Sin duda, durante estos últimos años han aparecido grandes avances, pero no ha sido hasta ahora, gracias al desarrollo de la inteligencia artificial (IA), que estamos empezando a experimentar un verdadero sprint tecnológico.
La Inteligencia Artificial es la principal fuerza disruptiva de la actualidad, el mayor catalizador de la innovación y transformación en las próximas décadas. Estamos absolutamente convencidos de que la IA tendrá un mayor impacto en la sociedad, en la economía y en la vida de las personas que el que ha tenido internet. De tal forma que constituye la mayor oportunidad de negocio de la actualidad, con capacidad para duplicar el ritmo de crecimiento económico.
Aunque pueda resultar sorprendente, el concepto se acuña formalmente en la década de los 50. Sin embargo, sólo recientemente hemos asistido a una auténtica eclosión de esta nueva tecnología. Analizamos los dos requisitos absolutamente necesarios para su despliegue: el desarrollo de la capacidad de computación y la explosión del big data.
La IA no es ciencia ficción. La IA ya forma parte de nuestro día a día. Desde desbloquear nuestros teléfonos con reconocimiento facial hasta usar asistentes virtuales en nuestros coches, la IA facilita muchas de nuestras actividades cotidianas. También está presente en sistemas de traducción automática y en las recomendaciones personalizadas de nuestras plataformas de entretenimiento favoritas. A través de estos ejemplos prácticos, podemos comprobar cómo todos somos ya usuarios de aplicaciones de IA en nuestra vida cotidiana, aunque quizás no seamos conscientes.
Con todo, todavía nos encontramos en las fases tempranas del desarrollo de la IA. Solo vemos la punta del iceberg, estamos apenas empezando a atisbar parte de su potencial. En inversión temática, el mejor momento para invertir suele producirse justo en estas etapas iniciales.
La irrupción de la IA Generativa está cambiando las reglas del juego, marcando un punto de inflexión en el desarrollo de esta tecnología. No es una novedad asistir a un shock tecnológico, pero es la velocidad del cambio y la rapidez de propagación lo que resulta verdaderamente revolucionario.
Uno de los rasgos característicos más relevantes de la IA es su carácter absolutamente transversal: su impacto se dejará notar en todos los sectores de actividad, no sólo en el ámbito puramente tecnológico. Y en cualquier región, es un fenómeno global. Analizamos ejemplos en sectores como la salud, el transporte o incluso la agricultura.
Inversión en IA: una oportunidad del presente para el futuro
Invertir en IA no solo podría generar altos retornos financieros, sino que también ofrece la oportunidad de estar a la vanguardia de la innovación tecnológica. Las empresas que integran IA en sus operaciones pueden mejorar significativamente su eficiencia, reducir costos y ofrecer productos y servicios más personalizados, lo que se traduce en una ventaja competitiva sustancial.
Además, la IA tiene el potencial de abrir nuevas fuentes de ingresos. Por ejemplo, las empresas pueden desarrollar nuevos productos basados en IA, como asistentes virtuales avanzados, sistemas de análisis predictivo y soluciones de automatización. Estas innovaciones no solo atraen a nuevos clientes, sino que también fidelizan a los existentes al ofrecerles experiencias mejoradas y más eficientes.
Por tanto, la pregunta evidente es: ¿cómo podemos invertir en IA? Esta tecnología va a permitir distinguir entre ganadores y perdedores. Es el concepto de darwinismo corporativo. Aquellas compañías que no sean capaces de adaptarse y evolucionar incorporando la IA en su modelo de negocio se encontrarán en una clara situación de desventaja competitiva que pondrá a prueba su supervivencia.
En Allianz Global Investors contemplamos la IA en el sentido más amplio del término. Sería un error concentrarse exclusivamente en el sector tecnológico, pues supondría perderse oportunidades en otros sectores. Al definir el universo de inversión buscamos una aproximación diferente, con el objetivo de dotarle de gran flexibilidad y tratar de capturar toda la cadena de valor que aporta la IA. Sin restricciones ni condicionantes a nivel geográfico, sectorial ni de capitalización. Por lo que identificamos tres niveles clave: Infraestructura de IA, Aplicaciones de IA e Industrias beneficiarias de IA.
Nuestro proceso de inversión consta de tres fases, construyendo cartera por puro bottom-up en base a riguroso análisis fundamental. El grado de pureza es una variable clave porque permite identificar el nivel de exposición de las compañías a una temática concreta. Pero es una tarea ardua, compleja, que en el caso de IA requiere además una aproximación diferente. Por tanto, contar con un proceso de inversión sólido y meticuloso es fundamental para identificar las mejores oportunidades. La combinación de análisis detallado, una cartera diversificada y gestión activa nos permite seleccionar empresas con un alto potencial de crecimiento, aprovechando al máximo las oportunidades que la IA brinda a los inversores y ayudándoles a mantener su competitividad en un mercado en constante evolución.