La inflación sigue rondando el 2,5-3%. Creo que la constelación de datos de crecimiento, empleo e inflación de los últimos 12 meses debería permitirnos confiar cada vez más en que el repunte de la inflación del primer trimestre fue una anomalía estadística y que el proceso de desinflación sigue en gran medida intacto; que el crecimiento de la demanda interna por encima de la tendencia, y la solidez del empleo no se están traduciendo en riesgos al alza para la inflación y el crecimiento salarial.

El grueso del exceso de inflación actual sigue estando en función de las perturbaciones y los cambios heredados (véase más adelante). Esto respalda la opinión básica de la Fed de que la orientación de la política monetaria es suficientemente restrictiva para generar un descenso sostenible de la inflación subyacente hasta el 2%.

Para hacernos una idea de hacia dónde se dirige la inflación, nosotros (y la Reserva Federal) debemos trabajar con datos actuales y prospectivos. A grandes rasgos, se trata de una combinación de expectativas de inflación (estables en torno al 2%), crecimiento económico (estable en torno al 2,5%), dinamismo del mercado laboral (en rápida desaceleración) y crecimiento salarial (en desaceleración, pero en torno al punto porcentual por encima de lo que la Reserva Federal desea en relación con el crecimiento de la productividad). Creo que esta combinación nos da la mayoría de los ingredientes para empezar a normalizar los tipos este año, quizá ya en septiembre.

En este momento, nuestra atención debería centrarse a la trayectoria normalizada de los tipos de interés, para que sea alcanzada en 2025. Prevemos recortes de alrededor de 75 puntos básicos el próximo año, con un tipo terminal del 4% en este ciclo de relajación. Mi hipótesis de base es que esto es demasiado elevado, incluso con las estimaciones de la Reserva Federal de que los tipos neutrales a largo plazo aumentarán hasta el 3-3,5% desde el 2,5% de 2018/19.

Powell esbozó tres escenarios bajo consideración en el FOMC este año: permanecer a la espera para crear más confianza en la tendencia a la baja de la inflación; recortar porque la inflación se está acercando de forma sostenible al 2%; y recortar porque el desempleo está aumentando rápidamente. Veo que los datos de inflación del segundo trimestre apoyan un pequeño cambio en las probabilidades de la opción 1 a la 2.

Y lo que es más importante, las probabilidades de que la Reserva Federal reanude las subidas para contrarrestar las crecientes expectativas de inflación o una aceleración del crecimiento salarial siguen disminuyendo, a pesar de la significativa relajación de las condiciones financieras desde el pasado mes de octubre. Esto debería darnos más confianza en un techo duradero de los rendimientos del Tesoro a más largo plazo en torno al 4,5-5%, siendo probable que el extremo superior de esa horquilla requiera un deterioro de las perspectivas fiscales/una prima temporal más elevada.

TE INTERESA

Si quiere aprender a invertir y gestionar su patrimonio, descubra la nueva sección de cursos gratuitos