El lunes, Donald Trump será investido como nuevo presidente de Estados Unidos. Su segundo mandato llega en un momento en el que el crecimiento, la inflación y los tipos de interés de las distintas economías divergen cada vez más entre sí. Y, de hecho, parece poco probable que los aranceles que Trump pretende implementar suavicen esta situación. Por tanto, la gran pregunta es: ¿seguirán aumentando estas desigualdades o comenzarán a disiparse? En cualquier caso, vayamos paso a paso:
Crecimiento económico: Nuestro índice macroeconómico sobre el impulso económico (Macro Breadth Growth Index), que recoge la actividad económica global en un único indicador, volvió a repuntar en diciembre. Esto sugiere que el crecimiento del PIB global se mantuvo por encima de su nivel potencial durante el último trimestre del año. Dicho aumento se vio impulsado por los datos positivos en EE.UU. y Japón, así como por una recuperación en la zona euro y China. En cambio, Reino Unido y otros mercados emergentes, como India, Turquía y México, registraron un crecimiento más moderado. Aunque los datos macroeconómicos mejoraron a finales de 2024, la confianza de empresas y consumidores a nivel global se debilitó, situándose por debajo de su media histórica. Por sectores, el escenario sigue siendo dispar: el sector servicios continuó impulsando el crecimiento económico, mientras que el manufacturero apenas mostró leves signos de recuperación. Sin embargo, la industria manufacturera podría experimentar al menos un repunte coyuntural en los próximos meses, a medida que las compañías vayan reponiendo sus existencias y adelantando la producción debido a la subida de los aranceles estadounidenses.
Por otro lado, la segunda subida consecutiva del índice de inflación Macro Breadth sugiere que la presión desinflacionista está perdiendo fuerza. Además, la evolución de la economía se refleja en una nueva revisión al alza de las previsiones de consenso ponderadas por el PIB, tanto para el crecimiento económico como para la inflación medida por el Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Aranceles: Independientemente de su forma o magnitud, no cabe duda de que los aranceles acelerarán el proceso de desglobalización. El aumento de dichas tarifas propuestas por Trump para productos procedentes de China, México, Canadá y otros socios clave podría limitar las relaciones comerciales y fomentar un mayor proteccionismo a nivel global. Además, es probable que otros países respondan con otras medidas (a modo de represalia) si estas políticas se implementan en su totalidad, tal y como propone Trump. Este escenario podría afectar a la disponibilidad de una amplia variedad de productos, desde baterías hasta coches eléctricos, y provocar un alza en los precios, tanto para consumidores como para empresas. A su vez, esto debilitaría el crecimiento económico global y podría impulsar la inflación. Hay que destacar que, el coste de los aranceles recae sobre los consumidores en el momento de la compra, y no sobre los exportadores ni los países en los que se fabrican los productos (consulte nuestro Gráfico de la Semana).
En cierta medida, los mercados de renta variable, de renta fija y de divisas ya han descontado el impacto de un posible aumento de los aranceles. Sin embargo, aún está por determinar cuál será el enfoque exacto del nuevo gobierno estadounidense. De hecho, es posible que, en lugar de implementar políticas comerciales dirigidas a países concretos, el presidente Trump decida enfocarse en sectores específicos, con el objetivo de fortalecer la competitividad de la industria estadounidense.
Mercados: Todavía está por ver si la política de “America First” marcará el ritmo en los mercados. A lo largo de 2024, las entradas globales en fondos de renta variable fueron sorprendentemente desiguales. Según los datos de Bank of America, el 73% del capital se destinó al mercado estadounidense, mientras que algo menos del 20% se invirtió en los mercados emergentes.
Esta concentración de capital en un solo mercado, que se acentuó aún más en las “Siete Magníficas” (que ahora representan el 35% de la capitalización del S&P 500), solo aumenta las desigualdades dentro de los mercados.
Claves de la próxima semana
Es poco probable que esta tendencia cambie durante la próxima semana, dado que los nuevos indicadores serán muy escasos. El martes se publicará el indicador ZEW de confianza económica en Alemania. Dada la situación económica actual, cualquier signo de recuperación sería motivo de celebración. El jueves, todas las miradas estarán puestas en las solicitudes iniciales y continuas de subsidio por desempleo en EE.UU. Tras el último informe sobre el empleo en EE. UU., ha aumentado la incertidumbre sobre la capacidad de la Reserva Federal (Fed) para llevar a cabo los recortes previstos de los tipos. La semana finalizará con la reunión del Banco de Japón (BoJ). Si las previsiones de inflación del banco central japonés se confirman, un aumento gradual de los tipos oficiales, tal como indican actualmente los tipos a plazo del mercado monetario japonés, dejaría los tipos reales en territorio negativo y la política monetaria seguiría siendo demasiado expansiva. Por ello, existe un riesgo real de que la normalización de la política monetaria en Japón sea más rápida o severa de lo previsto. En la agenda también se incluye una serie de indicadores de confianza del consumidor en Reino Unido y los índices de gestores de compras de Japón, EE. UU. y Europa. Aparte de los datos que se publicarán próximamente, la temporada de resultados empresariales también está a punto de comenzar. Como es habitual, los principales bancos estadounidenses ya han presentado sus resultados del cuarto trimestre y de todo el año 2024. 2025 será, además, un año decisivo para la filosofía de “America First”, que no solo se ha traducido en una rentabilidad significativamente superior del MSCI USA frente al MSCI World (ex USA) en los últimos años, sino que también se refleja en unas expectativas de beneficios considerablemente más altas para las empresas estadounidenses. Si esta tendencia continúa, podría ser la única justificación, a largo plazo, de la valoración mucho más alta del mercado de renta variable estadounidense.
Por tanto, priorizar la rentabilidad podría ser la estrategia más acertada.