sobre la relajación del coste del dinero.
Aunque las señales de crecimiento de la zona euro siguen siendo muy débiles, arrastrando el estancamiento o comportamiento ligeramente negativo de 2023, no hay indicios de deterioro significativo de los indicadores adelantados a principios de 2024. La actividad industrial sigue siendo débil, pero el sector servicios se ha recuperado modestamente y las encuestas de consumo muestran signos de mejora. La caída de la inflación está impulsando los salarios reales y la renta real disponible, lo que aumenta la confianza de los consumidores. Aunque esta mejora es alentadora, creemos que los riesgos para el crecimiento están sesgados a la baja, ya que la política restrictiva sigue transmitiéndose a la economía real y las fuentes externas de crecimiento, incluida la economía china, siguen siendo débiles.
Al mismo tiempo, el proceso de desinflación continúa, pero la continua fortaleza del mercado laboral de la zona euro, destacada por la presidenta Lagarde en la conferencia de prensa en varias ocasiones, sigue alimentando la preocupación por el elevado crecimiento salarial. Estas seguirán siendo las principales preocupaciones del BCE en los próximos meses hasta que los indicadores de crecimiento salarial apunten a una tendencia sostenible de desinflación. Dado que las perturbaciones del Mar Rojo también plantean riesgos al alza para la inflación, el BCE está dando señales de cautela ante recortes prematuros. Teniendo esto en cuenta, creemos que el recorte de marzo es poco probable, pero el primer recorte en abril no parece estar completamente descartado. Una transmisión más rápida de la política, que lleve a un deterioro significativo del crecimiento, combinada con una rápida desinflación a partir de aquí, bien podría abrir la puerta a un recorte más temprano por el que actualmente apuesta el BCE.