En medio de la turbulenta entrada de los mercados en el año 2022, una gran noticia pasó casi inadvertida: los reconocidos modelos de predicción de la Universidad de Washington para la COVID-19 anticipan un descenso muy rápido de la incidencia de la infección en muchos países durante los meses de febrero y marzo. ¿Es este el principio del fin de la pandemia? Algunos argumentos sugieren que, como mínimo, durante 2022 se logrará un mayor control de la COVID-19. Gracias a las dosis de refuerzo de las vacunas y al elevado número de infecciones registrado en  las últimas semanas, la población goza ya de una considerable inmunización, que contribuirá a frenar la propagación de las nuevas variantes.

Asimismo, los avances en la investigación permiten adaptar cada vez más rápido las vacunas a las nuevas variantes, mientras que los nuevos medicamentos han demostrado ser eficaces a la hora de reducir la mortalidad en los casos más graves. ¿Final feliz a la vista?  

Para los mercados el panorama no parece tan halagüeño, y  quedan por aclarar algunas cuestiones: 

  • ¿El principio del fin de la pandemia significa también el principio del fin de la inflación? No en todas partes y no  inmediatamente. Aunque se perciben los primeros indicios de distensión de las cadenas de suministro globales, es probable que el proceso de normalización lleve varios trimestres. En  primer lugar, el descenso de los costes de transporte y el  incremento de la producción influyen sobre todo en los precios  de los productos. Los precios de los servicios, en cambio, dependen en mayor medida de los costes salariales, donde se observan fuertes subidas, sobre todo en EE. UU., un factor que complicará el panorama pese la reincorporación de muchos trabajadores al mercado laboral. Es probable que solamente se atenúe tasa de crecimiento anual de los precios de la energía. 
  • ¿Qué supondrá para la economía que se reduzcan las  restricciones por la pandemia? Probablemente se traducirá en  una mayor demanda de viajes, eventos y otras actividades de  ocio. Sin embargo, no será posible recuperar el tiempo perdido, por lo que la demanda contenida solo tendrá un  efecto parcial. También se espera que la demanda de bienes de consumo, como los muebles, que aumentó considerablemente durante la pandemia, se estabilice poco a poco. La gran acumulación de pedidos que arrastra la  industria manufacturera debería resolverse con la reducción  de las restricciones y la mejora gradual en la oferta de productos semielaborados. En términos generales, el crecimiento debería seguir manteniéndose sólido a lo largo de este año. 
  • ¿Qué significa todo esto para los bancos centrales? Varios bancos centrales, como la Reserva Federal estadounidense, han pasado a luchar contra la inflación en los últimos meses. Incluso aunque la inflación se modere en algunas áreas, es poco probable que sean muchos los bancos que se desvíen de esta senda por el momento. También tendrían que prestar menos atención a los riesgos a la baja de la pandemia, y es probable que continúe la reducción de los estímulos  monetarios. 

Esta aproximación inicial a un entorno pospandémico todavía está marcada por mucha incertidumbre. Sin embargo, una cosa está clara: habrá diferentes evoluciones tanto por países (¿quién  saley cómo de la pandemia?), como por sectores económicos e  industriales (¿dónde se obtienen beneficios?; ¿dónde existen capacidades infrautilizadas?; ¿dónde podrían resentirse las ventas y los beneficios?). Es decir, un entorno ideal para los gestores de fondos activos y flexibles. “Al final todo saldrá bien, y si no, entonces no es el final”, Stefan Rondorf. 

Mercados en detalle 

Asignación táctica: acciones y bonos  

  • Muchas clases de activos han tenido un débil comienzo de año. La rapidez con la que se producirá el endurecimiento de la  política monetaria por parte de la Reserva Federal estadounidense ha acabado provocando una reducción generalizada del  riesgo en las carteras, impulsada también por el gran aumento de las cifras de infecciones y las crecientes tensiones entre Rusia y  la OTAN.  
  • Los datos económicos han sido muy dispares últimamente, tanto a nivel regional como sectorial. Mientras la economía  estadounidense volvía a afianzarse a finales del cuarto trimestre de 2021, la ola de ómicron supuso un freno en Europa. En China  aumentan los indicios de estabilización. La relajación gradual de las cadenas de suministro está ayudando a la industria  manufacturera, mientras que el sector de los servicios vuelve a sufrir ante el invierno pandémico. En general, el crecimiento sigue  siendo sólido y debería beneficiarse de la disminución de la preocupación por la pandemia a lo largo del año. 
  • El miedo a la inflación continuará siendo probablemente un tema importante. Mientras que los precios de los productos podrían  bajar cuando haya más mercancías disponibles, prevemos aumentos significativos en los precios de los servicios, un factor de  lastre para todos los tipos de bonos nominales. 
  • En consecuencia, es de esperar que prosiga el endurecimiento de la política monetaria. La Reserva Federal ha anunciado en su  reunión de enero el inicio de un ciclo de aumentos de los tipos a partir de marzo. En este sentido, se anticipan al menos cuatro subidas de los tipos de interés a lo largo de 2022. Además, es probable que la reducción del balance comience en la segunda  mitad del año, iniciándose así el camino de vuelta desde los máximos de liquidez globales. 
  • En este contexto, la gestora recomienda extremar la precaución. Sigue siendo aconsejable una elección más selectiva del enfoque de  inversión en términos regionales y sectoriales.  

Inversiones: 

  • Tras una disminución en los dividendos por la crisis del coronavirus en 2020, las empresas europeas, representadas en el  índice MSCI Europe, volvieron a aumentar sus pagos en cerca de un tercio el año pasado, hasta alcanzar la cifra récord de  378.000 millones de euros. Estados Unidos y Asia también muestran una clara recuperación de los dividendos, tanto en  términos de cantidades pagadas como en el número de empresas que los abonan. 
  • A diferencia de la economía, en los pagos de dividendos en 2021 se observó una evolución muy pronunciada en forma de V,  es decir, las distribuciones no solo retomaron el camino donde lo dejaron en el periodo anterior a la COVID, sino que lo  superaron y compensaron con creces la debilidad del año 2020. 
  • Como ya sucedió anteriormente, los dividendos contribuyeron sustancialmente a la rentabilidad de las acciones. Entre 1976 y  2021, su participación en la rentabilidad total (medida frente a los respectivos índices de referencia MSCI) osciló entre algo  menos del 30% en la región del Pacífico, el 25% en América del Norte y el 34% en Europa. 
  • La trayectoria histórica muestra que los dividendos han fluctuado bastante menos que los beneficios empresariales, lo que  puede considerarse una prueba de que las empresas se ciñen a una política de dividendos fiable siempre que sea posible.  – Asimismo, las acciones de las empresas que pagan dividendos son menos volátiles que las de las empresas que no lo hacen.